Arquinos y Arelia estaban muy orgullosos de su hijo Vosuel. Gracias a su esfuerzo y tesón recopilando todos los cuentos y leyendas de la comarca de Darasta, y de las otras comarcas del pequeño país de Bastús.
No fue fácil. Durante muchos meses, Vosuel fue por las distintas ciudades y aldeas en busca de esas historias que hasta entonces, se iban transmitiendo entre generaciones por tradición oral. Las fue transcribiendo en sus libretas para poder crear el que sería el primer libro de su país, y de su mundo.
El planeta Hibuxe era muy similar a la Tierra aunque allí el cielo era rosa, el agua verde y la tierra azul. Su tamaño, atmósfera y fuerza de gravedad hacían posible la vida de los humanos provenientes de su cada vez más devastado planeta.
Uno de esos migrantes espaciales era Johan Gutenberg, descendiente directo del inventor de la imprenta, y de su hijo, quien inventó la tipografía.
Vosuel y Johan se conocieron en un mercado de víveres, telas y artilugios varios, al punto de cumplirse un año de las andanzas de Vosuel en busca de historias. Johan no pudo resistirse a entablar conversación con aquella persona que buscaba escribir un libro. Se presentó, y tras tomar varios tragos en una cantina del pueblo, los dos hombres, contentos y achispados, estrecharon sus manos tras acordar que imprimirían el libro de Vosuel. Johan sabía cómo hacer una imprenta, y entonces «Leyendas, cuentos e historias de Bastús» vería la luz.
La noticia dio la vuelta al mundo. El primer libro de la historia del planeta Hibuxe estaba disponible y la gente se apuntaba a clases de alfabetización para poder leer el libro, pero también para escribir.
Hasta entonces, solo la gente adinerada podía hacerlo, pero ahora la cultura estaría más cerca de todos.