Relato narrado en el Podcast
Navidad de Terror 5 (Volumen 3)
Navidad de Terror 5 (Volumen 3)
Hoy por ser el día de Navidad, traigo como regalo un relato inédito seleccionado por Lux Ferre Audio y su programa Martes de Terror. Lo encontraréis en el tercer episodio del especial Navidad de Terror 5, narrado por las voces de Rebeca G. Briones, Toni López, Nieves G. Briones e Inés Vega.
Programa completo AQUÍ.
Una vez conocí a una persona obsesionada con las muñecas. Tenía tres de las cuatro habitaciones de su casa abarrotadas por ellas. Lo sé porque ella, Beverly, me compró un domingo en un mercadillo de segunda mano.
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Al llegar a casa me dejó sobre una mesita en el centro de una sala llena de muñecas.
—Cariño, ¿Aún no tienes suficiente con tantas? Casi no cabemos en casa —dijo con preocupación su marido Mark.
—Tranquilo, amor. Siempre hay hueco para más, aunque de momento, esta réplica de Laura Ingalls es la última —susurró Beverly acariciándole la cara.
Mark se marchó al salón para ver las noticias y Beverly me colocó entre una muñeca japonesa con kimono rosa y moño perfecto, y otra vestida y peinada como una militar al estilo de las Andrew Sisters.
Las estanterías eran de caoba y de entre todas las muñecas, fue la dispuesta enfrente de mí, al otro lado de la sala, la que me escamaba. Su pelo era muy largo, liso y negro, con un perfecto flequillo recto enmarcando su belleza. El vestido de estilo victoriano, era de un chillón color amarillo y sus negros ojos contrastaban con su palidez, pareciendo esconder algo aún más oscuro.
Yo no podía dejar de mirarla mientras notaba como el aire se enrarecía. Intenté ignorarlo, pero su voz me hizo dudar.
—Acabarás obedeciéndome, como todas —dijo la muñeca de amarillo con la mirada. —Mi nombre es Raven. La reina de todo. ¿O quizás te crees mejor que yo con tus trenzas pelirrojas y tu carita de buena. Una cateta es lo que eres. ¡Cateta!
Beverly estaba todavía frente a la estantería, mirándome. Observaba a Laura, su muñeca de la «Casa de la Pradera». Estaba tan absorta que ni notó como Mark la miraba desde la puerta del salón, preocupado. Ella había empezado a cambiar de forma alarmante. Lo que iba a ser una simple colección de muñecas, pronto se transformó en algo más sombrío. Pasaba tantas horas con sus juguetes… incluso saltándose comidas porque decía no tener hambre. Su rostro perdía color, sus mejillas se hundían y tenía problemas para dormir. A veces Mark la encontraba allí en plena noche, de pie frente a Raven. Sus ojos enrojecidos y cansados, parecían perdidos, como si estuviera atrapada en un mundo invisible.
Pero lo más perturbador eran los extraños cortes que habían aparecido en sus dedos y manos. Mark los notó un día mientras desayunaban, pero al preguntarle, Beverly se encogió de hombros, diciendo que se cortó accidentalmente limpiando las muñecas. Sin embargo, él sabía que no eran cortes casuales; sino como hechos adrede y que siempre aparecían después de estar con Raven.
Al tiempo, los cortes fueron más frecuentes y profundos mientras en Beverly crecía una extraña devoción. Mark la encontraba en la sala con Raven en su regazo con pequeños hilos de sangre corrían por sus dedos y Beverly murmuraba cosas, meciéndose y manteniendo la mirada fija en los ojos oscuros de la muñeca. Él no podía soportar más que aquello socavase la salud y la cordura de Beverly y la él mismo.
El sonido del televisor de fondo apenas cubría el silencio pesado de la casa. Mark apretó los dientes sabiendo que cada muñeca añadida a la colección era un paso más hacia el control total de Raven.
Aunque había intentado destruirla, siempre tenía la forma de aparecer intacta y más dominante, vigilante y peligrosa, manipulando a Beverly para debilitarla y poseerla. Pero desde que Mark vio mi expresión serena, mis trenzas y mi vestido de flores rosas y verdes, le llegó un soplo de esperanza. Por eso pensó que yo podría ser la salvación de Beverly. Y así fue.
Aquella misma noche mientras Beverly dormía gracias a los somníferos, su marido vino a la sala. La luna iluminaba directamente a Raven, que aunque ella no se movía, Mark notó que no le quitaba ojo. Él se acercó a mí y con un susurro, preguntó:
—¿Eres tú quien puede ayudarme?
Sin moverme, Mark sintió un leve escalofrío recorrer su espalda cuando mi voz se coló en su mente.
—Sí. Sabes que no he llegado aquí por casualidad y, aunque Raven no me quiere, pude entrar— respondí.
Mark dio un paso atrás. Pues hasta entonces, ninguna muñeca le había hablado.
—¿Qué debo hacer? He intentado destruirla pero siempre vuelve.
Entonces, incliné levemente mi cabeza hacia Raven, estática en su estante, y Mark vio una fina grieta cruzando la perfecta cara de la muñeca.
—Raven tiene una debilidad, pero algunas muñecas también están bajo su control. Ten cuidado también con ellas.
—¿Pero cómo lo haremos?
*****
Tras contarle el plan a Mark, se acercó a Raven y sacó una cuchilla de afeitar. Le dije que los cortes de Beverly eran la clave, un vínculo de sangre entre Beverly y Raven que debía romperse.
Entonces, las muñecas comenzaron a moverse para atacar a Mark. Pero le di la orden y él se hizo un corte en la palma con la cuchilla, dejando que la sangre goteara al suelo. Raven siseó furiosa, Levantándose mientras su rostro se agrietaba.
Mark agarró a Raven mientras pequeñas manos arañaban su piel. Aún así, cortó la maldición sobre su esposa y un chillido agudo y monstruoso llenó la habitación, mientras la muñeca convulsionaba violentamente se hizo añicos. Yo me levanté al fin y me acerqué a Raven, posando una mano sobre lo que quedaba de ella.
—Es tu fin —musité.
Los restos de Raven se desintegraron y las muñecas cayeron inertes. Mark cayó arrodillado en la sala en silencio y sin el poso maligno. Yo me volví hacia él con una leve sonrisa.
—Has ganado, pero ten cuidado porque pueden haber otras como ella —dije antes de volver a ser una simple muñeca.
Mark respiró hondo, sintiendo alivio y terror al saber que el mundo de las muñecas, escondía una oscuridad que jamás hubiera imaginado. Pero para nuestra suerte, todo fue un remanso de paz durante los cuarenta años que permanecí en aquella casa.
Es curioso que la salvadora de Beverly, quien cortó ese enlace oscuro con la muñeca Raven, haya sido la muñeca de Laura Ingalls. Quien además de ser el personaje de una serie, fue una escritora de unos libros que llegaron a inspirar a la serie.
ResponderEliminar¿La escritora se encarnó en la muñeca?
Bien contado. Que tengas felices fiestas. Besos.
Ja, ja, ja, ay Demiurgo. Tú y tus comentarios tan únicos. No. No es la escritora 😅
EliminarDe muy pequeñita tuve una muñeca de Laura, con su vestidito de flores, muy bonita, y me inspiré en ella para dsrle la réplica a la muñeca maligna. Así de simple.