Ángela era una chica simpática y divertida a la que le encantaba la música. Ponía la radio para poder moverse al ritmo de "Bailando" de Alaska y los Pegamoides. Yo era muy pequeña y apenas me acuerdo de aquellos tiempos. Era mi tía, nueve años mayor que yo, a la que seguía a todas partes. Le gustaba llevar pelo y maquillaje a la moda, aquellos años 80, qué transgresores eran los nacidos en los sesenta. La Movida Madrileña dio buena cuenta de ello.
Ángela dejó el colegio porque no le gustaba estudiar y se apuntó a una academia de peluquería. Pero mi tía, siempre inquieta y con ganas de pasarlo bien, se saltaba las clases. Mi padre, policía, haciendo guardia en la garita del cuartel, la vio alguna vez, y cuando le llamaba la atención, ella simplemente ponía alguna excusa peregrina.
—No. Es que tengo que llevar toallas a una peluquería... —decía sin sonrojarse.
Empezó a frecuentar malas compañías. Deó la academia de peluquería y dejó nuestra pequeña ciudad para estar dando tumbos por la península. Por suerte, no tuvo hijos. Se ganaba la vida vendiendo su cuerpo para costearse sus adicciones, hasta que murió a la edad de veintisiete años.
Una tarde sonó el teléfono de casa. Estaba yo sola porque mis padres estaban trabajando. Llamaban desde una comisaría de una ciudad costera. Habían encontrado el cuerpo de mi tía. La habían matado, aunque su estado terminal por el sida que tenía, tampoco le auguraba mucha más esperanza de vida. Su maltrecho cuerpo estaba en las últimas.
Ella es uno de los ángeles caídos de aquella época. Una buena chica que jamás hizo daño a nadie pero que fue nefasta eligiendo amistades.
A.R.R. Descansa en paz.
Si bien somos responsables de nuestras elecciones, Dios es el peor casero del mundo.
ResponderEliminarLa vida es simplemente un alquiler, luego ya tw metes en una hipoteca de por vida.
EliminarMe gusta la pintura, acompaña bien el relato. Con su piel marmórea, su posee, parece un ángel femenino caído.
ResponderEliminarÁngela era transgresora y a la vez alguien que no supo enfocar esa transgresión. La peluquería habría sido una buena alternativa, pudiendo arreglar el pelo de las clientes y maquillarlas al estilo que ella usaba.
Las adicciones suelen llevar a la tragedia.
Besos.
Sí. Desgraciadamente, ella solo fue una más, lo único diferente es que la conocí y puedo hablar con conocimiento de causa.
Eliminar