08/12/2023

Catarsis

Microteatro de Diciembre 2023
 

—Escucha. Tengo que hacer un parón en la sopa de letras que estoy preparando, porque el caldo es de pollo y, algo me está carcomiendo.
—¡Soy todo oídos!
—Pues verás. Ayer maté a un conejo. 
—¿Cómo? 
—Con nocturnidad y sin alevosía. 
—Ya me imagino. No eres de esas pero, ¿cómo pasó? 
—Conduciendo. Fue sin querer. 
—Tranquila. No pasa nada. 
—¿Y por qué me siento tan mal? Si al menos, lo hubiese matado por necesidad. Para comer... Pero yo no como conejo. Precisamente porque me da pena. Pollo sí. Que es lo más parecido que se me ocurre. Por eso es de pollo el caldo que más me gusta. 
—Los conejos son animales bobos. Se quedan parados ante los faros y, ya está. Caput. 
—Es que sonó cloc-cloc. La rueda izquierda delantera primero. Y a continuación, la trasera. Un conejito precioso que parecía suave y achuchable. Me sorprendió, no lo esperaba. A mi edad, ha sido la primera vez. Y tengo que dar gracias a que no fue un jabalí el que se cruzó en mi camino. 
—Entonces, estaríamos hablando de algo mucho más grave. 
—Ya... Que en su gloria esté el desgraciado conejillo. Lo siento con toda mi alma. He matado sin remordimientos a moscas, mosquitos, hormigas y otros bichos. Y sin querer, al pisar a algún que otro caracol que no vi. ¿Me sigues? 
—Te sigo y lo corroboro. 
—Me quedo mucho más tranquila. Ha sido un placer poder hablar contigo, cerebro. Necesitaba soltarlo de alguna manera. Ha sido toda una catarsis y escribiré sobre ello. Pero antes, debo terminar la sopa. Que estoy deseando comerme un buen plato y añadirle unos picatostes. 
—No hay de qué. Y yo agradeceré la tranquilidad que me dará el que te comas esa sopa.


Postdata: Pasadas las doce de la noche del 6 de diciembre. Atropellé a un conejo. En estos casos, la DGT aconseja no frenar para salvaguardar al conductor y a los acompañantes que pudiesen ir en el coche.

06/12/2023

El Club de los Zombis

Dibujo sacado de la app de SHEIN
CONCURSO DE RELATOS 39ª Ed. HARRY POTTERY LA PIEDRA FILOSOFAL de J. K. Rowling


A mí siempre me han tildado de rarita. Pero a estas alturas de la vida, poco me importa.

Mis queridos (y hippies padres), me habían enviado a la fantástica Everglow Magic School. Una maravillosa escuela en donde según ellos, yo podría hacer florecer mis mil y un dones. Para ellos, su pequeña Maya, era lo mejor del mundo mundial, lo que me hacía muy feliz.  ¡Cuánto les echo de menos! 

Pues eso, que allí estaba yo con mis rizos de colores y Mr. Rainbow, mi cama-camaleón como le decía yo. Y sí. Antes de pregúntame, podíamos tener a nuestra mascota en aquella escuela en la que estaría internada hasta terminar bachillerato.

Pues el primer día, los de mi clase ya me miraron con cara de oler fuertemente a piara y, me llamaron a la cara, y las espaldas, Tuerta Turulata. ¿En serio? ¡Qué originales! Y es que, si os acercáis al dibujo de mi cara súpermegahíperrealista que mi madre me dibujó para que lo tuviese conmigo en Everglow, veréis que mi ojo izquierdo es distinto. Con ese ojo sólo veo de noche, y con el derecho, de día.

Y entonces a la hora del recreo de aquel primer día, sola como yo estaba comiéndome una dulce y deliciosa manzana roja, se me acercaron cuatro criaturas la mar de encantadoras. 

—¡Hola, Maya! Vamos a la misma clase y mi nombre es Matt. Y estos son Serena, Andrew y Rocket. Que van al "B" pero son mis amigos y nos llaman los Zombis porque somos los raros e inadaptados. ¿Quieres unirte a nosotros? —dijo el niño de carrerilla mientras me tendía la mano para saludarme.

