Envidia
Marina lo tenía todo. Era la niña más guapa de la escuela. Tenía un nombre precioso, lucía siempre bonitos vestidos hechos a medida y sus largos tirabuzones negros, resaltaban su pálida piel y sus ojos azules. La envidiaba la mayor parte del tiempo, aunque le costase admitirlo.
Lujuria
Sin ir más lejos, a principios de año, Marina se atrevió a ir a clase con la Mariquita Pérez que le habían traído los Reyes Magos, nada más volver de las vacaciones de Navidad.
Era la muñeca más bonita que Purita hubiese visto jamás. La quería para ella. ¿Por qué Marina había recibido aquel regalo y ella no? ¿A caso ella no era la buena niña que obedecía a sus padres, a su maestra, sor Luciana, y a cualquier adulto como era menester?
Ira
No escuchó a su madre las tres veces que la llamó para que bajase a desayunar. Tampoco sus pisadas por las escaleras de madera al subir. Sólo saltó como un resorte con la cara roja por el enfado, al oír el crujido de la puerta.
—¿Se puede saber qué haces, Purita? Tu padre y tu hermano ya están sentados a la mesa.
Soberbia
Altiva, la enojada Purita se alisó la falda que ya empezaba a ser demasiado corta y a apretarle en la cintura. Necesitaba ropa nueva. Pero no dejaría que nadie notase lo miserable que se sentía por pertenecer a una familia con tan escasos recursos económicos.
Y con esos pensamientos divagando en su mente, su madre la dejó pasar y bajaron para dirigirse a la cocina.
Avaricia
En la mesa había leche con cacao y zumo de naranja recién exprimido. También vio galletas danesas, barquillos y cruasanes de mantequilla. Todo dispuesto en la vajilla que su madre sólo sacaba para conmemorar algo muy importante.
Purita empezó a servirse de todas las cosas, antes incluso de sentarse ante su plato.
Gula
Con una mano bebía un sorbo de la leche chocolateada y con la otra le hincaba el diente a un delicioso cruasán, mientras no perdía de vista al vaso de zumo que tenía ante sí y calculaba cuántos barquillos y galletas sería capaz de digerir antes de ir al colegio.
Su padre, visiblemente contento, se dirigió a su hija que, comía a dos carrillos.
—Tranquila, hija. Que te vas a ahogar. Hay de sobras. Me han ascendido a encargado de la fábrica y ya no soy un peón más. No es mucho el aumento pero, iremos un poco más desahogados a partir de ahora. Además, tu hermano empezará también a arrimar el hombro. ¿A qué sí, hijo?
Pereza
Pero Purita no le escuchaba, pues cuando su padre empezaba a hablar, no había quien lo parase. Le entraba un sopor inenarrable y simplemente veía a su padre mover la boca. Le entraban ganas de dormir, pero ahora no podía, pues debía ir al colegio.
Aquel día la acompañaron los dos, su padre y su madre. Ambos la abrazaron y besaron mientras le deseaban un feliz día de nuevo y Purita se sintió la niña más querida y feliz.
Por su parte, Marina llegó a la escuela cabizbaja. Todos los juguetes que poseía, o sus bonitos vestidos con el lazo para el pelo a juego no le servían para nada.
En casa de Marina se respiraba un aire enrarecido cada vez que su padre llegaba más tarde por la noche. Casi siempre cuando ella ya dormía, y su madre lloraba amargamente mientras suplicaba al marido que no se marchase de nuevo. Pero él, cada vez pasaba más tiempo fuera porque decía que un jefe tenía que ser siempre el primero en entrar y el último en salir. Pero la realidad era que el padre de Marina había decidido que le gustaba pasar más tiempo con Dolores, su secretaria, que con su familia. La cual estaba embaraza en aquel momento de siete meses.
Cuando Purita se enteró de aquello, no dudó entonces en abrazar a su amiga/enemiga y consolarla.
Aquella noche, antes de ir a dormir sólo quiso decirle una cosa a su padre. Que se quedase como encargado, pues no era necesario que aspirase a ser jefe de nada. Que ella ya era feliz así. Que ni la lujuria o la envidia, la avaricia o la soberbia podrían con ella. De la ira, no estaba segura de no enfadarse jamás, y de la gula o la pereza, era algo en lo que le costaría bastante más, por lo que no se lo tuviese demasiado en cuenta 🤗
Intuyo que Purita ocupará un cargo en alguna administración pública, o militará en un partido político.
ResponderEliminarJa, ja, ja, ja. Sospecho que Purita estará más que jubilada. Pues si en el relato (1950) cumple 10 años, de seguir viva, soplaría ya 83 velas.
EliminarFantástico relato Noelia,
ResponderEliminarPor un lado me ha parecido muy original, haciendo entrar en juego los famosos "siete pecados". Por otra parte me ha gustado mucho como la niña percibe que lo más importante es el bienestar y el amor de la familia, y como, inocentemente, le dice a su padre que no es necesario que se convierta en jefe. Felicidades, gran aportación al reto.
Un abrazo!
Muchas gracias, Antonio.
EliminarLa verdad, es que a veces no sé ni cómo me vienen las ideas. Tenía pensado hacer un relato sobre los pecados capiyales, y mira por dónde pude meterlos en un cumpleaños. Y me gustaba la idea de una niña de las de después de la guerra.
Buen relato, los siete pecados capitales... Puritan muy contundente supo dejar claro a su padre que no fuera el jefe, no sea que le pasase como a Marina. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Nuria. La lógica de los niños 😊
EliminarEl dinero y el poder no da felicidad. Saludos.
