29/12/2022

Deirdre (1572 - 2022)

Ilustración generada con Inteligencia Artificial
Reto: A vueltas con el calendario
de Libros.com

Se acaba un calendario y comienza otro. 
El término calendario procede del latín «calendars», que designa el primer día del mes en el calendario romano. 
Ahora es hora de ajustar cuentas con el año que acaba en este último reto del año. Sólo habrá una situación en la hay que reescribir una de vuestras historias de Ludus publicadas en 2022. Puede cambiarse lo que se quiera, pero siempre ajustando cuentas.

La versión original aquí:


Halloween, 2022

Los ojos de la niña aún estaban acostumbrándose a la potente luz de la sala. No había dicho nada desde que la pareja de policías, Sam O'Riordan y Sarah Mitchell, la encontraron andando por el arcén de la autopista, la circunvalación M50 de la ciudad de Dublín. 
Una vez en comisaría, los agentes se hacían bastantes preguntas. 

—Me extraña que tras tantas horas, nadie haya denunciado su desaparición. Tendrá familia, digo yo —comentó O'Riordan. 
—La tiene —contestó Mitchell— Mira su disfraz, no le falta ningún detalle. Hasta los zapatos. Cualquier otra niña llevaría unas deportivas para ir a por caramelos por el vecindario. Por no hablar de ese broche. Debe valer un pastón. Créeme, sé de antigüedades, aunque este se vea como si fuese nuevo.

Deirdre les miraba sin comprender. Ella solo hablaba gaélico irlandés y, aquellas personas hablaban en inglés a unas cosas rectangulares que emitían luz, sonidos y vibraban. 
—Es una lástima —dijo O'Riordan— tendremos que llamar a asuntos sociales. No podemos tenerla aquí por mucho tiempo si nadie la reclama. 
Sarah Mitchell se acercó a la niña. Le había sacado un chocolate de la máquina de café y le había traído un sándwich de atún, lechuga y mayonesa. 
Deirdre miró lo que Sarah le había dejado en la mesa y después, le dirigió una inocente mirada y esbozó una leve sonrisa. Sus lágrimas ya se habían secado. Entonces una voz llamó a O'Riordan y a Mitchell que, dejaron sola a Deirdre por un momento. Cuando volvieron, cinco minutos después, no había rastro de la niña ni del sándwich, pero sí de un vaso vacío. Se había bebido el chocolate. Y aunque miraron por toda la comisaría y sus alrededores, no la encontraron por ninguna parte. 

Samaín, 1572

Ya había caído la noche en Dalkey. Elman y Kean, de trece y once años, llamaban a su hermana pequeña de seis. Se había perdido mientras buscaban setas y estaban muy asustados pensando en su pobre hermana en la fría oscuridad. Pero cuando se disponían a ir al pueblo para avisar a los mayores, Deirdre salió de una cueva a la que llamaban An Uaimh Ama (La Cueva del Tiempo). Llevaba algo en la mano que no habían visto jamás, un sándwich. 
Al volver a la aldea, su padre y sus tíos se habían preparado para salir en su busca y las mujeres, tenían la preocupación pintada en sus rostros. La madre de los niños salió a abrazarlos y el padre empezó a sermonear al hijo mayor, quien se echó toda la culpa de lo ocurrido. 
La normalidad volvió rápidamente al pueblo, pues todo quedó en que se habían rezagado cogiendo setas. No contaron a nadie que Deirdre había estado perdida. 
Los tres hermanos compartían una de las dos habitaciones de la casa, donde Deirdre sacó del bolsillo el sándwich. Se lo comieron y acordaron guardar el secreto de la cueva y visitarla juntos más adelante para ver el extraño mundo que Deirdre decía haber visto. 

20/12/2022

¿Quién viene esta noche?

 
Reto: Navidad, Navidad, dulce Navidad
de Libros.com

Normalmente, los niños están nerviosos la noche de diciembre en la que van les visita Papá Noel o San Nicolás. Pero, Ava y Leo estaban especialmente inquietos aquella noche del 5 de diciembre, pues sabían que no habían sido demasiado buenos durante aquel año y justo ahora se acordaban de cuando echaron el bote entero de comida para peces en la pecera y, el pececillo naranja comió hasta reventar, apareciendo flotando muerto a las pocas horas. También les vino a la mente cuando pisotearon en primavera las flores que su madre acababa de plantar en el jardín, o cuando se comieron con premeditación y alevosía, los bombones que se habían comprado para regalarle a tía Gladys por el día de su cumpleaños. Cuando cogieron el abrigo de su padre para limpiarle el barro a Yorki, el pequeño Yorkshire Terrier que amaba bañarse y embarrarse en los charcos... Además de ser bastante mentirosillos e inventarse historias porque sí. 
Como el Yin tiene el Yang, Papá Noel tiene a un ayudante muy especial llamado Krampus. 
Krampus ayuda a Papá Noel en una difícil tarea. Mientras que el señor bonachón de rojo reparte regalos y alegría a los niños buenos, Krampus visita a los niños que no se han portado bien. 
Su apariencia de cabra es aterradora, con largos cuernos y enormes dientes y, se cuenta que se lleva a los niños demasiado traviesos al inframundo y, una vez allí, se los come. 
Al llegar la hora de acostarse, los niños se pusieron especialmente quejicosos y llorosos, pero sus padres les mandaron a la cama igualmente porque era ya muy tarde para que unos niños de nueve años estuviesen despiertos todavía. 
Ava y Leo compartían dormitorio y dormían en sendas camas idénticas. Intentaron mantenerse despiertos para estar atentos a la aparición de Krampus, pero el sueño les fue cerrando poco a poco los ojos hasta que cayeron por completo en brazos de Morfeo. 
Pasada la media noche, con toda la casa a oscuras y en silencio, el ruido de una cadena oxidada arrastrándose por el pasillo despertó a los hermanos. No pudieron resistirse, la bestia los metió en un saco y se los llevó a su cueva. Una vez allí lez azotó con una vara de abedul que tenía para esos menesteres, para ver si de una vez por todas, se portaban bien. 
Los niños habían llorado a moco tendido por los azotes y por el miedo que estaban pasando. 
—Así que a partir de ahora os vais a portar bien, ¿verdad? 
—Síiiii. Lo prometemos. Seremos los niños más buenos del mundo —dijeron Ava y Leo al unísono. 
Lo último que vieron los nilos aquella noche fue a Krampus cerniéndose sobre ellos y después, oscuridad. 
Por la mañana, mamá fue a la habitación. Los niños dormían profundamente. Les despertó con un beso. Al abrir los ojos y ver que estaban de vuelta en casa, abrazaron muy fuerte a su madre y la llenaron de besos, jurando que jamás volverían a ser malos. 

