29/07/2022

Aventuras en Hawaii (I) y (II)

Reto: El mar, la mar
de Libros.com

(I)

A pocos metros del mar, mi compañero Denzel y yo tomábamos unos tragos después de cenar, cuando anunciaron la última actuación del espectáculo para turistas.

Wainani apareció sonriente en medio del escenario. Aquella sonrisa acompañaba a la cara más bonita que yo hubiese visto jamás. Con falda y bikini blancos, y corona de flores en su cabeza también blancas. Pelo negro por la cintura y piel morena.

La música empezó a sonar. Alternaba con pasmosa facilidad movimientos suaves y lentos con otros endiabladamente rápidos. Mis pupilas se enredaban en sus caderas. Cuánta energía, belleza y sensualidad emanaba de aquel cuerpo.

—William, ¿te encuentras bien? Estás rojísimo.

—Me habré pasado al beber los margaritas y las cervezas.

—Es que a quién se le ocurre. Si tú nunca bebes... ¡William, amigo!

Todo se nubló y el sonido me llegaba amortiguado. La música había terminado, pero el show, por lo que se ve, lo estaba dando yo.

Al día siguiente me encontraba bien aunque resacoso. Me bebí un café bien cargado, me duché y me vestí. Denzel y yo compartíamos habitación. Estaríamos en Honolulu por el secuestro de Zoe Wellington. Después, volveríamos a California.

Mientras nos dirigíamos a la comisaría, Denzel sonreía socarronamente.

—¿Me puedes decir de qué te ríes? Ya me contarás qué pasó anoche al desmayarme.

—Yo no sabía que pesaras tanto, colega. Me tuvieron que ayudar a subirte a la habitación de lo tajado que ibas. Si no sabes beber...

—Vale, que sí, que ya lo pillo.

El inspector Palakiko nos recibió y presentó al equipo: Mike Cho, Sam O'Riordan y Wainani Hug.

Su nombre significaba literalmente «Agua Preciosa Envolvente».

—Me alegra ver que amaneciste bien.

—Sí, gracias... Yo nunca bebo... Tú eres... —contesté con timidez.

—¿Sorprendido? — me dijo sonriendo.

Yo simplemente, me perdí en su sonrisa.


(II)

Llevábamos tres semanas en Honolulu y el ambiente en el trabajo era muy bueno. En nuestro primer fin de semana completamente libre, salimos a navegar. El padre de Wanani nos dejaba la embarcación. Ella y su hermana, Lani, habían nacido con el mar en sus venas.

Después del incidente a mi llegada a la isla, no volví a beber alcohol. Ya solo bebía zumo, té, café o agua. Lani y Denzel estaban a los mandos, mientras que Wainani y yo desgustábamos nuestros zumos de piña y coco.

En veinte minutos llegamos a una pequeña isla desconocida para la mayoría. Atracamos y bajamos las cosas para pasar el día en aquel paraiso.

—¿Me ayudas con la espalda, William? —dijo Wainani enseñándome la crema solar.

—Por supuesto. Qué suerte tienes, tu piel es perfecta —contesté sin pensar.

Al darme cuenta de lo que había dicho, me puse rojo de vergüenza. Wainani me gustaba cada día más. Pero mezclar trabajo y pasión no siempre es bueno. Además de que más pronto que tarde, volvería a mi vida en San Diego.

—No te preocupes. Te devolveré el favor. Me encanta tu espalda pecosa. Algún día, si me dejas, puedo intentar contarlas... 

—Esto... —casi me atraganto—necesitarás mucha paciencia. 

—Paciencia es mi segundo nombre, guapo.

No sabía dónde meterme. Demasiado tiempo solo y desentrenado. 

Llevábamos unas dos horas en la isla cuando oímos el ruido de un motor. Era una Zodiac con tres tipos armados y malas pintas. Nos escondimos tras unas rocas y les vimos descargar un bulto que se movía. Sacaron a una niña atada y amordazada de unos trece años.

—¡Es la niña de los Wellington! —apuntó Wainani.

Los tres compañeros redujimos a los piratas, que no nos esperaban, gracias a unas bridas y al estar siempre armados. Esos pájaros serían enjaulados. 

25/07/2022

Excursión a La Piedrapipa

Reto: Vacaciones de verano
de Libros.com

Madrigal de la Vera, Cáceres, a pocos metros de la provincia de Ávila. Zona privilegiada de la comarca extremeña de la Vera, con gargantas de agua cristalina y fresca proveniente de la Sierra de Gredos.

