¿Qué nos paraliza?
Normalmente es el miedo, pero también la incertidumbre, la pereza por conformismo, por pensar que todo está bien tal y como está, por el dicho que a veces es cierto y otras veces no, como los pimientos de Padrón, que a veces pican y a veces no. Más vale malo conocido que bueno por conocer.
Pero en ocasiones hay que desechar al malo conocido y expulsarlo para que sea lo que venga, si es bueno o malo, pues ya se verá. La vida a veces se hace lenta y cuesta arriba, pero es muy corta, y sí, de vez en cuando, nos supera y es normal. Y aunque no es consuelo saberlo, no eres un bicho raro por admitir que te pasa.
Miro a mi bebé que duerme plácidamente junto al otro cachorro de la casa. Son amigos y ahora puedo fantasear e imaginar el horizonte de sus vidas. Lo que por natura sería lo lógico que sucediera. Mi hijo crecerá, pero mi perro crecerá y envejecerá mientras el cachorro humano estará rozando la adolescencia y será su primer mazazo en la vida, si todo va como tiene que ir. Cuando tenga que decir adiós a su compañero de aventuras peludo. Pero mientras tanto, vamos a disfrutar el momento. Vamos a ir viendo juntos, como el pequeño de los sabrosos mofletes mejora su manera de comunicarse y aprende a andar. Como sin prisa pero sin pausa, adquiere sus conocimientos.
Los niños son el presente, y sobre todo el futuro. No se trata de que la gente tenga muchos niños porque aunque suene mal decirlo, hay sobrepoblación en el mundo. Si no de que ningún niño o niña vea interrumpido su plácido sueño por la estupidez de los adultos, con sus guerras y sus taras mentales. Si siempre fuéramos inocentes y con la capacidad de distinguir y escoger el bien sobre el mal. El mundo sería mucho mejor.