15/12/2022

Las Huldras


Reto: Winter is coming
de Libros.com


En la pequeña aldea todo comenzó a torcerse al llegar el crudo invierno. Los lapones, acostumbrados al frío, no podían creer que aquel año fuese tan malo. tendrían que hacer verdaderos sacrificios para subsistir hasta la llegada de la primavera. Los hombres salían a pescar cada día mientras las poquísimas horas de luz lo permitían. 

Entonces, algunos hombres empezaron a no volver a casa después de ponerse el sol. Desaparecían sin dejar rastro. Otros, volvían con un brillo distinto en sus ojos y con oro, que decían haberse encontrado pescando. Fuera lo que fuese, algo raro estaba ocurriendo con los hombres. Algunos comentaban que habían visto a tres damas de inusual belleza merodeando por la zona, claramente forasteras, vestidas muy ligeras de ropa y que, se diferenciaban de las demás mujeres por tener cola de vaca y que si no las obedecías, te mataban. 

Aquel día, Jarko se propuso encontrar a su padre. Dos semanas desaparecido eran demasiadas para él, su madre y su hermana. 

Al llegar al lago, había una mujer de espaldas, arrodilla en el suelo, bebiendo agua helada. Estaba completamente desnuda, por lo que vio como una cola de vaca le salía de la parte baja de la espalda. Quiso quedarse quieto pero, al dar el último paso, la mujer se giró. no parecía tener frío ni sorprenderse por su presencia. Se levantó y se dirigió hacia Jarko, sinuosa. Quería acostarse con él allí mismo. El chico, que no tenía más de quince años, le dijo que no era buena idea. La Huldra furiosa, intentó arrancarle los ojos con sus largas uñas, pero Jarko le cortó la cola de un tajo con el hacha del pescado y la fiera murió desangrada. Entonces corrió hacia la aldea a contar lo sucedido para  acabar con las otras dos Huldras. 

11/12/2022

Los pasos que vienen

Estrella amarilla*
Reto: Versos absolutamente libres
de Libros.com

Los pasos que vienen,
Los pasos que van
Andan un trecho
Para luego parar.
Pisan sobre mí,
Estoy bajo el suelo
Con miedo en el sótano,
En donde mi abuelo.
Las bombas que caen,
Las balas que matan,
La lluvia que moja
Las heridas que sangran,
El viento que aúlla,
La madera que cruje
Y yo aquí escondida
Cuando la vaca muge.
Las botas que vienen,
Las botas que pisan
Y yo solo quiero
Que se marchen deprisa.

Los pasos que vienen,
Los pasos que van
Andan seguido,
No se van a quedar
Se llevan la vaca
Que me da alimento,
Me dejan sin nada
Por culpa de un sargento
Yo bajo la mirada
Aún estando muy quieta
Veo la estrella amarilla
Cosida a mi chaqueta,
Por esa estrella
Te disparan en la nuca
Y yo solo quiero
Celebrar el Hanukkah**
Con mis amigos
Y seres queridos
Y dejar de escuchar
Estos pasos temidos.

Estrella amarilla
Los judíos mayores de seis años de edad debían llevarla cosida a la ropa y de un modo siempre visible en todo momento que estuviesen en espacios públicos. Se pretendía que fuera una vergüenza ocasionada por el antisemitismo.

** Hanukkah
También Janucá o Fiesta de las Luminarias, es una celebración que dura ocho días con sus noches. Esta fiesta judía conmemora un levantamiento popular y un milagro sagrado de hace más de 2000 años.

