28/02/2023

Little Oli

Foto generada y modificada por Face App
Reto: Charles Dickens y sus grandes esperanzas
de Libros.com

Con cuatro relojes robados aquella mañana, junto a dos billeteras y una petaca de plata, regresó a casa. No estaba mal, pero había tenido días mejores. Charles, Fergus y Benjamin, sus hermanos, jugaban a las cartas.
—¡Ey, Oli! ven a jugar con nosotros. Necesitamos ser cuatro.
—¡Jolines, Ben! Sabes que en casa quiero que me llaméis Olivia.
O-L-I-V-I-A
—Pero renacuajilla, si sabes que eres la princesa de la casa, ¿qué más te da?
—Pues, pues... Que yo quiero vestir como las otras niñas y tener el pelo largo para hacerme coletas.
—Y yo quiero ser rico —dijo Charles, levantándose de la silla—. Pero somos pobres, y lo que haces tú, antes lo hicimos nosotros. Ahora somos demasiado mayores y no pasamos tan desapercibidos. Yo hasta tengo barba...
Olivia tocó la cara de su hermano. Raspaba ligeramente. Charles tenía diecisiete años, Fergus quince, Benjamin catorce... Ella casi siete. Su madre murió al alumbrar a la pequeña, y el padre amaneció tres años después, flotando en el Támesis tras otra noche de borrachera, gastando lo poco que ganaba y retozando con alguna señorita del lupanar. Insustancial muerte para alguien que nunca se preocupó por sus hijos, abocados a mendigar y a robar para subsistir.
Hacían pasar a Olivia por chico, menos peligros que siendo una chica. A ojos de todos, Oli era un ratoncillo que se escabullía entre la gente. Simpático y con cara de pillo, siempre salía airoso.
Al día siguiente, el bolso de una joven dama vestida de azul, llamó su atención. Al meter la mano en él, la chica se volteó y Oli tropezó y cayó, quedando inconsciente. La joven llamó a su padre, que salía de casa.
—¡Papá! Choqué con este niño y no se mueve. Debemos ayudarle.
—¿Y el almuerzo con tu prometido y sus padres?
—Se anula. Ya lo entenderán.
Su padre y el mayordomo cargaron con el niño. Había caído en un charco, calándose hasta los huesos.
Mary, la joven dama, llamó a Dorothy, su asistenta, para despojar a Oli de su ropa. Las dos se miraron extrañadas porque no esperaban encontrarse con una niña. Entonces, recordó que guardaba algún vestido de su prima Cornelia, más o menos de la edad de aquella criatura. Oli entró en calor y empezó a recuperarse. Aún algo aturdida, tomó un delicioso caldo caliente. Pero entonces, al verse en aquella enorme casa llevando un precioso vestido de flores, entró en pánico y salió corriendo.
Sus hermanos la encontraron a dos calles, preocupados por su tardanza. Mary salió corriendo tras Oli, encontrándose con los cuatro que, les contaron la situación.
Conmocionada, Mary les invitó a comer a su casa, donde pasaron una agradable sobremesa. Al despedirse, Mary tomó la mano de Oli para entregarle un saquito de cuero. Cuando lo abrió en casa, Olivia encontró varias monedas de oro y una nota:

«Estas monedas os ayudarán a empezar una nueva vida. Venid todos el próximo lunes. Tendréis estudios y trabajo asegurados.
Mary Blossom».

10 comentarios:

  1. Qué buen final. Me ha encantado, la coherencia salva a la inhumanidad. Buen relato. Un abrazo. ☺️

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Merche por comentar tanto aquí como en Bloguers 😊🌻

      Eliminar
  2. Un relato precioso, Flor. Muy bien logrado el ambiente dickensiano y el final una alegría.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias María, siempre viene bien un final feliz 😊🌻

      Eliminar
  3. Celebro que esos pequeños granujientos tengan su oportunidad.

    ResponderEliminar
  4. Me recuerda a Oliver Twist. Todo un relato digno de Dickens.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Federico, eso era lo que pretendía escribiéndolo 👍

      Eliminar
  5. ¡Hola, Noelia! Estupendo relato que, además, muestra que hacer el bien significa implicarse, "ensuciarse las manos" con la persona a la que vas a ayudar. Eso es lo que hizo Mary y que, para mí, es diametralmente opuesto a eso de llamar a un móvil para donar dinero y luego proclamarlo a los cuatro vientos. Un abrazo!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola David!!
      Sí, aunque en aquella época ni teléfono había, si que algunas personas iban a la caridad para después proclamarlo en los "ecos de sociedad".

      Eliminar