08/12/2023

Catarsis

Microteatro de Diciembre 2023
 

—Escucha. Tengo que hacer un parón en la sopa de letras que estoy preparando, porque el caldo es de pollo y, algo me está carcomiendo.
—¡Soy todo oídos!
—Pues verás. Ayer maté a un conejo. 
—¿Cómo? 
—Con nocturnidad y sin alevosía. 
—Ya me imagino. No eres de esas pero, ¿cómo pasó? 
—Conduciendo. Fue sin querer. 
—Tranquila. No pasa nada. 
—¿Y por qué me siento tan mal? Si al menos, lo hubiese matado por necesidad. Para comer... Pero yo no como conejo. Precisamente porque me da pena. Pollo sí. Que es lo más parecido que se me ocurre. Por eso es de pollo el caldo que más me gusta. 
—Los conejos son animales bobos. Se quedan parados ante los faros y, ya está. Caput. 
—Es que sonó cloc-cloc. La rueda izquierda delantera primero. Y a continuación, la trasera. Un conejito precioso que parecía suave y achuchable. Me sorprendió, no lo esperaba. A mi edad, ha sido la primera vez. Y tengo que dar gracias a que no fue un jabalí el que se cruzó en mi camino. 
—Entonces, estaríamos hablando de algo mucho más grave. 
—Ya... Que en su gloria esté el desgraciado conejillo. Lo siento con toda mi alma. He matado sin remordimientos a moscas, mosquitos, hormigas y otros bichos. Y sin querer, al pisar a algún que otro caracol que no vi. ¿Me sigues? 
—Te sigo y lo corroboro. 
—Me quedo mucho más tranquila. Ha sido un placer poder hablar contigo, cerebro. Necesitaba soltarlo de alguna manera. Ha sido toda una catarsis y escribiré sobre ello. Pero antes, debo terminar la sopa. Que estoy deseando comerme un buen plato y añadirle unos picatostes. 
—No hay de qué. Y yo agradeceré la tranquilidad que me dará el que te comas esa sopa.


Postdata: Pasadas las doce de la noche del 6 de diciembre. Atropellé a un conejo. En estos casos, la DGT aconseja no frenar para salvaguardar al conductor y a los acompañantes que pudiesen ir en el coche.

06/12/2023

El Club de los Zombis

Dibujo sacado de la app de SHEIN
CONCURSO DE RELATOS 39ª Ed. HARRY POTTERY LA PIEDRA FILOSOFAL de J. K. Rowling


A mí siempre me han tildado de rarita. Pero a estas alturas de la vida, poco me importa.

Mis queridos (y hippies padres), me habían enviado a la fantástica Everglow Magic School. Una maravillosa escuela en donde según ellos, yo podría hacer florecer mis mil y un dones. Para ellos, su pequeña Maya, era lo mejor del mundo mundial, lo que me hacía muy feliz.  ¡Cuánto les echo de menos! 

Pues eso, que allí estaba yo con mis rizos de colores y Mr. Rainbow, mi cama-camaleón como le decía yo. Y sí. Antes de pregúntame, podíamos tener a nuestra mascota en aquella escuela en la que estaría internada hasta terminar bachillerato.

Pues el primer día, los de mi clase ya me miraron con cara de oler fuertemente a piara y, me llamaron a la cara, y las espaldas, Tuerta Turulata. ¿En serio? ¡Qué originales! Y es que, si os acercáis al dibujo de mi cara súpermegahíperrealista que mi madre me dibujó para que lo tuviese conmigo en Everglow, veréis que mi ojo izquierdo es distinto. Con ese ojo sólo veo de noche, y con el derecho, de día.

Y entonces a la hora del recreo de aquel primer día, sola como yo estaba comiéndome una dulce y deliciosa manzana roja, se me acercaron cuatro criaturas la mar de encantadoras. 

—¡Hola, Maya! Vamos a la misma clase y mi nombre es Matt. Y estos son Serena, Andrew y Rocket. Que van al "B" pero son mis amigos y nos llaman los Zombis porque somos los raros e inadaptados. ¿Quieres unirte a nosotros? —dijo el niño de carrerilla mientras me tendía la mano para saludarme.

—¡Hola, Matt, Serena, Andrew y Rocket! ¡Qué fantásticos sois! ¡Y qué bien que tengo cuatro amigos de golpe! Pero, raros… ¿de qué? Yo os veo la mar de normales. Si es que la normalidad existe, que ya es decir.

—Me encanta lo filosófica que eres, Maya. Pero como podrás ver, llevo dos prótesis para andar porque nací sin piernas — dijo Serena mientras saltaba haciendo ver que corría.

—Yo, Rocket, me llaman así porque siempre he sido un trasto que no para quieto y en una de mis ocurrencias, jugando con un candil, me quemé media cara. De ahí mis cicatrices y que parezca que la mitad de mi rostro se vea como derretido. 

—Andrew no habla. No es sordo ni mudo, porque habla en sueños. Si tiene algo que decir, lo escribe en su cuaderno del que jamás se separa —suspiró Matt. —Y yo, pues albino y zurdo. No puede darme la luz del sol directamente porque se me descama la piel y puedo desarrollar melanomas diez veces más que cualquier persona. Y por eso somos los zombis. ¿Qué te parece? ¿Te asustamos o te molamos?

—¡Me moláis, y quiero ser una de vuestros zombis! ¡Rarezas al poder! Mis padres se van a poner supermegahíperfelices por tener tantos amigos tan geniales y tan pronto. ¡Ajo y agua pa' los siesos!