05/12/2022

Roxana R6-NFR18

CONCURSO DE RELATOS 34ª
Ed. ¿SUEÑAN LOS ANDROIDE CON OVEJAS ELÉCTRICAS?
de Philip K. Dick

Las tres leyes de la robótica de Isaac
Asimov son:
  1. Un robot no puede dañar a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daños.
  2. Un robot debe obedecer las órdenes que le den los seres humanos, excepto cuando tales órdenes entren en conflicto con la Primera Ley. 
  3. Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que está protección no entre en conflicto con la Segunda Ley. 
Roxana era la niña perfecta, la hija perfecta. Con esa cara redonda y sus mofletes sonrosados, con su melena pelirroja y la mirada azul, era lo que Úrsula y Martín siempre habían anhelado en sus vidas. Estas iban a ser sus quintas navidades juntos y no podían estar más dichosos con su querida hijita. Eran la auténtica estampa de una familia feliz. 
Como el 99,99 por ciento de la población mundial, la pareja era completamente estéril por un virus que se había propagado rápidamente en la década de los noventa del siglo XXI. Ahora, en el año 2112, tener un hijo propio era una utopía. Ni tan siquiera los más novedosos tratamientos de fertilidad habían podido plantar cara a dicho virus. 
A su vez, el mundo de los androides causaba furor. Era muy difícil distinguir si realmente se estaba ante un ser vivo o un robot. Así que, ante la imposibilidad de tener descendencia, muchos humanos obtuvieron una o varias de estas angelicales criaturas a la carta, eligiendo su apariencia física, así como su carácter y personalidad. 
Roxana había preparado la mesa para la cena de Nochevieja tal y como Úrsula le había encomendado. A decir verdad, la mujer se sorprendía con la rapidez y eficiencia con las que Roxana lo hacía todo. Para ella era una niña, su niña. Cada vez le costaba más ver que, en realidad Roxana R6NFR18 era un cyborg programado para ser una criatura obediente y adorable, incapaz de hacer daño a una mosca. Pero parecía tan real, que Úrsula y su marido Martín, se la quedaban mirando embobados muchas veces mientras jugaba con los tres perros de la casa. Simplemente, la niña androide estaba programada para ser amable, noble y bondadosa. Era demasiado perfecto. Nunca se enfadaba, jamás llevaba la contraria. No había problema para que se fuera a la cama por la noche o se levantara por la mañana. En casa de los Hernández-Bueno jamás había una voz más alta que la otra, ni llantos, ni desobediencias o reticencias para hacer cualquier tarea. 
—¡Todo tiene una pinta excelente, mamá! 
—¡Ay, hija! Me has asustado. No me hables de repente por la espalda, que no te veo y me sobresalto —dijo Úrsula mientras terminaba de emplatar las vieiras al vino blanco. 
—De acuerdo mamá. No volverá a pasar —respondió Roxana poniendo en su cara la sonrisa que tanto le gustaba a su mamá.


A los quince minutos llegó Martín del trabajo que fue directo a la ducha a prepararse para la celebración. Había pasado los dos últimos días encontrándose fatal y tenía mala cara. Quería espabilarse un poco. Una hora después, empezaron a llegar los demás comensales: Antonio y Marisa, los padres de Martín. Miguel, el viudo padre de Úrsula, junto a su otra hija Rebeca y el marido de ésta, Gabriel. En total, siete personas además de Roxana. 

Nada más sentarse a la mesa, todo el mundo se dio cuenta de lo mal que se veía Martín. Entonces, unas pústulas que iban del amarillo al verde empezaron a brotar y a explotar antes de terminar el segundo plato y un olor nauseabundo lo inundó todo. Las cosas ocurrieron demasiado rápido como para poder asimilarlo. Martín cayó al suelo entre temblores y una espuma blanca saliendo de su boca y, aunque Roxana sacó a relucir todo sobre primeros auxilios que sabía, el hombre murió. Todos se miraron horrorizados durante unos segundos sin articular palabra, hasta que una Úrsula fuera de sí, se lanzó sobre el cuerpo de su marido gritando su nombre. Roxana intentó consolarla. Como robot, no podía permitir que un humano sufriera, ya fuera por dolor físico o emocional. Había sido también programada para ello, pero no contaba con que en un momento dado Martín resucitara y de un bocado, le arrancara la nariz a su esposa. A partir de ese momento, el caos se apoderó de la estancia. Roxana no sabía qué hacer por primera vez en su existencia. No podía dejar que su madre fuera atacada por su padre, pero tampoco podía atacar a su padre. 

Cuando a las doce de la noche se retransmitían las Campanadas desde la Puerta del Sol, Rebeca y Miguel habían salido huyendo de la casa sin mirar atrás y dejando la puerta abierta de par en par. Todos los demás, convertidos en zombis, pero humanos a ojos de la IA Roxana R6NFR18, salieron detrás. La niña salió a la calle, a ella los zombis no la atacaban porque no era humana. Por inercia, fue hacia su colegio. Aunque no lo necesitaran, a los humanos con niños robot les hacía especial ilusión sentirse como aquellos padres de antes que llevaban a sus hijos a la escuela. Allí, se encontró con otros como ella, androides infantiles que, ante la degeneración de sus humanos se habían quedado huérfanos. Sin quererlo, el mundo acabaría estando bajo el dominio de las máquinas, simplemente por uno de los virus que la humanidad esparció.


03/12/2022

¿Dónde está el señor de rojo?