—¡Hola, Matt, Serena, Andrew y Rocket! ¡Qué fantásticos sois! ¡Y qué bien que tengo cuatro amigos de golpe! Pero, raros… ¿de qué? Yo os veo la mar de normales. Si es que la normalidad existe, que ya es decir.

—Me encanta lo filosófica que eres, Maya. Pero como podrás ver, llevo dos prótesis para andar porque nací sin piernas — dijo Serena mientras saltaba haciendo ver que corría.

—Yo, Rocket, me llaman así porque siempre he sido un trasto que no para quieto y en una de mis ocurrencias, jugando con un candil, me quemé media cara. De ahí mis cicatrices y que parezca que la mitad de mi rostro se vea como derretido. 

—Andrew no habla. No es sordo ni mudo, porque habla en sueños. Si tiene algo que decir, lo escribe en su cuaderno del que jamás se separa —suspiró Matt. —Y yo, pues albino y zurdo. No puede darme la luz del sol directamente porque se me descama la piel y puedo desarrollar melanomas diez veces más que cualquier persona. Y por eso somos los zombis. ¿Qué te parece? ¿Te asustamos o te molamos?

—¡Me moláis, y quiero ser una de vuestros zombis! ¡Rarezas al poder! Mis padres se van a poner supermegahíperfelices por tener tantos amigos tan geniales y tan pronto. ¡Ajo y agua pa' los siesos!

A la semana de haber empezado el curso, el ambiente de Everglow se volvía más denso. Extraños sucesos mágicos comenzaron a perturbar la tranquilidad de todo el mundo. Hechizos descontrolados, objetos encantados que se volvían inestables y criaturas mágicas que actuaban erráticamente, generando un gran caos. Alguien había robado de su vitrina La Gema de la Discordia. Así que el club de los Zombis nos reunimos para concentrar nuestros poderes y neutralizar la mala vibración de dicha gema.

Serena, con su don de la transformación, se convirtió en una criatura capaz de detectar la emanaciones de la piedra, guiando al grupo hacia donde se hallaba. 

Matt aplicó su magia de velocidad para crear un vórtice de energía alrededor de la gema, ralentizando sus efectos para que los demás actuasen con mayor precisión.

Andrew, utilizó su magia silenciosa para contrarrestar los sonidos discordantes generados por la gema, creando una barrera de calma a su alrededor.

Rocket, con su magia de fuego controlado, purifica la energía negativa, despojando a la joya de su malignidad.

Y yo utilicé mi control sobre la magia de la noche para envolver la gema en sombras, disminuyendo su resplandor para devolverla a la Cámara de las Reliquias.

Al cerrar la vitrina, un papel amarillento cayó a mis pies. Era un antiguo contrato mágico que vinculaba a Ignatius, un profesor despedido por sus malas artes, que murió de un infarto ipso facto

—¡Sacad de nuevo esa gema y devolvédmela!

—¡Ni hablar!

Ante nosotros estaba el mismísimo espectro de Ignatius, pero acabamos con su malvado plan. Yo le deslumbraba con mis sombras nocturnas, mientras Matt y Serena le neutralizaron, Rocket creó a su alrededor una barrera de fuego. Entonces Andrew, en su silenciosa maestría, contrarrestó los conjuros oscuros. 

Ignatius fue entregado al director de la escuela que, encerró al fantasma en un tarro mágico e imposible de abrir o romper. 

La Escuela Mágica de Everglow se transformó en un lugar donde  cada estudiante, independientemente de sus habilidades o peculiaridades, encontraba un espacio para crecer, aprender y prosperar en armonía. Nosotros seguíamos siendo los raritos, El Club de los Zombis, aunque ahora todos querían ser nuestros amigos. 

Y aquí hemos vuelto Matt y yo veinte años después. Acompañando a nuestra hija, Candy, en su primer día en la escuela, con sus rizos de colores y Mr. Rainbow, que es inmortal y nunca envejece. Ha heredado mis ojos y es zurda como Matt. Toda una súpermegahíperbendición.


