17/09/2023

Lady Eleanor

Foto modificada por FaceApp
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Reto: Equienoccio de otoño
de Libros.com


Lady Eleanor era una dama que había sido educada para seguir las estrictas normas de la alta sociedad victoriana. Su compromiso con Lord Harrington, un hombre tan respetable como poco carismático, era una cuestión de conveniencia. Sin embargo, la vida de Eleanor dio un giro inesperado durante el baile anual en la mansión de los Wellington, llena de leyendas y misterios.

Mientras se deslizaba elegantemente por la pista de baile, su mirada se encontró con la de un misterioso forastero, el cual le resultaba tan atractivo como familiar. Su traje de corte extraño y sus profundos ojos destacaban entre la multitud, y Eleanor sintió una súbita e inexplicable atracción hacia él, una sensación de déjà vu que la dejó aturdida.

El misterioso extranjero se acercó a Eleanor con una sonrisa enigmática y la invitó a bailar. Mientras bailaban, él habló en voz baja, revelando su conocimiento sobre los secretos de la mansión y sus misteriosas leyendas. Eleanor estaba cada vez más cautivada por su conversación, sintiendo que compartían un vínculo más allá de lo que podía entender en un principio. 

Fue entonces cuando el forastero reveló su mayor secreto a Eleanor: era un descendiente directo suyo, venido del futuro. Concretamente, era su tataranieto, Kilian Harrington. Explicó que su conexión, esa atracción inexplicable, se debía a un antiguo ritual del equinoccio que había transmitido a través de las generaciones. La mansión, en ese momento, estaba imbuida de una extraña energía que solo se manifestaba durante aquella época.

Eleanor, sorprendida pero intrigada, decidió seguir al misterioso forastero más allá de la mansión, a un rincón secreto en el jardín donde el antiguo ritual debía llevarse a cabo. Allí, bajo la luz de la luna, se unieron en un acto que trascendía el tiempo y el espacio, reforzando su conexión a lo largo de las eras.

A medida que el sol salía en el horizonte, Kilian le prometió a Eleanor que volverían a encontrarse en su tiempo, y que su relación estaba destinada a cumplir un propósito mayor que ni él ni Eleanor comprendían por completo. Con suma delicadeza, el hombre tomó la mano de Eleanor y la besó, tras lo cual, desapareció en un destello de luz, dejando a Eleanor en su época victoriana pero con un nuevo propósito en su vida.

Desde aquel día, Lady Eleanor vivió con la esperanza de volver a encontrarse con su descendiente, sabiendo que su relación estaba destinada a desempeñar un papel crucial en el tejido del tiempo y el destino de su familia.

Lady Eleanor, atrapada en una vida de protocolos y conveniencia, había experimentado una noche que cambió su forma de ver la vida y todo lo que la rodeaba. Empezó a mirar con otros ojos a su prometido, dándose cuenta que  Lord Harrington, era un hombre tímido pero excepcional. Aquel descendiente suyo venido del futuro, había abierto las puertas a un mundo de enigmas y maravillas que ni ella misma podía comprender por completo.

En los años que siguieron a ese mágico encuentro con Kilian, Eleanor se convirtió en una figura respetada en la sociedad victoriana, que anhelaba secretamente la reunión con su tataranieto. Estudió los rituales del equinoccio y las historias de la mansión con una pasión que nadie sospechaba.

Finalmente, después de algo más de ocho décadas, llegó el día en que una anciana Eleanor, recibió una llamada de su nieto, que había sido abuelo. 

Eleanor y Daniel Harrington tuvieron un hijo y dos hijas. Y su primer nieto, hijo de su hijo, también fue un niño. Y también su bisnieto. Y ahora también, su tataranieto. 

Siempre con ayuda y rodeada de su familia, fue a la clínica donde la mujer de su bisnieto había dado a luz a Kilian Harrington, un bebé de casi cuatro kilos y cincuenta y un centímetros de largo. 