VadeReto de Diciembre 2022


Ded Moroz, Joulupukki, Jultomtem, Viejito Pascuero, San Nicolás, Babbo Natale, Father Christmas, Père Noël, Papá Noel… Supongo que a estas alturas ya sabéis de quién estoy hablando. Ese señor bonachón vestido de rojo gracias a una famosa bebida con cafeína, la cual pensó que el verde que lucía hasta entonces era un poco soso.
Pues bien, la pequeña Noelia de siete años estaba muy feliz de poder ir junto a sus padres a ver a Papá Noel. Aprovechando el puente de principios de diciembre viajaron hasta Finlandia, concretamente hasta Rovaniemi, donde se encuentra el cuartel general de Papá Noel. Allí podrían dar paseos en trineo tirado por renos, ver las auroras boreales, y por supuesto, conocer a Papá Noel que era lo que más interesaba a nuestra protagonista. Pero cuando la familia llegó a su oficina, todo era un correr de aquí para allá como pollo sin cabeza. Los elfos ponían el grito en el cielo porque Papá Noel, ni tampoco Mamá Noel, habían vuelto de las vacaciones en Hawaii que se estaban tomando desde agosto.

Bushy Evergreen, el inventor de la máquina de juguetes. No podía ni quería hacerla parar porque los niños no tenían la culpa de que Papá Noel hubiera decidido quedarse junto a su esposa en la playa tomando Piñas Coladas. El sudor le caía a goterones por la frente y estaba rojo cual tomate.

Shinny Upatree, cofundador de la Aldea con Papá Noel y viejo amigo suyo, no sabía qué más hacer. Le había llamado al móvil, enviado correos electrónicos, un par de cartas a mano. Incluso lo intentó con un telegrama y un burofax. Pero nada, no contestaba. 


Wunorse Openslae, no sabía qué hacer a parte de sacar lustre al trineo y de cepillar, alimentar y mantener sanos y en buena forma a los renos.


Sugarplum María, estaba igual de perdida que los demás. También para ella fue imposible que Mamá Noel le respondiera, y eso que era su asistente personal. Hacía un mes de su última videollamada en la que le prometía que le traería una de esas figuritas hawaianas que se ponen encima del salpicadero del coche. Sugarplum la colocaría en su moto de nieve, claro que sí.

Alabaster Snowball, que era el encargado de administrar TODAS las cartas que los niños enviaban por Navidad, hacía su trabajo cruzando los dedos para que por fin apareciesen los señores Noel por la puerta de la oficina. ¡Había que ver la cantidad de niños buenos que había por todo el mundo!

Y por último, Pepper Minstix, el guardián del secreto de la localización de la Aldea, que en vista de las tres personas que allí se encontraban, no había guardado demasiado bien dicho secreto. 


—¿Se puede saber qué hacen aquí? —dijo Pepper Minstix con el ceño fruncido— Si no son hadas, elfos, enanos… ni tan siquiera nuestra más acérrima competencia, el sabelotodo Melchor, Gaspar el rubiales y Baltasar el favorito de los niños… se les prohíbe la entrada a este lugar. 

—A ver… —comenzó a decir el padre— siendo usted un ayudante de Papá Noel, debería ser un poquito más simpático. Por lo menos, con la niña delante. Soy abogado y sé que es totalmente legal estar aquí. Si no, ¿por qué tienen una página web? 

—¿Una página web? ¿En Internet? Creo que se confunde. No somos un parque de atracciones. 

—Perdón Pepper —añadió Shinny Upatree— lo acabo de mirar, y sí. Nos estamos ofreciendo como un lugar en el que los niños pueden visitar al señor de rojo…


A Pepper Minstix casi le da un desmayo pero, entre Alabaster Snowball y Bushy Evergreen le ayudaron a reponerse. Ante el negro devenir de las navidades que se le presentaba ante sus ojos, no sabía qué hacer. Sin Papá Noel la campaña de este año iba a ser una hecatombe a nivel mundial. Entonces Sugarplum María preguntó cómo se llamaban. Ellos le dijeron que eran simplemente los papás de la niña. Que la importante allí era la niña de nombre, Noelia. 


—¿Noelia? ¿Pero qué me estás contando? ¡Te llamas igual que nuestro jefe! 

Sugarplum se quedó pensativa unos instantes, hasta que decidió hacer un corrillo con sus otros cinco compañeros. Estuvieron debatiendo durante media hora, hasta que encontraron una solución momentánea a sus problemas. 


—Pues bien, Noelia. Y papás —empezó a decir Shinny Upatree—. Ya que Papá Noel ni está, y parece ser que ni se le espera, hemos consensuado mis compañeros y yo, que como esta maravillosa criatura se llama como nuestro queridísimo jefe, podría ser quien entregase los juguetes a los niños estas navidades. ¿Qué les parece? 

    —Pero a Noelia aún le quedan unos días de colegio, y nosotros debemos presentarnos a nuestros trabajos —dijo la mamá algo alterada. 

    —No se preocupen por eso. Haremos unas llamadas. Tenemos un gran poder de persuasión —respondió Upatree. 

    —¡Yo quiero! ¡Yo quiero! ¡Yo quiero! Sí, por favor papás. Por favor…


Al final, los padres accedieron. Los ayudantes de Papá Noel movieron sus hilos mágicos e hicieron las llamadas pertinentes para que no hubiese ningún problema para Noelia o sus papás. Los días pasaban tranquilos pero con mucho trabajo qué hacer. A los papás les vistieron como ayudantes, y a Noelia le hicieron un precioso vestido rojo con detalles blancos.

