28/05/2022

No bebas agua del grifo

Reto: Reencontrarse en el apocalipsis
de Libros.com


Aunque lo he ido racionando todo estos tres meses, ya no me queda comida ni garrafas de agua. No pienso beber la del grifo, por ahí es como han metido este virus para exterminarnos. 

Me asomo a la ventana y solo veo desolación. Mis vecinos están todos muertos aunque aún se muevan. A veces, llaman a mi puerta y vocean algo que yo no entiendo... Pero ya no hay otra, tengo que salir. 

He metido unas mudas y un cuchillo de repuesto en mi bolso, y llevo otro en la mano. Hay que estar preparada para el ataque. 

Abro la puerta y salgo a la calle que parece vacía, pero Paquita está en la esquina de su casa como de costumbre. Ni muerta deja su rincón favorito. Intento no hacer ruido, pero se gira y me ve. Una extraña mueca asoma en su cara y viene hacia mí estirando los brazos. 

Sé qué hacen los zombis y antes de su ataque, le clavo el cuchillo en el ojo. 

Voy hacia la única tienda del pueblo, veré qué queda. En la tienda están los de siempre, se me quedan mirando alelados y al final reaccionan. ¡Otra vez esas muecas! Otra vez quieren acercarse a mí, pero no tengo un cuchillo en la mano para nada, así que voy blandiéndolo a diestro y siniestro. Moriré luchando. Todo está negro...

—Buenos días, ¿es usted Marta Roure Martín, la sobrina de Aurora Martín Serrano?

—Sí. ¿Pero qué ha pasado? 

—Verá, su tía ahora está muy sedada. Con este brote psicótico se ha llevado tres vidas por delante. Cree que sus vecinos son zombis que la quieren matar... 


—¿Tía?

—Marta, no bebas agua del grifo. 

—Aquí estás a salvo, dan botellas.


Marta se alejó llorando. Su única familia había perdido la cabeza por completo.

25/05/2022

Dar el paso

Reto: Reencontrarse en el apocalipsis
de Libros.com
🏆 RELATO GANADOR 🏆


Noventa y ocho días, once horas y diecisiete minutos, es el tiempo que llevan encerrados en el cuarto de la lavadora mi marido y mi hijo.

Ciento diez días desde que la gente empezó a convertirse en zombis, y esos frikis de los no muertos, esos comedoritos vírgenes, se frotaban las manos. Por fín tenían a su alrededor lo que tanto tiempo habían estado anhelando. Mientras se pudo mantener la vida normal, se mantuvo. La gente trabajó hasta su último aliento. Mi marido fue uno de ellos, hasta que una noche llegó a casa abatido. Borja, su compañero y mejor amigo, le había mordido, y aún no sabía cómo había podido empujarle y salir corriendo de allí antes de la masacre en las oficinas. 

Ilusa de mí, le curé la herida como si fuese normal, y no una causada por este virus al que llaman SARSZeta. Le preparé sopa y dejé que nuestro hijo se la llevara, amaba a su padre sobre todas las cosas. Pero mi marido ya no era él y se abalanzó sobre Lucas. Al oír los gritos de mi niño, llegué en dos zancadas a la habitación. Mi amante esposo estaba masticando media cara de su propio hijo. Mi grito se escuchó hasta en Australia. Intenté separarlos, pero no me dejaba. Mi niño dejó de moverse, y en menos de un minuto había vuelto a la vida y ahora los dos me perseguían. Llegué hasta la cocina y fintando como en el baloncesto, pude encerrarlos. Me dejé resbalar de espaldas a la puerta hasta sentarme en el suelo y pasé la noche llorando. Quedé completamente sola.

Ahora estoy en la azotea de nuestro edificio, veinte pisos de altura. Adiós Madrid. Doy el paso y salto. 

Mientras caigo, oigo un helicóptero, llega tarde o salté demasiado pronto...