ResponderEliminarEs verdad, Federico. Ayuda a obtener las cosas y que ka vida sea más fácil, pero demasiado dinero vuelve a la gente "alelá".
EliminarMe ha encantado el relato.
ResponderEliminarGracias, Ánxela.
Eliminar¡Hola delaFlor! Pensaba comentarte que Purita lo tenía todo, gula, avaricia, ira...Un completo vamos. Pero ya veo que al final se ha dado cuenta de que lo importante es tener el cariño y la atención de su familia.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola, Rocío 😁
EliminarFue un dia puntual para que el relato guvoese enjundia. Nada más 🌷
¡Guau! Ha dicho el perro que no tengo.
ResponderEliminar¡Qué maravilla! Ha dicho mi cabeza, que también anda bastante perdida.
😅😂😝
Qué forma tan extraordinaria de enlazar los siete pecados para forma el relato. Cómo van dando forma, poco a poco, al estado anímico de la pequeña hasta transformarse en un final precioso con una bellísima moraleja.
Ojalá todos los niños fueran capaces de entender la importancia del amor frente a la posesión material. Ojalá todos crecieran disfrutando de su familia y la comparación solo sirviera para actuar como Purita, repartiendo amor y abrazos.
Purita cumplirá este año algunos más que yo; me encantaría encontrármela y que me contara sus historias. Seguro que se ha convertido en una abuela maravillosa CuentaCuentos.
Enhorabuena, Noelia. Tú también eres una maravillosa cuentista (en el buen sentido).
Muchas gracias por compartirnos este regalo.
Un Abrazo.
Pues muchas gracias, José Antonio!!!
Eliminar¿Qué puedo decir ante tamaño comentario lleno de tan buenos halagos?
Nada más que darte las gracias de nuevo sintiéndome como un pavo real 🦚
Un relato que describe a la perfección la mentalidad de una niña de diez años que no ha perdido aún la inocencia, ni la sabiduría cuando dice a su padre que no aspire a ser jefe. El valor de una familia viviendo en sincera armonía es incalculable.
ResponderEliminarSaludos!
Gracias, Marcos 🌷
EliminarEs que visto lo visto, ser jefe es demasiado trabajo 😌
Me gustó mucho el análisis del personaje a través de los siete pecado capitales. Una idea original, enhorabuena! Saludos
ResponderEliminarlady_p
Muchas gracias, Sibila 🌷
EliminarVeo que también estás en libros.com 😊👍
¡Qué buen relato, Noelia! Me ha encantado. Originalísimo en la forma y tierno en el fondo. Contarlo desde la perspectiva de la niña le da un toque muy especial y el recurso de los pecados, una genialidad. Fantástico.
ResponderEliminarMuchas gracias, Marta 😊🌷
Eliminar¡Qué original, Noelia! Me parece genial esa manera de meter los siete pecados capitales en un mismo relato. Me ha encnatado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, María Pilar 🌷
EliminarNo sé si el padre tendrá en cuenta el pedido de su hija. Tal vez no quiera renunciar a pasar tiempo con la secretaria.
ResponderEliminarBesos.
Vaya...
EliminarMuy original, Noelia, meter los siete pecados capitales en la vida y reflexiones de esta niña cumpleañera. ¡Ojalá todos los niños a esa edad, descubrieran qué es lo más importante en esta vida! Como regalo de cumpleaños, no estaría nada mal.
ResponderEliminar¡Buen aporte! Un abrazo. Marlen.
Muchas gracias, Marlen 🌷
Eliminar¡Me ha encantado el relato! como siempre, se envidia al que más tiene pensando que eso es la completa felicidad y no nos damos cuenta de que no siempre es lo mas importante . Purita lo entendió y tal vez, si Marina decidió ser sincera encontró la verdadera felicidad lejos de la opulencia. Por cierta, mi madre siempre deseó tener esa muñeca, Marujita Pérez.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por tu comentario, José 😊
EliminarEn mi familia nadie tuvo esa muñeca. No todo el mundo podía permitírsela.
Hola Noelia, un muy buen relato para el VadeReto, muy original con lo de los siete pecados capitales y al final un gran mensaje: valorar lo que tenemos. Creo que por ahí se te fue un error de dedo en la tercera línea, pusiste espectativas y es expectativas, con "x". Saludos.
ResponderEliminarGracias, Ana 🌻
EliminarYa lo corregí.
Como una niña que cumple diez años, es capaz de experimentar en poco más o menos una hora, los siete pecados capitales. Muy bien explicado.
ResponderEliminarMuchas gracias, M. Cristina 🌷
EliminarMuy curiosa y original, la idea de describir la escena siguiendo los pecados capitales! Pero tratándose de una niña, un poco inquietante también ver como ya estan dentro de uno desde siempre! Je, je! Un abrazote!
ResponderEliminarHola, Marifelita.
EliminarCreo que la Iglesia sólo quería inculcar miedo a los niños, a decie verdad. Todo era pecado, y aquí los muestro como algo muy fácil. O sea, por esta regla de tres, todos somos pecadores, es tan fácil tener esta clase de pensamientos. Y no necesariamente por ello, somos malas personas.
Muy original, de la Flor!! Enlazas estupendamente los siete pecados con la historia de Purita, aunque al final se quedan en pecadillos, porque ella se da cuenta de lo que verdaderamente importa. Muy buen relato. Un abrazo!!
ResponderEliminarGtacias, Lola.
EliminarBuf!! Según la Iglesia, todos pecamos. Pero vamos, salvo excepciones, normalmente no llegan a nada. Es humano el tener según qué comportamientos o pensamientos. El qué hacer con ellos es lo que nos hace aprender y si es posible, mejorar.