02/11/2022

Spandau y Mitte

Reto: El muro
de Libros.com
 

1961

Wolfgang y Claudia llevaban siendo novios desde hacía dos años y, estaban pensando ya en casarse. Ambos tenían veintiún años y se conocieron cuando el chico empezó a trabajar en la carpintería del padre de ella, situada en los bajos de su casa, en el barrio de Spandau. Él se desplazaba cada día en bicicleta desde el barrio de Mitte. 
Todo iba bien hasta que aquel agosto de 1961, empezaron a levantar un muro de hormigón de más de cuatro metros de altura que separaba la ciudad de Berlín. Mitte, el barrio de Wolfgang, quedó en el lado Este, lo que pasó a llamarse la RDA (República Democrática de Alemania). Mientras que Spandau, el barrio de su novia Claudia y de su posible futuro juntos, quedó en la parte Oeste, la RFA (República Federal de Alemania). 
De la noche a la mañana, los enamorados dejaron de poder verse y tocarse, de cogerse de las manos mientras sus jóvenes cabezas soñaban con comenzar una vida juntos y formar una familia. Se amaban perdidamente, pero mientras aquel muro de la vergüenza iba fortaleciéndose y haciéndose más grande, su historia de amor quedaba destruida, machacada bajo la piedra que les separaba. 
Derramaron tantas lágrimas, pasaron tantas noches en vela. Nunca dejarían de amarse. Nunca intentarían reemplazar aquel amor por cualquier otro, ya que, sería una mentira, un absoluto fracaso y una injusticia para todos. Además, cuando en noviembre, Claudia le comunicó a Wolfgang que no le bajaba el período, vieron imposible deshacer su unión aunque estuviesen separados. 
Ella, al principio, lo había achacado a los propios nervios que le provocaba la situación que estaban atravesando. Pero después de cuatro meses, su vientre había empezado a redondearse porque dentro llevaba desde julio, al bebé de Wolfgang. 

1989

Cuando podían, Claudia y Wolfgang hablaban a través de un pequeño agujero del Schandmauer, o Muro de la Vergüenza que separaba Berlín y sus vidas. 
Claudia había dado a luz a su preciosa Lena una mañana de abril de 1962. Al principio, a través del agujero por el que hablaba con su amado, le pasaba fotografías de la niña. Más adelante, se atrevió a que su hija la acompañase para que pudiese hablar con su padre. 
A través del muro, Wolfgang veía como la pequeña Lena pasaba de niña a adolescente, y de adolescente a mujer. 
Pero un día e noviembre de 1989, la televisión emitía unas imágenes de algo impensable hasta entonces. El muro estaba siendo derribado y nadie lo impedía. 
Atónito, cuando Wolfgang al fin se recompuso de su estupefacción, lo primero que pensó fue en buscar a las mujeres de su vida para no tener que separe nunca más. 
En efecto, el encuentro se produjo. Aquella pareja a la que separaron cuando solo tenían veintiún años, ahora se reencontraban con cuarenta y nueve cumplidos, y el primer abrazo que pudo dar a su hija Lena, se produjo cuando ella ya contaba con veintisiete años de edad. 
Lena estaba muy emocionada e impresionada, pues a parte de poder ver y abrazar a su padre, también podría disfrutar de sus abuelos, tíos y primos por la parte paterna. 
Ambas familias pudieron reunirse en una gran celebración que duró varios días, poniéndose al corriente de todo y, dando parte de las pérdidas familiares y de los nuevos integrantes. Y es que veintiocho años dan para mucho. Tan largos, tan interminables, y ahora, pareciese que todo hubiese sido un mal sueño. 
Wolfgang y Claudia no pudieron recuperar el tiempo robado, pero continuaron y engrandecieron su historia de amor como Alemania, unidos. 

4 comentarios:

  1. Hay sentimientos más fuertes y perdurables que una roca. O un muro.

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  2. Que hermoso! Ojala lleguen este tipo de relatados a muchas personas.

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