22/05/2022

Gramíneas mortales

Reto: Alergia primaveral
de Libros.com


Mira que le dije a mi novio que soy alérgica al polen. Bueno, ya no es mi novio, pero mejor toma asiento y te cuento. 

César quería sorprenderme por mi cumpleaños y me puso un antifaz negro para que no pudiera ver. Aunque le pregunté, no me quiso decir de qué se trataba. Simplemente decía que era una sorpresa. Ñañañañaña... una sorpresa, una sorpresa... ¡Maldita sorpresa!

Tras un viaje que se me antojó demasiado largo, el coche se para, salimos y me quita el antifaz. Mis ojos tienen que acostumbrarse a la luz que me ciega.

—¿Te gusta? 

—No me agobies que estoy medio mareada... ¿Qué es esto? 

—Un picnic en un lugar precioso para celebrar tu cumpleaños, mi amor. 

—El sitio es precioso indudablemente, pero... ¿Tú estás tonto o qué te pasa? 

Un mantel de cuadros rojos y blancos estaba dispuesto en el césped, y César llevaba una cesta con platos, vasos y cubiertos, y estaba sacando un neverita portátil donde llevaba la comida y la bebida. 

Yo estaba rodeada de gramíneas y cuando llevaba dos minutos respirando el aire del lugar, me empezó a picar la nariz, la garganta, y a llorar los ojos, en diez segundos empecé a encadenar estornudos sin parar y a sentirme cada vez peor, pero él, lejos de preocuparse, parecía que se divertía. 

—¿Pero de qué te ríes? —Dije casi ahogada. 

—Olga, mi amor ¿de verdad que no te gusta la sorpresa? Eres una desagradecida. Me llevas amargando estos tres meses de relación, zorra malcriada...

De pronto, cuando estaba a punto de desmayarme, alguien me cogió en brazos sacándome de allí mientras escuchaba los gritos de César.

Estoy viva porque mi padre no se fiaba de él, y envió a sus guardaespaldas a seguirnos.

Y es que, con la Mafia no se juega.

16/05/2022

#CalcetinesDesparejados

Reto: ¿Dónde está mi calcetín?
de Libros.com


—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Encontré el cacetín de girazoles que faltaba! —dijo Lucía corriendo hacia su madre por el largo pasillo.

—¡Qué bien cariño! Así se lo puede poner mamá. ¿Dónde estaba? 

—Detraz de la cabeza de la cama.

—¡Ah! ¿Detrás del cabecero? —dijo su madre alborotándole el flequillo y besándola en la frente. 

—¿Y cómo habrá llegado hasta ahí?

—Zeguro que ha zido Cazper, le guzta jugar con miz cacetinez porque me quiere mucho —Casper pareció entender lo que dijo Lucía y empezó a ronronear alrededor de la niña.  

—¿Y quién no te va a querer a ti, mi reina? ¿Qué te parece si en el otro pie nos ponemos el calcetín de arcoíris?

—¡Zíiiiii! 

Lucía y su madre se pusieron los calcetines desparejados y sacaron una fotografía de sus pies que subieron a Twitter e Instagram con sus hagstags
#CalcetinesDesparejados
#DiferentesComoTu y
#SocksBattle4DS
Después, la madre de Lucía la llevó al colegio. La niña estaba muy contenta. Ella era la única con síndrome de down en su clase, y sus compañeros también participaban en esta entrañable iniciativa, que lleva haciéndose desde 2018.

Los calcetines, son un símbolo del Día Mundial del Síndrome de Down porque tienen una forma similar a la de los cromosomas, y se celebra en marzo, el día 21, porque estas personas tienen tres cromosomas en el par 21 en lugar de dos. 

La idea de los calcetines desparejados fue de Chloe Lennon, una niña de Reino Unido, que con tan sólo cinco años compartió un vídeo que se hizo viral, para dar visibilidad a las personas como ella.