Con lágrimas en los ojos, Eleanor cogió a su descendiente cuando se lo pusieron en sus brazos y le agradeció por mantener viva la llama de su conexión a lo largo de las generaciones, y en aquel preciso instante, el bebé sonrió. 

Al final de su encuentro, el descendiente del futuro le reveló a Eleanor que su reunión tenía un propósito mayor: debían trabajar juntos para preservar el legado de la mansión y proteger los secretos que encerraba. Eleanor, ahora con un nuevo propósito en su vida, aceptó con determinación esta misión.

Poco después de ese emotivo encuentro, Lady Eleanor Harrington cerró los ojos por última vez. Pero su legado y su conexión con Kilian y la mansión, vivirían para siempre.

Kilian Harrington creció con el recuerdo de una joven Eleanor y el misterioso encuentro en el baile. Eternamente agradecido a que ella se casara con Daniel, haciendo así posible su propio nacimiento. 

04/09/2023

Luc, no es diminutivo de Lucas

Microrreto: La paleta de las emociones
&
Vadereto de Septiembre 2023


Hannibal caminaba pensativo por Portland. Su mujer estaba ingresada por su leucemia y la factura crecía cada día. Su trabajo como escritor no daba para más y su sueño de tener éxito se iba desvaneciendo. Las musas le habían abandonado. Si pudiera escribir el libro que todo el mundo quisiera leer, todo sería muy distinto. 
Tras una esquina se topó con una pequeña tienda de antigüedades donde un joven colocaba en el escaparte un tintero de oro donde rezaba: «Pídeme un deseo y lo verás por escrito».
Movido por una extraña fuerza, entró en la tienda .
—Buenas tardes. ¿Es verdad lo de ese tintero?
—¡¡Hola!! Si se lo lleva, usted mismo lo comprobará. Por ser usted se lo dejó simbólicamente en un dólar.
—¿En serio? Será broma, ¿no?
—Yo siempre hablo en serio, Hannibal. Su mujer se recuperará y su libro será un pelotazo en el mundo entero.
—¿Cómo sabe eso?
—Yo lo sé todo. Piense en su mujer sin problemas de salud ni de dinero para siempre. Firme este albarán que lo arreglará todo.
—Muchas gracias, Lucas.
—De nada. Pero aunque en mi chapa pone Luc, no es diminutivo de Lucas —dijo sonriendo.
Hannibal llegó a casa con el tintero y empezó a escribir. Su libro estuvo terminado en tiempo récord, convirtiéndose en un superventas. Su mujer sanó totalmente pero un día, Hannibal desapareció sin dejar rastro hasta que tiempo después, su mujer encontró el albarán del tintero, donde su marido le vendía su alma a un tal Luc Ifer...

03/09/2023

Black Annie

Reto: Equinoccio de otoño
de Libros.com


«¡Corre, insensato! Que el sol ha empezado a ponerse ya. Coge a tu niña y ponla a dormir bien cubierta y calentita bajo su edredón, y no te olvides de cerrar las ventanas y las puertas con todos sus cerrojos y pestillos echados. Que tampoco se te escape el detalle de dejar un círculo de sal rodeando su cama para que yo no pueda acercarme a ella. A esa preciosa niñita de cabellos dorados. 
¡JA! Me río en tu estúpida cara. ¿Tú sabías que yo no voy a venir hoy? ¿De verdad que no? ¿Estás sorprendido? Pues verás, monigote. no puedo venir porque simplemente, SIEMPRE he estado aquí. Al acecho.
Esperando a que se despierte porque tiene ganas de hacer pipí, o puede que quiera bajar a la cocina a por un vaso de agua. O a lo mejor, se aventure a adentrarse en la lúgubre oscuridad del largo pasillo hasta llegar a ti y a su madre porque ha tenido un mal sueño, buscando el refugio y protección de sus papás. Pero yo la agarraré y la llevaré a mi cueva en Dane Hills, continuando con la propagación de mi propia leyenda por todo Leicestershire.
Me llevaré a esa tierna criatura que tienes durmiendo en el piso de arriba tan plácidamente para beberme su sangre, comerme su tierna carne y hacerme finalmente con su piel, una nueva falda para mi guardarropa...»