   

El día 24 de diciembre todo estaba listo para la gran entrega de regalos. Noelia, arropada por todos, sería la cara visible de este año. Cuando de pronto un sonoro "Ho, Ho, Ho" resonó tan fuerte que hizo caer la nieve del tejado. Eran Papá y Mamá Noel que venían en un trineo improvisado tirado por seis delfines. 


—¡Hola a todos! No nos vais a creer todos los problemas que hemos encontrado para poder volver a casa. Ni pudimos comunicarnos de ninguna manera. Espero que a pesar de todo, el trabajo se haya ido haciendo y no sea tarde. Ho, Ho, Ho. 

    —Estábamos a punto de salir —dijo Shinny con una gran sonrisa por ver a su viejo amigo—. Noelia, iba a hacer de ti este año porque no estabas. Luego te contamos la historia. 

    —Ho, Ho, Ho ¡Eso es una genialidad! NOELIA. Vaya nombre más bonito. Ya que los dos estamos aquí… ¿Qué te parece si repartimos los juguetes juntos? 

    —Sí, sí, sí, y mil veces siiiii —dijo la niña saltando sin parar. 


Y así es como durante aquella noche de Navidad, Noelia y Papá Noel dieron la vuelta al mundo repartiendo regalos y felicidad. Y si la felicidad no era posible porque algunos niños lo pasaban mal al vivir en países pobres o en guerra, les dejaban también un poquito de esperanza y los mejores deseos.


29/11/2022

No es país para dos Julietas

Fotograma de la película «Circumstance», de Maryam Keshavarz. EEUU, 2011
Reto: Una lluvia de plomo
de Libros.com

Aleah es israelí y su nombre significa "inmigrante". Ella es una de las mujeres soldado que hay en Jerusalem. Desde pequeña, su familia y su entorno le inculcaron que los palestinos eran los malos...


El nombre de Naouar significa "flor" y su familia es de Palestina desde varios siglos atrás. Siempre, toda su familia y su entorno le dijeron que los israelíes eran los malos...


Los gritos de Naouar la alertaron. Aleah, desde el otro lado del muro, podía ver como un hombre llevaba a la fuerza a una mujer. 

—¡No me gustas y no me voy a casar contigo! —sollozaba Naouar.

Pero el hombre ni se inmutaba. El padre de Naouar veía con buenos ojos aquella unión en donde ella no tenía ni voz ni voto.

Aleah quería pensar que lo que ocurría con aquellos dos no le incumbía. Podría tratarse de una trampa y ser víctima de un atentado terrorista. Pero, los ojos de Naouar imploraban salvación. Esos ojos negros clavándose en los verdes ojos de Aleah y también en su corazón.

Lo que iba a hacer era una locura y podía acabar en desastre, así que no se lo pensó. Fue hacia la pareja y golpeó la cabeza del hombre con su fusil y luego, con un machete le cortó el cuello para no tener que disparar y no hacer así demasiado ruido. Cogió de la mano a la mujer y la llevó a su territorio. Allí le dijo que se quitara el velo para parecer  "más occidental" y le dio un papel con indicaciones para ponerse a salvo.

Naouar, obedeció a aquella mujer soldado. Ambas sintieron un indescriptible calor en el pecho.

Al volver Aleah a casa de noche, Naouar la esperaba. Al verse se fundieron en un beso liberador.

Eran dos mujeres que se amaban.

25/11/2022

25-N Contra la Violencia a la Mujer

 
Reto: Nosotras no nos callamos 
de Libros.com

El primer golpe

El primer golpe no lo vi venir. 
X y yo nos conocimos por amigos en común. Él era muy amable, súper atento con todo el mundo. Carismático. 
Estábamos locamente enamorados y a los seis meses, me pidió que me fuese a vivir con él. Todo iba bien pero, me tuve que amoldar a sus costumbres. El escote, súbetelo. La falda, bájatela. Los pantalones, mejor que no sean ceñidos porque ¿no querrás que te confundan con una golfa? 
Una noche, llegamos a casa. Habíamos estado cenando con Candela y Jerónimo. Nada más cerrar la puerta del recibidor, me llegó el golpe. Me llevé la mano a la mandíbula por instinto y aunque no sangraba, notaba un sabor metálico. Le miré más sorprendida que asustada sin comprender nada. 
—No me mires así —dijo X como si aquello fuese normal— ¿No sabes por qué te he pegado? 
Apenas pude decir que no con un hilo de voz. 
—¿Qué te crees, que estoy ciego? He visto como mirabas a Jerónimo. Estando su mujer y yo delante... Tú es que eres muy puta. ¿Te gusta ser puta? Voy a vigilarte muy de cerca porque lo de esta noche no me ha gustado nada. 
Me fui al lavabo y lloré por sus palabras más que por el golpe. Me lavé la cara con agua fría. El lado donde me había golpeado se estaba poniendo feo. 
Ese fue el primer golpe. Vinieron más. Me hice experta en maquillarme los moratones. 
Si me arreglaba, era una perra buscona. Si no lo hacía, era una vaga de mierda que no servía ni para mostrarse apetecible para su hombre. 
Golpes, patadas e insultos. Más de una vez me llevó por el pasillo arrastrándome del pelo. 
Aguanté así durante ocho años. Hasta que un día me escapé con y por mis niños. 