Años ochenta, vida tranquila de puertas abiertas. Todos somos familia sin serlo. Si tu familia era de allí, siempre ibas a sentirte de allí. Por mis pecas, todo el mundo sabía que yo era bisnieta de "La Pintá" y nieta de su hijo "Bichile", también pintao.

Yo venía desde Lérida. Laura era de Bilbao. Débora, de Navalmoral de la Mata, pasando el verano en casa de sus abuelos en Madrigal mientras sus padres trabajaban. Su prima Irene venía de Madrid. Y Vito vivía en el pueblo todo el año.

Solíamos jugar a la comba, a la goma y a juegos de palmas. El pilla pilla y el escondite era más divertido cuando nos juntábamos también con los niños.

Un día cualquiera, las niñas decidimos hacer una pequeña excursión a La Piedrapipa.

—Cuidado con los alacranes, no os vaya a picar alguno —dijo Vito.

—Ya me quiero ir a casa. Me estoy achicharrando —dije yo.

—Pero si ya casi estamos ¿verdad? — añadió Laura.

—Sí, es quella gran piedra de allí arriba.

Miramos todas hacia allí, y una luz dorada como el oro iba extendiéndose por todo el horizonte. En segundos, se nos materializó la figura de una bellísima mujer vestida de azul y blanco. Era la mismísima Virgen María, que nos dijo:

—Niñas, debéis volver a casa. Vuestras familias estarán preocupadas. No avisásteis que veníais. Además, sin agua vais a desfallecer. Podéis venir cualquier otro día cuando estéis mejor preparadas.

Todas habíamos visto y oído lo mismo. Estábamos estupefactas. Corrimos hacia el pueblo y nos callamos nuestro secreto.

¿Real o un golpe de calor?

21/07/2022

Siempre a tu lado

Hoy, 21 de julio, se celebra el Día Internacional del Perro. Así que esta entrada va sobre ellos con tres historias tan diferentes como sus protagonistas

Reto: Siempre a tu lado
de Libros.com

Marnie, la niñera

¡¡¡Holaaaaa!!!

Como todos por aquí sois unos humanos la mar de listos, habréis deducido que Marnie, soy yo. ¿No? ¿Tú, no? Bueno, todavía estás a tiempo de pararte a escuchar mi historia. 

En la actualidad tengo ya 5 añazos. Sí, lo sé. Increíble, ¿verdad? Por favor, fotos no. Es súper complicado ser la perrita de una influencer tan influenciadora.

Ya nací siendo así de cuqui, una Pomerania con pedigree y lustre. 

A lo que vamos, Megan, mi querida y bella dueña, la que siempre tiene a alguien cerca para recoger mis caquitas, empezó a engordar. ¡Y de qué forma! Esto fue a partir del año pasado cuando se casó con Maxwell. A mí no es que me cayese demasiado bien, así que en cuanto le veía comenzaba a ladrar lo más agudo que podía. Pero nada, ellos siguieron con su amor y nos mudamos a una casa aún más grande. Lo mejor de la boda fue el magnífico collar de Swarovski que estrené y las croquetitas de salmón de luxe junto al pastelito de ternera gallega. 

Cuando la barriga de Megan parecía que iba a explotar, tuvieron que irse unos días que se me antojaron semanas. Al volver, no lo hicieron solos. Una criatura llorona y pelona de nombre Abby, estaba en brazos de Megan. En los brazos que antes eran de mi exclusividad. 

Llena de celos, hice pipí en los zapatos de Maxwell. No podía hacerle eso a mi queridísima Megan por enfurecida que estuviese con el mundo. 

Cuando dejaron todas sus cosas y se pusieron cómodos en el sofá, Megan me cogió dulcemente, como siempre, y me acercó a la bebé. Tan pequeña, suave y delicada, con un olor dulzón. Sentí la conexión que había entre las tres. Y ahora somos las reinas super glamurosas de Instagram.

18/07/2022

¿Un zombi en el bosque?

Reto: Vacaciones de verano
de Libros.com
 

—¿Estáis todos listos, chicos? 

—Síiiiiiii. 

—Repasamos nombres: Alberto, Alicia, Fabio, Helena, Íngrid, Lucas, Pablo, Samuel, Tatiana y Víctor. 

Quique y yo nos haríamos cargo de esos chavales aquel día. No eran problemáticos. De hecho, todo lo contrario, pero para todos era la primera vez en aquel campamento. La excursión era un pequeño premio para ellos por su buen comportamiento. 

—Cualquier problema, tanto Esme como yo, trataremos de resolverlo. ¿Lleváis todo en vuestras mochilas? 