Simon se despertó sobresaltado por aquel terrible mal sueño. Su primer pensamiento fue para su pequeña Margot, así que se dirigió al piso de arriba y fue directo a la habitación de la niña, pero su cama se encontraba vacía. Entonces, atravesó el pasillo para ir a su propio dormitorio. Se tranquilizó. Margot y su madre dormían plácidamente. Madeleine rodeaba a su hija en un protector abrazo...
¡Un momento! —pensó entonces Simon—. Esa no es mi Madeleine... ¡Saca tus negras zarpas y aleja tus podridos dientes de mi precioso ángel!
Simon, cegado y atormentado por la visión de Black Annis queriendo arrebatarle lo más preciado que poseía en la vida, se dirigió al armario empotrado que había en el mismo pasillo de fuera. Cogió el hacha de cortar leña, y sin mediar palabra, la blandió una, otra y otra vez, hasta que por fin dio muerte a la inefable bruja, quedando cubierto de pies a cabeza por la espesa sangre de aquel monstruoso ser. Tremendamente agotado, Simon cayó dormido de nuevo.
Eran las diez de la mañana cuando Matilda Mulligan entró a la casa ante la falta de respuesta por parte de los señores Sheran. Habían acordado que aquel día se llevaría a la niña a casa de su sobrina Elise para que pudiera jugar con ella, pues las dos tenían cuatro años y los niños no abundaban por aquella zona.
Matilda abrió la puerta con su propia llave al ver que los Sheran no respondían al timbre. Esperaba que no se hubieran olvidado de lo acordado. Habían pasado todo el verano allí y septiembre ya había llegado. Y por lo que Simon le había comentado personalmente, no tenían previsto dejar la casa hasta pasada Navidad.
Margot, parada en medio de las escaleras de roble, tenía su camisón ensangrentado e iba descalza, aferrándose a su conejito de peluche, aturdida y llorosa. La mujer corrió hacia ella y abrazó con ternura, tratando de calmarla y protegerla de lo que hubiera ocurrido.
Al avanzar por el pasillo y llegar hacia la habitación de los padres de Margot, Matilda se detuvo en seco al descubrir a Simon y a Madeleine, muertos. Madeleine había sido brutalmente asesinada a hachazos. La cama estaba cubierta de sangre y el hacha yacía cerca del cuerpo de Simon. Los ojos del hombre reflejaban el terror que había experimentado. Cosas terribles que sólo él pudo sufrir en su mente.
La niña fue llevada a una institución de Londres donde pronto encontró una familia de adopción, y pareció olvidar lo acontecido aquella aciaga noche, precisamente por su corta edad.
El pequeño pueblo quedó conmocionado por tan trágica historia y los rumores empezaron a correr como la pólvora. Todos creían que lo que les ocurrió a los Sheran tenía una conexión siniestra con la obra en la que Simon estaba trabajando. Su obsesión por escribir un antiguo diario que relataba rituales oscuros y entidades que despertaban durante una fecha concreta, había desencadenado todo aquello.
Lo que Simon no sabía era que al profundizar sobre aquellas entidades malignas, había abierto sin querer, una puerta a lo desconocido. La investigación que siguió a todo el trágico suceso, reveló la inquietante relación entre la escritura de Simon y la pesadilla que había invadido su vida.
El pueblo ahora se enfrentaba a un oscuro y aterrador misterio, donde todo escapaba de la razón y la lógica.
Por su parte, Matilda Mulligan, cerró la casa a cal y canto. Incluso mandó tapiar puertas y ventanas para que no pudiera ser ocupada y jamás volvió a alquilarla. Ni tan siquiera se atrevió a venderla, por mucho que aquello pudiera ocasionarle alguna pérdida de dinero.