El último golpe

Mis niños ya son hombres. Han pasado veinte años desde que dejamos aquella casa del horror donde se pasaban muchas noches sin pegar ojo, escuchando como papá pegaba y trataba mal a mamá porque la sopa estaba fría o a la camisa se le había caído un botón. Según X, porque no tenía ni puta idea de nada.

—Mamá, tu comida está siempre buena. ¿Por qué papá es malo contigo? —me dijo un día mi David. 

—Anda, mi amor. Tú come y calla —le contesté besándole la coronilla. 

Aquel viernes de verano lo vi claro. X aún tardaría cuatro horas en llegar a casa, así que metí algo de ropa para los tres en una bolsa y cogí a mis niños. David de seis añitos y Darío de solo dos. Subimos a un autobús hasta el pueblo de mi prima y en dos horas estaba allí. Mi prima Carmen era de las pocas que sabía de mi mala vida con X. Por vergüenza, no era una cosa que quisiese ir contando. No me sentía orgullosa. Siempre me había dicho que no fuese tonta, que le denunciase y que le diese la patada. Pero yo pensaba que a dónde iba a ir con dos niños pequeños. Sin trabajo, sin coche. X me había apartado de todo y de todos. No me valoraba y me había anulado como mujer, como persona. ¿Pero qué clase de madre sería si no protegía a mis hijos de algo malo? 

Ahora nos encontramos de nuevo en el juzgado. Vengo como testigo de la acusación, también Juani, la novia que tuvo después de mí. Venimos para que le metan entre rejas tras mandar al cementerio por una paliza a Míriam, su última pareja.

Mala hierba nunca muere pero vamos a echar herbicida y que no salga.

19/11/2022

Moses y Marah

Reto: Tuvimos una infancia
de Libros.com


Mi nombre es Moses y dentro de poco cumpliré diez años. Mi hermana se llama Marah, y tiene catorce. Estamos solos en este mundo porque nuestra familia ha muerto. Estamos en 2001, en la ciudad de Freetown, Sierra Leona, uno de los países en el que ser un niño soldado es lo normal. 

Ser soldado nunca es fácil, y si eres solo un niño, entonces... ni te digo. Decía que nuestra familia ha muerto. La verdad es que Marah y yo tuvimos que matar a nuestros padres y hermano pequeño. Eran órdenes de quienes nos reclutaron. Así es como saben si vas a ser un buen soldado dispuesto siempre a obedecer. Yo, al ser un chico, estaba claro que me querían para luchar. A mi hermana la salvó de la muerte su bonita cara, así que Marah pasó a ser una de las novias de los militares del Frente de Unión Revolucionario (RUF). A ella no le gustaba, pero obedecía para mantenernos con vida. A los dos nos entrenaron para el manejo de armas, además de saber utilizar un machete con pericia. También somos centinelas, porteadores y espías, entre otras cosas. 

**********

Una bella y esbelta mujer de mirada triste entra en el hall del hotel. Enseguida sale a su encuentro el hombre con el que había quedado. Es periodista. 

Se sientan en unos sillones, él pide un café con hielo, ella una tónica. El lugar de la entrevista es Nueva York y el año 2022. Esa mujer de treinta y cinco años es Marah. 

La tristeza no la abandonará jamás pero es incapaz de derramar una sola lágrima. Ni siquiera al recordar cuando Moses murió con once años. Poco después, una ONG la rescató y por una simple fotografía, pudo iniciar su carrera de modelo. Ahora, contará su historia. 

15/11/2022

Valientes

Reto: Me sobra el azúcar
de Libros.com


—¿Cómo estás hoy, mi amor?
—Muy cansada, esperando verle ya la carita y tenerla entre mis brazos. Entre el embarazo de riesgo por mi diabetes, y que estos nueve meses parecen una eternidad... El reposo y los pinchazos en los dedos para medir el azúcar. Tengo tan insensibles las yemas, que podría coser sin dedal, no viene de un pinchazo más. 
—Lo sé guapa. Dentro de un rato ya vamos a quirófano, es lo mejor en esta situación. Y tranquila, que yo estaré a tu lado en todo momento. 
—La verdad es que me trata todo el mundo con mucho cariño, y como el embarazo ha llegado a buen término, han tenido la deferencia de programar la cesárea para hoy... Creo que voy a llorar.

El marido de Valentina le dio un dulce beso en los labios y también una cajita. Al abrirla, vio una pulsera dorada con tres medallita con un nombre  grabado cada una. El de ellos dos y el de la bebé que en unas horas vendría al mundo. 

—Este es tu regalo de cumpleaños. A parte de lo que se nos viene encima. Pero no me llores, ¿eh? 
—Ups, lo siento. Demasiado tarde —dijo ella llorando y riendo a la vez. 

Poco después la llevaron a quirófano. Jaime, su marido, entró con ella vestido con gorro, bata y unos extraños patucos exterilizados. Él se mantuvo discretamente al lado de su mujer. No quería quería perderse por nada del mundo el nacimiento de su hija, pero no estaba preparado para ver la cesárea en vivo. De haberlo hecho, se habría caído redondo al suelo por lo aprensivo que era. 3,100 kilogramos y 50 centímetros pesó y midió la niña. Estaba perfecta a pesar de la diabetes de su madre. 