03/12/2023

La doncella del sauce

VadeReto de Diciembre 2023
Basado en la canción: The Willow Maid, de Erutan
Podéis ver el Life Action AQUÍ


Una fría mañana de diciembre un joven caminaba por el bosque con su aljaba y su arco de caza pensando en la mala suerte que estaba teniendo aquel día, pues no había cazado nada. Pero de pronto, empezó a escuchar una dulce voz que entonaba una canción.

Movido por la curiosidad, siguió la melodía hasta el lugar donde junto a un gran sauce en mitad de un claro, se encontró a una bella joven que dejó de cantar al verle. 

—¡Oh, linda doncella! Ven conmigo y deja este sombrío y frío lugar. Yo te tendré bien cuidada y tendrás un verdadero hogar.

—Lo siento, noble caballero, pero no me puedo ir. No me pidas que te siga. Pues desde que nací, mi lugar está aquí.


El joven se fue cabizbajo pero al día siguiente, volvió a aquel bosque portando una flor amarilla y vistiendo su elegante capa verde. La doncella por la que suspiraba, tenía el pelo rojo como el fuego y los ojos brillantes como esmeraldas. Ella estaba radiante y bella, sentada junto a su sauce, cuando él le regaló la flor. 

—¡Oh, linda doncella! Me has obnubilado y mi corazón has capturado, por eso te digo que tu novio yo quiero ser.

—Pero yo no puedo casarme, ni cerca, ni lejos, ni pronto. Lo siento, noble caballero. No me pidas que te siga. Pues desde que nací, mi lugar está aquí.


Pasó otro día y el joven, cada vez más desesperado, volvió a adentrarse en el bosque con un hacha recién afilada. Pensando que al fin se llevaría a su hada de ojos verdes para poderse casar. Ella sería la esposa con la que criaría a sus hijos y viviría feliz hasta que llegase su final. Pero la doncella nada más verle, se rompió en mil lágrimas, suplicando que no hiciera lo que podía leer en el rostro del chico. 

El joven blandió el hacha hasta que el centenario sauce al fin al suelo cayó.

—¡Oh, linda doncella! Ya nada te ata aquí. Tu sauce yo he talado. Ahora, mi amor, me perteneces.

—No has entendido nada porque jamás me escuchaste. No me pidas que te siga. Por favor, mi lugar está aquí. 


Él la tomó de la mano y, ella arrastró los pies como alma en pena. La forzó a seguirle pero, a escasos metros, la bella doncella, cayó fulminada sobre la tierra y, del manto verde de la hierba que la vio nacer, se desvaneció en una flor. Una que sólo florecerá durante un día al año. 

El joven sin comprender lo sucedido, no pudo sacar a la doncella del bosque, porque nunca puedes poseer lo que nunca estuvo destinado a ser tuyo.


La Moraleja podría ser:

«La imprudencia puede llevar a la pérdida».


20/11/2023

Él no te ama


Relato finalista del IV concurso:
Construyendo Cultura en Salud Mental
Unidad de Salud Mental Comunitaria del Hospital de Los Arcos-Mar Menor, las concejalías de cultura de los municipios de Los Alcáceres, San Javier, San Pedro del Pinatar y Torre Pacheco, las asociaciones AFEMAR, AIKE Mar Menor y LAEC, y la Fundación entorno Slow-Proyecto Neurocultura de Torrepacheco


Más de un año desde la ruptura ella nunca pensó que tuviera tanta fortaleza. No podía permitirse el lujo de flaquear, principalmente por sus padres, por sus hijas y por ella misma.

El hombre que fue su pareja durante ocho años no quería dejarla marchar. Obsesionado con ella, sus mensajes daban pavor. Audios suplicando, amenazando, surrando o gritando.

Ayer me llamó llorando desconsolada. Le bloquea pero se hace cuentas nuevas para volver a acosarla. Está aterrorizada y sobrevive a base de ansiolíticos y somníferos.

Fuimos a tomar un café. Me contó que se quedó paralizada mientras echaba gasolina al coche, minutos antes de nuestra quedada. Vio un poco apartado a un hombre fumando que al principio le pareció idéntico a él. Se quedaron mirando unos segundos hasta que por fin vio que no era él. Aún así, temblaba mientras sus manos rodeaban la taza en la cafetería. Menos mal que vive a miles de kilómetros. ¿Pero, quién sabe?