—Síiiiiiii. 

Los doce nos pusimos en marcha. Los chicos tenían entre diez y once años y eran bastante mañosos y responsables. Quique y yo habíamos coincidido los últimos tres años como monitores de aquel campamento. 

—Así que este es tu último verano aquí —dije con un poco de pena.— Te voy a extrañar. 

—Tranquila, podrás visitarnos a Juanjo y a mí cuando quieras. Es más, el día que nos casemos serás la primera en la lista de invitados. 

—Gracias, amigo —dije mientras le agarraba la mano enfatizando mi respuesta. 

Llegamos cerca de un riachuelo y paramos para descansar. Los niños jugaban, hablaban, cantaban o reían. Todos bien aleccionados para no dejar basura antes de continuar con la excursión. 

Oímos ramas crujir bajo unos pasos erráticos. No muy lejos, la figura de alguien tambaleante, se acercaba hacia nosotros con los brazos estirados y haciendo ruidos guturales. No podía hablar. 

—¡Un zombi! ¡Un zombi! —gritó Lucas. 

Las niñas empezaron a gritar, algunos niños a engorilarse. 

—¿Queréis callar? Esto no es una peli de Netflix. —dije llena de paciencia. 

Los adultos nos acercamos al hombre... Le había picado una abeja en el cuello. Retiramos el aguijón, le pusimos compresas de agua fría, le dimos antihistamínicos para estos casos y avisamos al campamento. Volvíamos con visita antes de lo previsto. 

Antonio había estado pescando completamente solo. Qué suerte tuvo al encontrarnos.

16/07/2022

¿Qué hay para cenar?

Relato publicado en Revista Mordedor N°6
Julio 2022


Hoy me complace hablar sobre la Revista Mordedor. Una revista digital de ciencia ficción, fantasía y terror, es de distribución gratuita y publica a autores de habla hispana de todas partes del mundo. 
De la mano de Roberto Bayeto y desde Uruguay, esta revista sale dos veces al año, en los meses de enero y julio respectivamente. Así mismo, sus convocatorias también abren dos veces al año.
Tengo el placer de haber sido seleccionada y aparecer en sus páginas, concretamente en la página 113, con el pequeño relato «¿Qué hay para cenar?» en el número 6 de la revista que pueden descargarse sin ningún coste AQUÍ
Para ver todos los números AQUÍ

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¿Qué hay para cenar?

He intentado ponerme el zapato derecho, ya que el pie izquierdo lo tengo destrozado, pero mis manos no tienen demasiada fuerza. Tengo hambre y hace días que no como. He querido llevarme a la boca las últimas flores que quedaban en el jardín, todo está podrido. Me miro al espejo y no me reconozco. Mi piel está gris y cuarteada, mis ojos sin vida, y cada vez me cuesta más usar el cerebro para pensar, ya ni hablemos de hacer cualquier actividad básica y sencilla.
La última vez que vi a una persona con vida de cerca fue hace tres semanas, era un niño pequeño que lloraba y corría mientras a su madre la atrapaban dos mujeres tan grises como yo. El niño iba sin rumbo, y mocos transparentes le colgaban de la nariz, las lágrimas no le dejaban ver y le hicieron chocar contra mí, cayendo de culo. Cogí un pañuelo del bolsillo de mi chaqueta y me agaché con dificultad para limpiarle la nariz, y el niño dejó de llorar. Intenté sonreír y le ofrecí mi mano, siempre tuve conexión con los críos. Aquellas dos se estaban comiendo a su madre, así que, para que no lo viera, me lo entré a casa y le di folios y ceras de colores.
El niño estaba tan entretenido con sus pinturas que casi ni lloró cuando le mordí. No tardó mucho en ser parte del grupo de los seres grises, de los no muertos y, ahora me veo hambrienta y con una criatura a mi cargo que también tiene hambre pero, es que siempre quise ser madre, y el destino me regaló esta oportunidad. Lo que no conseguí en vida, lo he conseguido ahora.

Me asomo a la ventana para ver si algún incauto quiere ser nuestra cena.

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También fue seleccionado y narrado en el programa de audios de terror Narraciones siniestras.