Su nombre, Valeria. De valiente, como su madre. 

11/11/2022

El cuidador

Relato narrado por Juan Carlos Albarracín
en su micro-podcast literario
La Página Nº46 AQUÍ

Hoy quiero hacer una entrada diferente exponiendo el trabajo de los narradores, dobladores y locutores.
El relato de hoy ha sido narrado por la voz de Juan Carlos Albarracín, que lo hace crecer haciéndonos sentir al protagonista del mismo.

**********
Me resisto a morir aunque toda mi familia esté muerta, yo debo vivir. 
Llevo tres meses encerrado en casa y soy feliz así. Mi mujer y mi hijo están conmigo. Les protejo y les alimento. Son mi vida. 
Voy al sótano. Hoy su menú consistirá en muslos de turista alemana... Pobre, le pilló la pandemia de vacaciones en Barcelona. Se nota que era deportista porque me costó desmembrarla, y eso que he sido uno de los mejores carniceros del mercado. No es que Mercè y Nil sean muy exquisitos con la comida, pero esta carne es más dura que la de la señora Ming, del chino de la esquina. Cuando la cacé, cogí también varias salsas de su restaurante. Yo me serviré unos filetitos de esta teutona vuelta y vuelta acompañados con salsa de soja. Ellos lo prefieren todo crudo y sin condimentar. 
Bajo las escaleras. Se alegran de verme. Están encadenados porque si no, la lían un poco. 
Me he resbalado por llevar chanclas. El tobillo está en un ángulo imposible y no puedo moverme. Mercè i Nil pasan de la comida de la bandeja y se abalanzan sobre mí. 
¡No quiero morir! 
¿Quién les cuidará?

06/11/2022

Simple curiosidad

Microrreto: Personajes antagonistas
Blog: El Tintero de Oro


Mis padres, tan idiotas buenos, me lo han consentido todo. Cierto es que me tuvieron cuando ambos rozaban los 45 años y ahora están a punto de jubilarse. Toda una vida dedicada a la docencia, presumiendo de su inteligentísima hija. 
Ellos no sabían por qué no duraban nada los peces del acuario. O por qué el periquito que tuvimos un verano apareció muerto una mañana. O Mochi, el cuqui y gordito hámster que un día dejó de correr en su rueda. 
Ellos no sabían por qué no duraban nada los peces del acuario. O por qué el periquito que tuvimos un verano apareció muerto una mañana. O Mochi, el cuqui y gordito hámster que un día dejó de correr en su rueda. 
Siempre he tenido mucho carisma y gente queriendo ser amiga mía. La que más, Laura. Era mi sombra, mi perrito faldero. 
Hace cuatro años, cuando teníamos quince, quedamos con la excusa de hablar de los chicos. El descampado que elegí era un sitio por el que no pasaba nadie normalmente. Por fin sabría qué se siente al dar el siguiente paso. Quitarle la vida a una persona.
La empujé y la hice caer, me tiré de rodillas a su lado y le di la vuelta para aprisionarla  entre mis piernas y cerré mis manos en torno a su cuello. Sus ojos muy abiertos me miraban sin comprender y su boca se abría intentando coger aire. Pero yo apretaba su cuello viendo como su mirada perdía el brillo de la vida. 
Al terminar me levanté y la dejé allí, no había sentido nada. Ni felicidad o euforia, ni pena, ni ira u odio. Tampoco remordimiento alguno. 
Encontraron su cuerpo al día siguiente y aún nadie comprende por qué lo hice.

02/11/2022

Spandau y Mitte

Reto: El muro
de Libros.com
 

1961

Wolfgang y Claudia llevaban siendo novios desde hacía dos años y, estaban pensando ya en casarse. Ambos tenían veintiún años y se conocieron cuando el chico empezó a trabajar en la carpintería del padre de ella, situada en los bajos de su casa, en el barrio de Spandau. Él se desplazaba cada día en bicicleta desde el barrio de Mitte. 
Todo iba bien hasta que aquel agosto de 1961, empezaron a levantar un muro de hormigón de más de cuatro metros de altura que separaba la ciudad de Berlín. Mitte, el barrio de Wolfgang, quedó en el lado Este, lo que pasó a llamarse la RDA (República Democrática de Alemania). Mientras que Spandau, el barrio de su novia Claudia y de su posible futuro juntos, quedó en la parte Oeste, la RFA (República Federal de Alemania). 
De la noche a la mañana, los enamorados dejaron de poder verse y tocarse, de cogerse de las manos mientras sus jóvenes cabezas soñaban con comenzar una vida juntos y formar una familia. Se amaban perdidamente, pero mientras aquel muro de la vergüenza iba fortaleciéndose y haciéndose más grande, su historia de amor quedaba destruida, machacada bajo la piedra que les separaba. 
Derramaron tantas lágrimas, pasaron tantas noches en vela. Nunca dejarían de amarse. Nunca intentarían reemplazar aquel amor por cualquier otro, ya que, sería una mentira, un absoluto fracaso y una injusticia para todos. Además, cuando en noviembre, Claudia le comunicó a Wolfgang que no le bajaba el período, vieron imposible deshacer su unión aunque estuviesen separados. 
Ella, al principio, lo había achacado a los propios nervios que le provocaba la situación que estaban atravesando. Pero después de cuatro meses, su vientre había empezado a redondearse porque dentro llevaba desde julio, al bebé de Wolfgang. 

