Comisaría de Täby, Suecia
—Sé que la situación en la que me encontraron no habla muy bien de mí, pero el tipo se lo merecía. Toda la ira que derramé sobre él, todo el asco que sentía, me repugnaba y me daban arcadas, pero lo superé. El hombre al que encontraron amarrado en aquel catre, señores agentes, no merecía piedad alguna. Era una rata inmunda que se ganó a pulso todas las quemaduras de cigarrillo, todas las uñas arrancadas de raíz, todos los cortes y cada uno de los golpes. Y todos los huesos rotos. Dejé que comiera y bebiera, pero no le quité las correas para que se meara y se cagara encima. Le dejé durante una semana así, atado y desnudo sin saber si era de día o de noche, con la luz encendida las veinticuatro horas en aquella habitación, con tan solo un camastro, una silla y una mesa, donde por el hilo musical sonaba en bucle la misma cación, la cabecera de la serie Pippi Långstrump. Después mandé a que le lavaran toda aquella mierda antes de terminar con él. Primero le corté las bolas y luego el "pajarito", y mientras se desangraba le escupí en la cara, y me reí de él cuando al fín abandonaba este mundo. Y cuando entraron en el momento álgido, me entregué obediente a ustedes, pues yo ya no tengo nada que perder, y la cárcel me sirve para pasar en ella lo que me quede de vida.
—Una pregunta señora Larsson, ¿por qué la canción de Pippi Långstrump?
—Porque Ronja, aquella niña de siete años que encontraron en Malmö, la última a la que violó y mató ese hijo de la gran puta, era mi hija. Tan pelirroja y pecosa como la mismísima Pippi.
Impactante, muy bueno. Saludos.
ResponderEliminarMuchísimas gracias.
EliminarEso sí es torturar, y no lo de la venganza rumana.
ResponderEliminarGracias. Puse toda la carne en el asador para un relato de 300 palabras.
Eliminar