A la semana de haber empezado el curso, el ambiente de Everglow se volvía más denso. Extraños sucesos mágicos comenzaron a perturbar la tranquilidad de todo el mundo. Hechizos descontrolados, objetos encantados que se volvían inestables y criaturas mágicas que actuaban erráticamente, generando un gran caos. Alguien había robado de su vitrina La Gema de la Discordia. Así que el club de los Zombis nos reunimos para concentrar nuestros poderes y neutralizar la mala vibración de dicha gema.

Serena, con su don de la transformación, se convirtió en una criatura capaz de detectar la emanaciones de la piedra, guiando al grupo hacia donde se hallaba. 

Matt aplicó su magia de velocidad para crear un vórtice de energía alrededor de la gema, ralentizando sus efectos para que los demás actuasen con mayor precisión.

Andrew, utilizó su magia silenciosa para contrarrestar los sonidos discordantes generados por la gema, creando una barrera de calma a su alrededor.

Rocket, con su magia de fuego controlado, purifica la energía negativa, despojando a la joya de su malignidad.

Y yo utilicé mi control sobre la magia de la noche para envolver la gema en sombras, disminuyendo su resplandor para devolverla a la Cámara de las Reliquias.

Al cerrar la vitrina, un papel amarillento cayó a mis pies. Era un antiguo contrato mágico que vinculaba a Ignatius, un profesor despedido por sus malas artes, que murió de un infarto ipso facto

—¡Sacad de nuevo esa gema y devolvédmela!

—¡Ni hablar!

Ante nosotros estaba el mismísimo espectro de Ignatius, pero acabamos con su malvado plan. Yo le deslumbraba con mis sombras nocturnas, mientras Matt y Serena le neutralizaron, Rocket creó a su alrededor una barrera de fuego. Entonces Andrew, en su silenciosa maestría, contrarrestó los conjuros oscuros. 

Ignatius fue entregado al director de la escuela que, encerró al fantasma en un tarro mágico e imposible de abrir o romper. 

La Escuela Mágica de Everglow se transformó en un lugar donde  cada estudiante, independientemente de sus habilidades o peculiaridades, encontraba un espacio para crecer, aprender y prosperar en armonía. Nosotros seguíamos siendo los raritos, El Club de los Zombis, aunque ahora todos querían ser nuestros amigos. 

Y aquí hemos vuelto Matt y yo veinte años después. Acompañando a nuestra hija, Candy, en su primer día en la escuela, con sus rizos de colores y Mr. Rainbow, que es inmortal y nunca envejece. Ha heredado mis ojos y es zurda como Matt. Toda una súpermegahíperbendición.


03/12/2023

La doncella del sauce

VadeReto de Diciembre 2023
Basado en la canción: The Willow Maid, de Erutan
Podéis ver el Life Action AQUÍ


Una fría mañana de diciembre un joven caminaba por el bosque con su aljaba y su arco de caza pensando en la mala suerte que estaba teniendo aquel día, pues no había cazado nada. Pero de pronto, empezó a escuchar una dulce voz que entonaba una canción.

Movido por la curiosidad, siguió la melodía hasta el lugar donde junto a un gran sauce en mitad de un claro, se encontró a una bella joven que dejó de cantar al verle. 

—¡Oh, linda doncella! Ven conmigo y deja este sombrío y frío lugar. Yo te tendré bien cuidada y tendrás un verdadero hogar.

—Lo siento, noble caballero, pero no me puedo ir. No me pidas que te siga. Pues desde que nací, mi lugar está aquí.


El joven se fue cabizbajo pero al día siguiente, volvió a aquel bosque portando una flor amarilla y vistiendo su elegante capa verde. La doncella por la que suspiraba, tenía el pelo rojo como el fuego y los ojos brillantes como esmeraldas. Ella estaba radiante y bella, sentada junto a su sauce, cuando él le regaló la flor. 

—¡Oh, linda doncella! Me has obnubilado y mi corazón has capturado, por eso te digo que tu novio yo quiero ser.

—Pero yo no puedo casarme, ni cerca, ni lejos, ni pronto. Lo siento, noble caballero. No me pidas que te siga. Pues desde que nací, mi lugar está aquí.


Pasó otro día y el joven, cada vez más desesperado, volvió a adentrarse en el bosque con un hacha recién afilada. Pensando que al fin se llevaría a su hada de ojos verdes para poderse casar. Ella sería la esposa con la que criaría a sus hijos y viviría feliz hasta que llegase su final. Pero la doncella nada más verle, se rompió en mil lágrimas, suplicando que no hiciera lo que podía leer en el rostro del chico. 

El joven blandió el hacha hasta que el centenario sauce al fin al suelo cayó.

—¡Oh, linda doncella! Ya nada te ata aquí. Tu sauce yo he talado. Ahora, mi amor, me perteneces.

—No has entendido nada porque jamás me escuchaste. No me pidas que te siga. Por favor, mi lugar está aquí. 


Él la tomó de la mano y, ella arrastró los pies como alma en pena. La forzó a seguirle pero, a escasos metros, la bella doncella, cayó fulminada sobre la tierra y, del manto verde de la hierba que la vio nacer, se desvaneció en una flor. Una que sólo florecerá durante un día al año. 

El joven sin comprender lo sucedido, no pudo sacar a la doncella del bosque, porque nunca puedes poseer lo que nunca estuvo destinado a ser tuyo.


La Moraleja podría ser:

«La imprudencia puede llevar a la pérdida».