Él le dice que no tenga miedo porque la ama y jamás le haría daño.

Y yo le digo a mi amiga, que alguien que te quiere, nunca te haría pasar por esto, pues preferiría que fueras feliz.



01/11/2023

En forma de nube

Microrreto: Matemos al narrador
&
VadeReto de Noviembre 2023
Blog: Acervo de Letras



Desde aquí puedo ver lo que queda de mí. Mi cuerpo acribillado con las flechas de los esbirros del Duque, lamebotas del Rey. Al cual no dudará en darle el mismo destino que a mí sí con ello pudiera usurparle el trono. 

El Duque ahora tiene carta blanca para casarse con la Princesa, pues claro está, la ha salvado de mi "malignidad". El reino está a salvo de este dragón que según él, tenía atemorizada a toda la comarca y quería comerse a la Princesa. Pero nada más lejos de la realidad. 

La Princesa me conoció el mismo día en que salí del cascarón y ella sólo era una niña. Toda mi familia había sido aniquilada y yo era el último dragón que quedaba en pie. 

Nos hicimos amigos y venía a visitarme a mi cueva. No podían vernos y yo, tenía que estar lo más oculto que pudiera, saliendo hacia otras comarcas más alejadas del reino. Pero claro, crecí y me hice inmenso, haciendo muy difícil no verme cuando iba o venía volando. Los rumores sobre el sanguinario dragón que engullía doncellas y niños se extendieron como el fuego en un reguero de pólvora. 

Mi cuerpo maltrecho empezará a pudrirse, pues estoy muerto. Pero le prometí a mi Princesa que siempre que haya nubes sobre su cielo, mire arriba y me verá. Pues volveré de vez en cuando en forma de nube para hacerla saber que no la olvido.

Tras cerrar el libro, Ariadna miró al cielo.


05/10/2023

El Loco

Foto modificada por FaceApp
CONCURSO DE RELATOS 38ª Ed. MATAR A UN RUISEÑOR
de Harper Lee

El Loco

El Loco no hablaba. Si bien, no era sordo ni tampoco mudo, dejó de pronunciar palabra a los doce años, tres meses y cuatro días exactamente. El día en el que sus padres murieron junto a Juanita, la mula en la que venían de intentar vender y hacer negocio en el mercado. El sendero por la montaña era estrecho y peligroso y el animal resbaló, llevándose aquel precipicio la vida de los tres desgraciados. 

Más de medio siglo después, el Loco vivía sin hablar en la casa que le vio nacer, la de sus padres. Tenía un huerto y gallinas y ganaba algo de dinero para poder vivir, limpiando el pueblo y las carreteras colindantes de maleza y animales muertos. Cada día aparecía alguno atropellado, sobre todo gatos y conejos. Era una tarea que no todo el mundo estaba dispuesto a hacer, se necesitaba mucho estómago, pero para el Loco no suponía ningún problema. 

De mirada franca aunque algo esquiva, el Loco rehusaba de entablar amistad con la gente. Simplemente vivía y dejaba vivir, pero los chiquillos le seguían de lejos y a veces, se acercaban demasiado para ver qué hacía, a dónde iba y de dónde venía. Pero cuando veían que el hombre no hacía nada extraordinario, lo dejaban por imposible. Aunque en algunas ocasione podían llegar a ser algo molestos con él y entonces, el Loco se giraba y les miraba fijamente con sus ojos de loco y sin decir nada. Los críos entonces salían corriendo mientras gritaban y reían nerviosamente. 


Beatriz

Beatriz se sintió indispuesta a media mañana. Gustavo, su marido, estaba a dos horas en coche por cuestiones de trabajo, y sus padres no contestaban al teléfono fijo. Les maldijo cariñosamente mientras una mueca de dolor se formaba en su rostro. Se negaban a tener un móvil porque como decían ellos, con el de casa ya tenían bastante. 

Bajó los cuatro escalones hacia el jardín con mucha dificultad, pues la barriga le impedía ver por dónde pisaba. De pronto, un líquido le chorreó de entre las piernas. Había roto aguas. Con la frente perlada por el sudor, un desgarrador grito escapó de su boca porque un latigazo le había atravesado la espina dorsal haciéndola caer de rodillas. 