1989

Cuando podían, Claudia y Wolfgang hablaban a través de un pequeño agujero del Schandmauer, o Muro de la Vergüenza que separaba Berlín y sus vidas. 
Claudia había dado a luz a su preciosa Lena una mañana de abril de 1962. Al principio, a través del agujero por el que hablaba con su amado, le pasaba fotografías de la niña. Más adelante, se atrevió a que su hija la acompañase para que pudiese hablar con su padre. 
A través del muro, Wolfgang veía como la pequeña Lena pasaba de niña a adolescente, y de adolescente a mujer. 
Pero un día e noviembre de 1989, la televisión emitía unas imágenes de algo impensable hasta entonces. El muro estaba siendo derribado y nadie lo impedía. 
Atónito, cuando Wolfgang al fin se recompuso de su estupefacción, lo primero que pensó fue en buscar a las mujeres de su vida para no tener que separe nunca más. 
En efecto, el encuentro se produjo. Aquella pareja a la que separaron cuando solo tenían veintiún años, ahora se reencontraban con cuarenta y nueve cumplidos, y el primer abrazo que pudo dar a su hija Lena, se produjo cuando ella ya contaba con veintisiete años de edad. 
Lena estaba muy emocionada e impresionada, pues a parte de poder ver y abrazar a su padre, también podría disfrutar de sus abuelos, tíos y primos por la parte paterna. 
Ambas familias pudieron reunirse en una gran celebración que duró varios días, poniéndose al corriente de todo y, dando parte de las pérdidas familiares y de los nuevos integrantes. Y es que veintiocho años dan para mucho. Tan largos, tan interminables, y ahora, pareciese que todo hubiese sido un mal sueño. 
Wolfgang y Claudia no pudieron recuperar el tiempo robado, pero continuaron y engrandecieron su historia de amor como Alemania, unidos. 

22/10/2022

Antes del frío

Reto: Las frutas de otoño
de Libros.com


La juventud son mariposas
Per ahora veo las polillas
Que carcomieron los muebles
Y hasta la última de las sillas. 

Estoy sentada en mi butaca,
Mi cabeza es como una noria.
Qué pensá que a estas alturas
Me la juegue tanto la memoria.

Sé la suerte que he tenido y tengo,
Mi marido me tiende la mano,
A él no le importan mis arrugas
Y peinar mi cabello cano.

Nos conocimos tan jovenes
Y hemos estado tantos años juntos,
Que aún lo seguiremos estando
Cuando seamos un par de difuntos.

A veces vuelvo a ser como una niña
A veces lloro, y a veces río
Porque sé que estoy en el otoño
Antes de la llegada del frío.

Y si os lo estáis preguntando
Sí, otoño es un eufemismo
Porque aquí, Muerte y frío
Vienen a decir lo mismo.

Y hasta aquí llega mi poema
Sobre la vejez y el otoño
Qué menuda mala rima tiene
La dichosa palabra. ¡Coñ...!
Esto... Quise decir... ¡Leñe!
Y al carajo se me fue la rima.

17/10/2022

Me pillas en mal momento

Reto: Camino a la gloria
de Libros.com

La cola en el súper era rematadamente larga. Yo buscaba un pañuelo en el bolso para limpiarle los mocos al pequeño. Hacía poco que había empezado a andar y justo en aquel momento quería bajarse de su sillita, berrinche incluido. El mediano, con tres años, quería los caramelos que convenientemente ponen a pie de caja como cebo. Además, mi teléfono comenzó a sonar... Mi marido se retrasaría algo más para recogernos. Atasco en la M-30. La mayor, menos mal, una santa a sus diez años. 

Con el vaso de mi paciencia a punto de rebosar, roja por el agobio de un viernes por la tarde en la abarrotada tienda, vi aparecer a Enrique, un antiguo compañero de instituto. Estaba igual. Más mayor, obviamente, pero igual de guapo. 

—¡Marta! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué es de tu vida? ¿Y estos niños tan guapos? 

—Hola, Enrique... Son mis hijos. Ya ves, comprando un viernes. Viviendo al límite —dije pensando en lo horrorosa que debía estar delante del que fuera el chico más carismático de nuestra quinta—. 

—¡Qué gracia! La pequeña Marta, madre de tres criaturas. Son guapísimos, clavaditos a ti. 

—Gracias. ¿Y tú? ¿Tienes hijo? 

—No, que yo sepa —dijo carcajeándose—. Es más, hace una semana que vuelvo a estar soltero. Yuleidis no aguantaba mi ritmo. Creía que me gustaba demasiado la juerga, pero ¿Qué malo hay en ello? 

—Nada, hombre. Cada cual lleva la vida que quiere, o puede. 

—¿Sabes, Marta? Siempre me gustaste. Pero eras demasiado seria, siempre centrada en tus cosas, sin querer hacer locuras. 

—Querrás decir que yo ra una de las que no iba enseñando cacho para deleite de los muchachos, tú el primero.

—Que no, mujer... 

—Da igual. También me gustabas, pero maduré. Además, me pillas en un mal momento. ¡Anda! Por ahí viene Jorge, mi marido.