(I)
A pocos metros del mar, mi compañero Denzel y yo tomábamos unos tragos después de cenar, cuando anunciaron la última actuación del espectáculo para turistas.
Wainani apareció sonriente en medio del escenario. Aquella sonrisa acompañaba a la cara más bonita que yo hubiese visto jamás. Con falda y bikini blancos, y corona de flores en su cabeza también blancas. Pelo negro por la cintura y piel morena.
La música empezó a sonar. Alternaba con pasmosa facilidad movimientos suaves y lentos con otros endiabladamente rápidos. Mis pupilas se enredaban en sus caderas. Cuánta energía, belleza y sensualidad emanaba de aquel cuerpo.
—William, ¿te encuentras bien? Estás rojísimo.
—Me habré pasado al beber los margaritas y las cervezas.
—Es que a quién se le ocurre. Si tú nunca bebes... ¡William, amigo!
Todo se nubló y el sonido me llegaba amortiguado. La música había terminado, pero el show, por lo que se ve, lo estaba dando yo.
Al día siguiente me encontraba bien aunque resacoso. Me bebí un café bien cargado, me duché y me vestí. Denzel y yo compartíamos habitación. Estaríamos en Honolulu por el secuestro de Zoe Wellington. Después, volveríamos a California.
Mientras nos dirigíamos a la comisaría, Denzel sonreía socarronamente.
—¿Me puedes decir de qué te ríes? Ya me contarás qué pasó anoche al desmayarme.
—Yo no sabía que pesaras tanto, colega. Me tuvieron que ayudar a subirte a la habitación de lo tajado que ibas. Si no sabes beber...
—Vale, que sí, que ya lo pillo.
El inspector Palakiko nos recibió y presentó al equipo: Mike Cho, Sam O'Riordan y Wainani Hug.
Su nombre significaba literalmente «Agua Preciosa Envolvente».
—Me alegra ver que amaneciste bien.
—Sí, gracias... Yo nunca bebo... Tú eres... —contesté con timidez.
—¿Sorprendido? — me dijo sonriendo.
Yo simplemente, me perdí en su sonrisa.
(II)
Llevábamos tres semanas en Honolulu y el ambiente en el trabajo era muy bueno. En nuestro primer fin de semana completamente libre, salimos a navegar. El padre de Wanani nos dejaba la embarcación. Ella y su hermana, Lani, habían nacido con el mar en sus venas.
Después del incidente a mi llegada a la isla, no volví a beber alcohol. Ya solo bebía zumo, té, café o agua. Lani y Denzel estaban a los mandos, mientras que Wainani y yo desgustábamos nuestros zumos de piña y coco.
En veinte minutos llegamos a una pequeña isla desconocida para la mayoría. Atracamos y bajamos las cosas para pasar el día en aquel paraiso.
—¿Me ayudas con la espalda, William? —dijo Wainani enseñándome la crema solar.
—Por supuesto. Qué suerte tienes, tu piel es perfecta —contesté sin pensar.
Al darme cuenta de lo que había dicho, me puse rojo de vergüenza. Wainani me gustaba cada día más. Pero mezclar trabajo y pasión no siempre es bueno. Además de que más pronto que tarde, volvería a mi vida en San Diego.
—No te preocupes. Te devolveré el favor. Me encanta tu espalda pecosa. Algún día, si me dejas, puedo intentar contarlas...
—Esto... —casi me atraganto—necesitarás mucha paciencia.
—Paciencia es mi segundo nombre, guapo.
No sabía dónde meterme. Demasiado tiempo solo y desentrenado.
Llevábamos unas dos horas en la isla cuando oímos el ruido de un motor. Era una Zodiac con tres tipos armados y malas pintas. Nos escondimos tras unas rocas y les vimos descargar un bulto que se movía. Sacaron a una niña atada y amordazada de unos trece años.
—¡Es la niña de los Wellington! —apuntó Wainani.
Los tres compañeros redujimos a los piratas, que no nos esperaban, gracias a unas bridas y al estar siempre armados. Esos pájaros serían enjaulados.
Como no bebieron estaban en perfectas condiciones de hacer el bien. Nunca una abstinencia fue tan productiva.
ResponderEliminarEs un tipo demasiado correcto. Inconscientemente hice un personaje masculino demasiado parecido a mí XD
EliminarMe gusta. Una historia de aventura, de un rescate. Que se mezcla con el deslumbramiento ante una bella mujer.
ResponderEliminarY el papelón por beber, no estando acostumbrado. Aunque parece que eso pudo haber facilitado el acercamiento.
Un abrazo.
Gracias Demiurgo. Es lo bueno de las series y películas, que he cogido un poco de aquí y de allá y lo he agitado un poco.
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