El Loco oyó el grito de una mujer y sintió un pellizco en su pecho. Debía venir de la primera casa a la entrada del pueblo. Demasiado lejos de cualquier otro vecino. Sin pensarlo, se dirigió hacia allí. Con sus largas zancadas recorrió los cien metros y llegó frente a la fachada principal. Los ojos y la boca del El Loco se abrieron de par en par. Beatriz, la mujer del alcalde estaba pariendo y la cabeza del bebé ya asomaba. 

—Tranquila. Respira. He visto parir a varias vacas y a una yegua. No estás sola —Fue lo único que dijo el Loco después de tanto tiempo, que hasta él se sorprendió de su propia voz. 

Con sólo tres empujones y agarrando la mano del Loco, Beatriz dio a luz a una niña con mucho pelo. Y en ese preciso instante, se desmayó.

El Loco hizo reaccionar a la recién nacida para que llorara y llenara de aire sus pequeños pulmones. 


El Grupo

Elvira, Jacinta, Amalia y Dorotea, daban su paseo como cada día cuando se vieron ante la casa del alcalde, mientras su mujer yacía inconsciente y ensangrentada y al Loco con el bebé en brazos. 

Las cuatro empezaron a llamar por teléfono y enseguida llegó una ambulancia, casi todos los vecinos y hasta la Guardia Civil. Una pareja de la benemérita se llevó al Loco al calabozo hasta que se decidiera lo contrario, pues el grupo de las cuatro parroquianas juraba y perjuraba que el Loco había golpeado a la pobre Beatriz para llevarse a la criatura porque, todo según ellas: a saber con qué malignas intenciones. 


El Loco pasó tres días y dos noches en el cuartelillo hasta que fue liberado. Tiempo en el que Beatriz logró recuperarse de su accidentado alumbramiento, pudiendo contar lo que realmente había pasado aquel día. Aún algo débil, ya que había perdido mucha sangre debido a la preeclampsia que sufrió en la recta final del embarazo, pidió que dejaran libre al Loco.


El Alcalde

El alcalde en persona fue al cuartelillo para disculparse con el injustamente acusado y le dio las gracias en nombre de su esposa y de todo el pueblo. 

—Dime, ¿cómo puedo agradecerte lo que has hecho por mi familia? ¿Hay algo que desees? —preguntó el alcalde. 

Pero el Loco no dijo nada. Movió la cabeza de lado a lado, sonrió y se marchó para seguir con su vida, limpiando y viviendo en su humilde casa. 


Cinco inviernos después, el Loco murió de gripe. Momento en el que el alcalde, que seguía siendo el marido de Beatriz, Gustavo Alonso, mandó poner el nombre y una placa conmemorativa de El Loco a la recién estrenada rotonda de acceso al pueblo.


01/10/2023

Siete pecados

Foto modificada por FaceApp
Vadereto de Octubre 2023


Octubre de 1950. Purita se despertó temprano aquella mañana, ansiosa por el día que tenía por delante. Era su décimo cumpleaños y no tenía ni idea de lo que iba a pasar, ya que en su pobre familia no eran muy dados a tener demasiadas expectativas, ni grandes eventos. Y así, mientras la niña peinaba su corta melena ante el espejo, empezaron a aflorar poco a poco cada uno de los siete pecados capitales.

Envidia

Marina lo tenía todo. Era la niña más guapa de la escuela. Tenía un nombre precioso, lucía siempre bonitos vestidos hechos a medida y sus largos tirabuzones negros, resaltaban su pálida piel y sus ojos azules. La envidiaba la mayor parte del tiempo, aunque le costase admitirlo.


Lujuria

Sin ir más lejos, a principios de año, Marina se atrevió a ir a clase con la Mariquita Pérez que le habían traído los Reyes Magos, nada más volver de las vacaciones de Navidad. 

Era la muñeca más bonita que Purita hubiese visto jamás. La quería para ella. ¿Por qué Marina había recibido aquel regalo y ella no? ¿A caso ella no era la buena niña que obedecía a sus padres, a su maestra, sor Luciana, y a cualquier adulto como era menester?


