Interior de Chumley's, (Manhattan) NY |
Microrrelato Día del Libro 2023
de Droids & Druids
PREMISAS
Género: Novela negra
Lugar: Un bar de Manhattan
Personaje: Un detective privado
Límite: 400 palabras como máximo
Habían quedado al mediodía, una hora decente para una primera cita.
Un hombre guapo con pinta de ejecutivo se sentó en una mesa y pidió una cerveza. Miró a su alrededor, había sólo dos hombres hablando de deportes, y una señora en una videollamada con sus nietos.
Díez minutos después de la hora acordada, una bella pelirroja cruzó la puerta.
—Hola. Jack, ¿verdad? Perdona el retraso. Me pasé la parada del metro.
—No pasa nada. Valió la pena la espera.
—Gracias. Pues yo soy Nancy. No sé qué decir. Es la primera cita utilizando Tinder, y no estoy acostumbrada a estas cosas —dijo mirando a la gente del bar.
—Tranquila, ya verás como todo fluye. ¿Qué vas a tomar?
—Un café con leche estaría bien.
La pareja estuvo hablando de su día a día. Jack escribía para el Wall Street Journal y Nancy era dependienta en una tienda de vestidos de novia. Ambos solteros. Treinta y siete años tenía él, y treinta, ella.
—¿Sabes, Jack? —preguntó la pizpireta pelirroja.
—Dime, Nancy… —contestó muy animado.
—Me cuesta creer que un hombre guapo, alto, fornido y con buena posición como la tuya no esté casado o no tenga novia y planes de futuro. Tienes unos ojos preciosos. Una criatura con tus ojos sería un bebé de revista.
—¡Vaya! ¡Ahora sí vas fuerte! Me gusta. No tengo hijos, pero un bebé nuestro, sería la bomba.
—Novia, entonces… ¿no tienes?
—Bueno… Algunas citas sin importancia. No sé por qué, pero nada cuaja y no pasa de los tres encuentros. Nadie me llena. Pero tú pareces distinta. Como si escondieras algo, empujándome a querer conocerte. Tienes algo que engancha.
—¿Y qué me propondrías hacer ahora mismo si yo aceptara?
—Irnos a un hotel a pasar el resto de la tarde y dejar volar nuestra imaginación.
—¿Me darías un masaje? Me duelen las cervicales de tomar las medidas a un montón de novias cada día.
—Un masaje y mucho más…
La señora, que ya no hablaba con sus nietos, se levantó pausadamente y se les acercó a la mesa.
—Hola, Jack. ¿Sabe Kate dónde estás?
—Se confunde, señora. Quizá olvidó su medicación.
—Me llamo Louanne y no soy tan vieja… ¡Kate! Puedes salir.
Nancy se levantó, sacó el móvil de su bolsillo y se lo dio a su madre, Louanne. Con todo grabado, Kate finalmente demostraría las infidelidades de su marido de cara al divorcio.
Un hombre guapo con pinta de ejecutivo se sentó en una mesa y pidió una cerveza. Miró a su alrededor, había sólo dos hombres hablando de deportes, y una señora en una videollamada con sus nietos.
Díez minutos después de la hora acordada, una bella pelirroja cruzó la puerta.
—Hola. Jack, ¿verdad? Perdona el retraso. Me pasé la parada del metro.
—No pasa nada. Valió la pena la espera.
—Gracias. Pues yo soy Nancy. No sé qué decir. Es la primera cita utilizando Tinder, y no estoy acostumbrada a estas cosas —dijo mirando a la gente del bar.
—Tranquila, ya verás como todo fluye. ¿Qué vas a tomar?
—Un café con leche estaría bien.
La pareja estuvo hablando de su día a día. Jack escribía para el Wall Street Journal y Nancy era dependienta en una tienda de vestidos de novia. Ambos solteros. Treinta y siete años tenía él, y treinta, ella.
—¿Sabes, Jack? —preguntó la pizpireta pelirroja.
—Dime, Nancy… —contestó muy animado.
—Me cuesta creer que un hombre guapo, alto, fornido y con buena posición como la tuya no esté casado o no tenga novia y planes de futuro. Tienes unos ojos preciosos. Una criatura con tus ojos sería un bebé de revista.
—¡Vaya! ¡Ahora sí vas fuerte! Me gusta. No tengo hijos, pero un bebé nuestro, sería la bomba.
—Novia, entonces… ¿no tienes?
—Bueno… Algunas citas sin importancia. No sé por qué, pero nada cuaja y no pasa de los tres encuentros. Nadie me llena. Pero tú pareces distinta. Como si escondieras algo, empujándome a querer conocerte. Tienes algo que engancha.
—¿Y qué me propondrías hacer ahora mismo si yo aceptara?
—Irnos a un hotel a pasar el resto de la tarde y dejar volar nuestra imaginación.
—¿Me darías un masaje? Me duelen las cervicales de tomar las medidas a un montón de novias cada día.
—Un masaje y mucho más…
La señora, que ya no hablaba con sus nietos, se levantó pausadamente y se les acercó a la mesa.
—Hola, Jack. ¿Sabe Kate dónde estás?
—Se confunde, señora. Quizá olvidó su medicación.
—Me llamo Louanne y no soy tan vieja… ¡Kate! Puedes salir.
Nancy se levantó, sacó el móvil de su bolsillo y se lo dio a su madre, Louanne. Con todo grabado, Kate finalmente demostraría las infidelidades de su marido de cara al divorcio.
Una trampa bien tramada. Cuando aceptó la cita ya había caído. Me gustó el personaje de Louanne. Pensé que cuando el dice que no tiene novia, ella se iba a dar la vuelta y marcharse por falta de interés profesional.
ResponderEliminarAbrazoo
Hola, Gabiliante. Qué madurgador comentario 🤗
EliminarTuve que condensarlo todo en un relato tan corto con las premisas dadas... Siempre he pensado que igual hay detectives privados con pintas de lo más anodinas. Nada sospechosas.
Muy buen relato, muy felices se las prometía el caballero. No hay nada mejor que un buen detective que pase desapercibido...¡y más desapercibido que la señora mayor! Un saludo!
ResponderEliminarGracias, Antonio.
EliminarEsa es la gracia del relato, detectives sin pinta de ello 🤗
Jajaja, no sé... de la Flor, has pintado al tipo como muy inocente y obvio. Que haberlo, haylos.
ResponderEliminarHola, Cabrónidas.
EliminarNo soy hombre pero por eso mismo he tenido que lidiar con ellos. No es que fuera inocente, es que algunos a la hora de ligar, pierden el norte y bajan la guardia porque dan por supuesto que se están camelando a la dama.
Tras tus últimos relatos esperaba que un zombie devorara al marido infiel. Saludos
ResponderEliminarHola, Federico. ¿En serio?
EliminarNooooo jajajaja 😂👏
Hola.
ResponderEliminarMe preguntaba quien sería peligroso, él, como un asesino serial, o ella, como una viuda negra. O tal vez si el lugar era una trampa mortal para los dos, para devorarlos o algo por el estilo.
Sin resultar siniestro, fue ella quien tenía planes ocultos.
Besos.
¡Hola!
EliminarLa verdadera protagonista es la adorable abuelita.
¡Hola, Noelia! Si es que a los hombres se nos engatusa con muy poco, je, je, je... Sin duda que una detective atractiva no tendría problema ninguno en demostrar infidelidades. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David.
EliminarEs que este tipo era muy fácil de engatusar, pues acostumbrado a las infidelidades, bajó la guardia 👀