Y es que, todos somos iguales aunque seamos diferentes, como los calcetines 😊

06/05/2022

Que no apaguen tu luz

Reto: Mamá, no te vuelvas loca
de Libros.com


—¿Tienes un cigarro? ¿Por qué nadie me da un puto cigarro?

La mujer tenía un mono de narices y sudaba profusamente. Un compañero trajo tabaco y yo le encendí el dichoso cigarro.

—¿Me vas a contar por qué tiraste a tu niña a la basura ahora que tienes tu dosis de nicotina?

—Tía, esa niña no es mía.

—¿Ah no? Entonces los médicos se equivocan al decir que tu cuerpo ha pasado por un embarazo y un parto. Menudos son...

—Yo no sé de donde salió la niña. Nunca me han preñao. Tengo cuarenta tacos y sé de la vida. Al Juli no le funcionan los soldaditos y estamos hartos de hacerlo a pelo en cualquier sitio como conejos...


Yo no podía dejar de mirar su cara, que aparentaba diez años más y escuchar su voz de cazalla. Roberta era una yonki sin retorno. Sus padres nunca habían podido encauzar a su díscola hija, y desde los trece años era una conocida habitual de la policía. La habían dado ya por perdida.

La verdad es que no pesaría más de cincuenta quilos con su metro setenta, y era difícil pensar que había dado a luz dos días atrás. Estaba escurrida.


—Supongamos Roberta, que la niña no es tuya... ¿Cómo lo ves? ¿Bien, no? Entonces no pasa nada y te vas para casa ¿verdad? Obviamos el pequeñísimo detalle de haberte pillado tirando a una recién nacida a la basura.

—Pero yo no he matao a nadie, señora.

—Menos condena para ti, pero no me importa tu vida. Has rechazado toda ayuda, has ido a tu bola sin escuchar a nadie. Lo mejor que le ha podido pasar a esa niña es que la policía patrullara por la zona.


Lo mejor que he hecho fue adoptar a Luz, que ilumina mi vida.

01/05/2022

La Seu Vella

Reto: A donde me lleve el viento
de Libros.com


Meritxell iba hablando con su amiga Esther mientras paseaban por el margen del río Segre. Sus hijas, Laia y Blau, a sus seis años, iban buscando flores mientras cantaban, hasta que repararon en el grupo de dientes de león entre los que yo me encontraba.

—¡Mira Laia! ¡Vamos a soplarlos para que vuelen! 

Blau me arrancó y cerrando su mano entorno a mí de un soplido me separó del tallo, y empecé a subir y subir… El suave aire me hizo cruzar el río mientras veía a unos patos tomarse un baño. El sol lo alumbraba todo y la vista era espectacular, la gente se había lanzado a disfrutar del domingo. Sobrevolé las calles de Lérida y, subí y subí aún más, y casi sin darme cuenta estaba en el Turó de la Seu.

Esto es lo último que veré, La Seu Vella, cuya primera piedra se colocó en 1203, alargándose su construcción hasta bien entrado el siglo XV. 

En sus inicios, fue la catedral de la ciudad, pero en 1640, en la guerra de Els Segadors, fue hospital y almacén de armas. En 1707, Felipe V lo declaró cuartel militar. En 1918 fue declarada monumento histórico, aunque en 1936 tuvo su época más oscura cuando fue un campo de concentración en la Guerra Civil, y cuartel hasta 1948.

Luego empezó su tiempo de restauración y limpieza, y aunque nunca va a ser igual, aquí estoy yo, volando sobre ella y colándome entre sus muros.

Ahora mismo estoy en la torre del campanario. A mí me queda muy poquito de vida, pero ella, La Seu Vella, estará aquí para que quien venga a Lérida, la reconozca otorgándole la personalidad necesaria al skyline de esta sencilla y modesta ciudad.

Pero qué sabré yo, si solo soy un simple diente de león.