Ira

No escuchó a su madre las tres veces que la llamó para que bajase a desayunar. Tampoco sus pisadas por las escaleras de madera al subir. Sólo saltó como un resorte con la cara roja por el enfado, al oír el crujido de la puerta. 

—¿Se puede saber qué haces, Purita? Tu padre y tu hermano ya están sentados a la mesa. 


Soberbia

Altiva, la enojada Purita se alisó la falda que ya empezaba a ser demasiado corta y a apretarle en la cintura. Necesitaba ropa nueva. Pero no dejaría que nadie notase lo miserable que se sentía por pertenecer a una familia con tan escasos recursos económicos. 

Y con esos pensamientos divagando en su mente, su madre la dejó pasar y bajaron para dirigirse a la cocina.


Avaricia

En la mesa había leche con cacao y zumo de naranja recién exprimido. También vio galletas danesas, barquillos y cruasanes de mantequilla. Todo dispuesto en la vajilla que su madre sólo sacaba para conmemorar algo muy importante. 

Purita empezó a servirse de todas las cosas, antes incluso de sentarse ante su plato.


Gula

Con una mano bebía un sorbo de la leche chocolateada y con la otra le hincaba el diente a un delicioso cruasán, mientras no perdía de vista al vaso de zumo que tenía ante sí y calculaba cuántos barquillos y galletas sería capaz de digerir antes de ir al colegio.

Su padre, visiblemente contento, se dirigió a su hija que, comía a dos carrillos.

—Tranquila, hija. Que te vas a ahogar. Hay de sobras. Me han ascendido a encargado de la fábrica y ya no soy un peón más. No es mucho el aumento pero, iremos un poco más desahogados a partir de ahora. Además, tu hermano empezará también a arrimar el hombro. ¿A qué sí, hijo? 


Pereza 

Pero Purita no le escuchaba, pues cuando su padre empezaba a hablar, no había quien lo parase. Le entraba un sopor inenarrable y simplemente veía a su padre mover la boca. Le entraban ganas de dormir, pero ahora no podía, pues debía ir al colegio. 


Aquel día la acompañaron los dos, su padre y su madre. Ambos la abrazaron y besaron mientras le deseaban un feliz día de nuevo y Purita se sintió la niña más querida y feliz. 

Por su parte, Marina llegó a la escuela cabizbaja. Todos los juguetes que poseía, o sus bonitos vestidos con el lazo para el pelo a juego no le servían para nada.

En casa de Marina se respiraba un aire enrarecido cada vez que su padre llegaba más tarde por la noche. Casi siempre cuando ella ya dormía, y su madre lloraba amargamente mientras suplicaba al marido que no se marchase de nuevo. Pero él, cada vez pasaba más tiempo fuera porque decía que un jefe tenía que ser siempre el primero en entrar y el último en salir. Pero la realidad era que el padre de Marina había decidido que le gustaba pasar más tiempo con Dolores, su secretaria, que con su familia. La cual estaba embaraza en aquel momento de siete meses. 

Cuando Purita se enteró de aquello, no dudó entonces en abrazar a su amiga/enemiga y consolarla. 

Aquella noche, antes de ir a dormir sólo quiso decirle una cosa a su padre. Que se quedase como encargado, pues no era necesario que aspirase a ser jefe de nada. Que ella ya era feliz así. Que ni la lujuria o la envidia, la avaricia o la soberbia podrían con ella. De la ira, no estaba segura de no enfadarse jamás, y de la gula o la pereza, era algo en lo que le costaría bastante más, por lo que no se lo tuviese demasiado en cuenta 🤗



17/09/2023

Lady Eleanor

Foto modificada por FaceApp
Foto modificada por FaceApp
Reto: Equienoccio de otoño
de Libros.com


Lady Eleanor era una dama que había sido educada para seguir las estrictas normas de la alta sociedad victoriana. Su compromiso con Lord Harrington, un hombre tan respetable como poco carismático, era una cuestión de conveniencia. Sin embargo, la vida de Eleanor dio un giro inesperado durante el baile anual en la mansión de los Wellington, llena de leyendas y misterios.