09/07/2022

El Club de los 27

Grafiti del club de los 27 en Tel Aviv mostrando a diferentes miembros del club. De izquierda a derecha: Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Jean-Michel Basquiat, Kurt Cobain y Amy Winehouse.
Grafiti "Club de los 27" en Tel Aviv, Israel
De izquierda a derecha: Brian Jones, Jimmy Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Jean-Michel Basquiat, Kurt Cobain y Amy Winehouse
Reto: A Hard Day's Night
de Libros.com

Verano de 2012. A Viajeras del Tiempo, les quedaba un último concierto antes de su disolución. Aunque tenían una buena panda de fieles y llenaban pequeños locales de rock, su incursión en el mundo de la música, no había sido como ellas hubieran deseado. Acercándose a la treintena, y con otros planes para encarar sus vidas a partir de ese momento, era lo mejor que podían hacer. 

La sala estaba a reventar y quedaba menos de quince minutos para el espectáculo.

Flora era la cantante, Melani tocaba la guitarra, Desirée se encargaba del bajo y Vicky mandaba en la batería. 

—¿Alguien puede subirme esta cremallera, porfa? —dijo Flora. 

—Yo misma —contestó Melani—. 

—Gracias guapa. ¿Dónde está Vicky?

—Ni idea —comentó Melani.

—Puede que en el baño. —añadió Desi.

—Esperad aquí, chicas. Voy a ver si se encuentra bien. Últimamente está teniendo mareos y la muy cabezota no quiere ir al médico.

Flora fue a mirar en el pequeño camerino que compartía el grupo. Estaba vacío. Tampoco había rastro de Vicky en los lavabos. Decidió volver al camerino, y al abrir la puerta, se encontró ni más ni menos que con Jim Morrison, Janis Joplin y Jimi Hendrix bebiendo y fumando tan tranquilos. 

La chica se asustó porque no esperaba a esos invitados. No le gustaba que los muertos se presentasen sin avisar. 

—Hola Flora —dijo Janis. —Sí buscas a Vicky, está en el callejón de atrás. Pero ve rápido y llama a alguien, porque de lo contrario podría pertenecer a nuestro Club. 

Flora salió zumbando hacia la puerta del callejón, y se encontró a Vicky en el suelo. 

—¡Ayudaaaaa! —gritó. —¡Vicky, despierta! 

Vicky abrió los ojos. Se había golpeado la cabeza al caer.

—He ido al pasado y vi a Janis...


¿Los mareos? Tienen ya 9 años, Hugo y Jana.

05/07/2022

04/10/1970. El último día de Janis Joplin

Janis Joplin (1943 - 1970)
Reto: A hard day's night
de Libros.com

«A Janis la encontraron muerta por sobredosis de heroína el 4 de octubre de 1970, a los 27 años de edad.
No llegó a grabar Buried Alive in the Blues, la última cancion de su último disco, y la dejaron como instrumental.
Ese día nació su leyenda» 


Me esperan en el estudio para terminar de grabar Buried Alive in the Blues, pero estoy cabreada con Seth. Dijo que vendría aquí al hotel, y en lugar de eso, tiene fiesta con tres chicas. Me entristece tanto que haga estas cosas... Bueno, intentaré relajarme un poco antes de irme. Espero tener un buen viaje y olvidarme por un momento de él...

¿Vicky? ¿Por qué me acuerdo de ella precisamente ahora? 

Recuerdo que era alta, morena de pelo lacio y raya en medio, muy moderna. Estilo psicodélico total.

Siempre se las apañaba para estar cerca de nosotros mientras duró Woodstock. Increíble, porque allí había congregadas unas 400.000 almas. 

Mi amiga Peggy no tardó en darse cuenta. Y al final, pletórica por haber terminado mi actuación, decidí que quería saber de aquella muchacha.

Nerviosa, con los ojos vidriosos y la voz algo entrecortada al principio, no era capaz de decir tres palabras seguidas, así que hice que se sentara y tomara algo con nosotros. Me dijo que se llamaba Victoria pero que ella prefería Vicky, y que había venido expresamente desde España para verme... Ahora puedo recordar la conversación.

—¡Oh Janis Joplin! No puedo creer que esté aquí contigo. Después de este encuentro desapareceré. Volveré a mi casa. Este no es mi lugar aunque ya me gustaría. Siempre he sido una gran admiradora tuya. Mis padres me inculcaron el gusto por la música. Yo no soy de reguetón.

—¿Reguetón? Jamás escuché hablar sobre ese tipo de música —pregunté curiosa.— Y respira. No hay prisa. 

—Vale. Vine para decirte que soy de 2019. Tuve la suerte de encontrar un portal del tiempo. Por favor, deja las drogas. Sobretodo aléjate de ellas el 4 de octubre del año que viene...

 

Perdóname, Vicky. Hoy es tarde.

Pero prometo que mañana dejaré las drogas...