Microteatro de Diciembre 2023
—Escucha. Tengo que hacer un parón en la sopa de letras que estoy preparando, porque el caldo es de pollo y, algo me está carcomiendo.
—¡Soy todo oídos!
—Pues verás. Ayer maté a un conejo.
—¿Cómo?
—Con nocturnidad y sin alevosía.
—Ya me imagino. No eres de esas pero, ¿cómo pasó?
—Conduciendo. Fue sin querer.
—Tranquila. No pasa nada.
—¿Y por qué me siento tan mal? Si al menos, lo hubiese matado por necesidad. Para comer... Pero yo no como conejo. Precisamente porque me da pena. Pollo sí. Que es lo más parecido que se me ocurre. Por eso es de pollo el caldo que más me gusta.
—Los conejos son animales bobos. Se quedan parados ante los faros y, ya está. Caput.
—Es que sonó cloc-cloc. La rueda izquierda delantera primero. Y a continuación, la trasera. Un conejito precioso que parecía suave y achuchable. Me sorprendió, no lo esperaba. A mi edad, ha sido la primera vez. Y tengo que dar gracias a que no fue un jabalí el que se cruzó en mi camino.
—Entonces, estaríamos hablando de algo mucho más grave.
—Ya... Que en su gloria esté el desgraciado conejillo. Lo siento con toda mi alma. He matado sin remordimientos a moscas, mosquitos, hormigas y otros bichos. Y sin querer, al pisar a algún que otro caracol que no vi. ¿Me sigues?
—Te sigo y lo corroboro.
—Me quedo mucho más tranquila. Ha sido un placer poder hablar contigo, cerebro. Necesitaba soltarlo de alguna manera. Ha sido toda una catarsis y escribiré sobre ello. Pero antes, debo terminar la sopa. Que estoy deseando comerme un buen plato y añadirle unos picatostes.
—No hay de qué. Y yo agradeceré la tranquilidad que me dará el que te comas esa sopa.
Postdata: Pasadas las doce de la noche del 6 de diciembre. Atropellé a un conejo. En estos casos, la DGT aconseja no frenar para salvaguardar al conductor y a los acompañantes que pudiesen ir en el coche.
Hola Noelia, jajajajajaja, si te dijera la de cosas que he atropellado yo por la noche con el coche... Y sí, de primeras me pasa como a la protagonista de tu microteatro, no lo puedo evitar, me da pena, pero es que yo no tengo la culpa, que no se hubiera puesto delante y es que a veces parece que van hacia ti, una pena...
ResponderEliminarMenos mal que la sopa no es de conejo, de lo contrario, hubiera sospechado su procedencia, jeje.
Muchas gracias por participar.
Un abrazo. :)
Gracias, Merche 😅
EliminarAyayayayay 😬
Como dice la postdata, me pasó de verdad, y ha sido el primero que yo atropello. Otra cosa es ver animales atropellados por otros. De ahí a que me haya quedado un poco así. Pero ya está. Es la vida.
Siempre que no sea el conejo de Frank de Donnie Darko, supongo.
ResponderEliminarHombre, no. Estonces ya, me da un tabardillo que no lo cuento.
EliminarHola Noelia, menos mal que la sopa era de pollo, porque si no me hubiera asustado. Buen aporte. Un abrazo
ResponderEliminarAyayayay. Gracias!!!
EliminarNo. No como.conejo
Interesante relato, de lo cual, recuerdo que siempre hay que conducir con la máxima atención a la calzada, y con precaución, y sin distracciones.
ResponderEliminarPies si. Muchas gracias por comentar 👍
EliminarEs normal que te dé pena, pero a veces es inevitable y como bien aconseja la DGT frenar podría ser más peligroso. Qué bien has sabido incluir el elemento de la sopa en tu historia real. Un fuerte abrazo, Noelia.
ResponderEliminarGracias, Mayte. Son cosas que impactan. Y lo rápido que un ser está vivo y, en cuestión de segundos, ya no.
EliminarA mí también me ha pasado. Un abrazo
ResponderEliminar🙏
Eliminarhola
ResponderEliminarte devuelvo la visita y me quedo por tu blog
besotessssssssssssss
Graciasssss 🤗
EliminarHola, Noeli, siento tanta pena por el conejito como la protagonista. Pasa y no puedes evitarlo. Me ha encantado que lo hables con tu cerebro. Un abrazo!
ResponderEliminarDe verdad qie sí. Gracias Mª Pilar 🌷
EliminarEspero que el cuento haya funcionado como catarsis.
ResponderEliminarMe parece un buen consejo el de no frenar.
Besos.
Gracias!!! Sí 👍
Eliminar🎄🥂