Mientras se deslizaba elegantemente por la pista de baile, su mirada se encontró con la de un misterioso forastero, el cual le resultaba tan atractivo como familiar. Su traje de corte extraño y sus profundos ojos destacaban entre la multitud, y Eleanor sintió una súbita e inexplicable atracción hacia él, una sensación de déjà vu que la dejó aturdida.

El misterioso extranjero se acercó a Eleanor con una sonrisa enigmática y la invitó a bailar. Mientras bailaban, él habló en voz baja, revelando su conocimiento sobre los secretos de la mansión y sus misteriosas leyendas. Eleanor estaba cada vez más cautivada por su conversación, sintiendo que compartían un vínculo más allá de lo que podía entender en un principio. 

Fue entonces cuando el forastero reveló su mayor secreto a Eleanor: era un descendiente directo suyo, venido del futuro. Concretamente, era su tataranieto, Kilian Harrington. Explicó que su conexión, esa atracción inexplicable, se debía a un antiguo ritual del equinoccio que había transmitido a través de las generaciones. La mansión, en ese momento, estaba imbuida de una extraña energía que solo se manifestaba durante aquella época.

Eleanor, sorprendida pero intrigada, decidió seguir al misterioso forastero más allá de la mansión, a un rincón secreto en el jardín donde el antiguo ritual debía llevarse a cabo. Allí, bajo la luz de la luna, se unieron en un acto que trascendía el tiempo y el espacio, reforzando su conexión a lo largo de las eras.

A medida que el sol salía en el horizonte, Kilian le prometió a Eleanor que volverían a encontrarse en su tiempo, y que su relación estaba destinada a cumplir un propósito mayor que ni él ni Eleanor comprendían por completo. Con suma delicadeza, el hombre tomó la mano de Eleanor y la besó, tras lo cual, desapareció en un destello de luz, dejando a Eleanor en su época victoriana pero con un nuevo propósito en su vida.

Desde aquel día, Lady Eleanor vivió con la esperanza de volver a encontrarse con su descendiente, sabiendo que su relación estaba destinada a desempeñar un papel crucial en el tejido del tiempo y el destino de su familia.

Lady Eleanor, atrapada en una vida de protocolos y conveniencia, había experimentado una noche que cambió su forma de ver la vida y todo lo que la rodeaba. Empezó a mirar con otros ojos a su prometido, dándose cuenta que  Lord Harrington, era un hombre tímido pero excepcional. Aquel descendiente suyo venido del futuro, había abierto las puertas a un mundo de enigmas y maravillas que ni ella misma podía comprender por completo.

En los años que siguieron a ese mágico encuentro con Kilian, Eleanor se convirtió en una figura respetada en la sociedad victoriana, que anhelaba secretamente la reunión con su tataranieto. Estudió los rituales del equinoccio y las historias de la mansión con una pasión que nadie sospechaba.

Finalmente, después de algo más de ocho décadas, llegó el día en que una anciana Eleanor, recibió una llamada de su nieto, que había sido abuelo. 

Eleanor y Daniel Harrington tuvieron un hijo y dos hijas. Y su primer nieto, hijo de su hijo, también fue un niño. Y también su bisnieto. Y ahora también, su tataranieto. 

Siempre con ayuda y rodeada de su familia, fue a la clínica donde la mujer de su bisnieto había dado a luz a Kilian Harrington, un bebé de casi cuatro kilos y cincuenta y un centímetros de largo. 

Con lágrimas en los ojos, Eleanor cogió a su descendiente cuando se lo pusieron en sus brazos y le agradeció por mantener viva la llama de su conexión a lo largo de las generaciones, y en aquel preciso instante, el bebé sonrió. 

Al final de su encuentro, el descendiente del futuro le reveló a Eleanor que su reunión tenía un propósito mayor: debían trabajar juntos para preservar el legado de la mansión y proteger los secretos que encerraba. Eleanor, ahora con un nuevo propósito en su vida, aceptó con determinación esta misión.

Poco después de ese emotivo encuentro, Lady Eleanor Harrington cerró los ojos por última vez. Pero su legado y su conexión con Kilian y la mansión, vivirían para siempre.

Kilian Harrington creció con el recuerdo de una joven Eleanor y el misterioso encuentro en el baile. Eternamente agradecido a que ella se casara con Daniel, haciendo así posible su propio nacimiento.