18/10/2024

Tiempo de perros, tiempo de lobos


Relato narrado en el podcast
Noche de Terror (Volumen 2)
Programa completo AQUÍ

Este relato fue seleccionado por Lux Ferre Audio para su programa Martes de Terror. El segundo episodio del especial Martes de Terror 4, con las voces de Adrián Molina, Inma González y Mario Nieto.

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MaryLou estaba apoyada en la parada de un autobús, un simple poste en el arcén. Bajo la lluvia, con paraguas y botas de agua conjuntados en color rojo, y con sus suaves rizos rubios destacando sobre una gabardina verde musgo, sólo quedaba media hora para que la noche se echara sobre la no muy transitada carretera. La chica parecía estar esperando a un autobús que se retrasaba, pero el último del día había pasado quince minutos atrás. 


Michael iba barruntando si salir o no aquel viernes por la noche para conocer a alguna chica interesante. Los faros de su coche no se habían encontrado apenas con otros automóviles. La lluvia y el mal tiempo en general disuadía a la gente de salir del calor de sus casas. Octubre era un mes frío en el norteño estado de Maine. De pronto, clavó los frenos y paró su Chrysler beige a escasos metros de la parada de bus y las botas rojas se apresuraron hacia el auto.


—Hola. ¿No sabrá usted si aún tiene que pasar un autobús por aquí? 


—Pues a esta hora no pasa ninguno más. Si quieres te acerco, que con este tiempo puedes coger una pulmonía. ¿Vas muy lejos? No deberías estar sola cuando anochezca y seguramente alguien estará preocupado por tu tardanza.


—¡Gracias! Me haría un gran favor. Voy a Alton, a casa de mi abuelita que está muy enferma y me necesita. Es la única familia que tengo.


—¡Menuda casualidad! Yo vivo a las afueras de ese pueblecito. Está a menos de veinte minutos.


—De nuevo, muchas gracias.


MaryLou abrió la puerta y se sentó en el asiento del copiloto. Se quedó mirando el ambientador que colgaba del espejo retrovisor e impregnaba el interior del auto con su olor a lavanda. Le recordaba a su abuela. Ella le preguntó dónde lo había comprado, y él le contó que había sido idea de su hermana, porque el olor a pachuli que solía utilizar, a ella le parecía demasiado pesado, y como estaba delicada de salud y debía llevarla a sus sesiones de quimioterapia para tratar su leucemia con frecuencia, pues recibió de buena gana el cambio de ambientador por parte de ella. Michael parecía realmente un buen hombre que se preocupaba por su hermana. 


A mitad de camino, Michael detuvo el coche a un lado de la carretera. 


—Perdona un momento, pero tengo que mear o me reventará la vejiga. 


MaryLou hizo un imperceptible mohín al escuchar la palabra mear en boca de aquel hombre que había estado tan pulcro y correcto en todo momento. Cuando terminó de orinar, Michael abrió el maletero y empezó a rebuscar entre un gran saco, cuerdas, trapos y un bote de cloroformo entre otras cosas, y de repente, sintió un fuerte golpe en la cabeza que le hizo caer al suelo. Una empapada por la lluvia MaryLou, sonreía maliciosamente con un martillo ensangrentado en la mano. 


—No me digas que también tú ibas de cacería —dijo antes de asestarle el golpe definitivo—. Vaya... Pues va a ser que no. Es peligroso subir al coche de un desconocido, pero también lo es subir a alguien que no conoces.


Entonces, condujo ella misma hacia Alton dejando el cuerpo del hombre allí mismo, y pensó que ya era hora de cambiar de aspecto y optar por una melena a lo Cleopatra porque la policía estaba buscando a una chica rubia de Nueva Jersey, sospechosa de asesinar a hombres de mediana edad. Puso la radio y rió a carcajadas cuando aconsejaron no salir por la noche en solitario por el condado, sobre todo a las adolescentes y mujeres jóvenes, ya que aún no habían dado con el secuestrador y asesino que tenía atemorizada a la zona. La descripción que dieron coincidía al cien por cien con la de Michael. Su meta era cruzar hasta Canadá sin ser vista.


Y es que perro no come perro, pero cuidado con el lobo en piel de cordero.

14/10/2024

Lanzamiento de Europa Clipper

La poetisa Ada Limón en la NASA y su poema
«In Praise of Miystery: A Poem for Europa»
VÍDEO DEL LANZAMIENTO DE EUROPA CLIPPER

La NASA lanza la nave espacial Europa Clipper para explorar Europa, una luna helada de Júpiter. Esta la mayor nave jamás grande construida por la NASA para una misión planetaria. Se lanza en un cohete SpaceX Falcon Heavy desde el Complejo de Lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida, el lunes 14 de octubre de 2024, y está previsto que llegue a su destino, en junio de 2030.

Europa es uno de los lugares más prometedores de nuestro sistema solar para encontrar un entorno adecuado para la vida más allá de la Tierra. Las evidencias sugieren que el océano bajo la superficie helada de Europa podría contener los ingredientes para la vida: agua, los elementos químicos adecuados y energía. Aunque Europa Clipper no es una misión de detección de vida, responderá a preguntas clave sobre la habitabilidad potencial de esta luna de Júpiter.

El agua conecta a la Tierra y a la luna joviana Europa, los dos mundos oceánicos entre los que  viaja la Europa Clipper. La existencia de un vasto océano en una luna de Júpiter, es lo que hace de Europa un lugar tan prometedor para comprender mejor el potencial astro biológico de los mundos habitable más allá de la Tierra.

La campaña "Mensaje en una botella" de la NASA invitó a gente de todo el mundo a firmar con sus nombres un poema escrito por Ada Limón, una laurea da poetisa estadounidense de ascendencia mexicana. El poema conecta los dos mundos acuáticos: la Tierra, que anhela acercarse y comprender lo que hace que un mundo sea habitable, y Europa, que espera con secretos aún por explorar. La campaña, que aúna el arte y la ciencia, es una colaboración especial de la NASA, el programa Poeta Laureado de Estados Unidos y la Biblioteca del Congreso de dicho país.

Mensaje en una botella: A bordo de la nave Europa Clipper

Mi nombre va a bordo de
la Europa Clipper

La laureada poeta estadounidense Ada Limón es la autora del oiginal poema dedicado a la misión Europa Clipper de la NASA a la luna Europa de Júpiter, que se cree que alberga un océano debajo de su superficie helada.
Narrado por la propia Ada, el poema titulado "Elogio del misterio: un poema para Europa", conecta dos mundos: la Tierra, que anhela alcanzar comprender qué hace a un mundo habitable, y Europa, que espera con secretos aún por descubrir. 
El poema va grabado en una placa, a bordo de la nave espacial Europa Clipper.
El trabajo encargado se publicó el 1 de junio de 2023 para la campaña "Mensaje en una botella" de la NASA, que invitó a personas de todo el mundo, donde me incluyo, a firmar con su nombre este poema. Los nombres de los participantes viajarán 2.890 millones de kilómetros a bordo de la nave espacial Europa Clipper hacia Júpiter y sus lunas. 
La misión se lanzará desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en octubre de 2024 y alcanzará la órbita alrededor de Júpiter en 2030. Durante varios años, realizará múltiples sobrevuelos de Europa, recopilando mediciones detalladas para determinar si la luna tiene condiciones adecuadas para la vida. 


In Praise of Mystery:
A Poem for Europa

Arching under the night sky,
inky with black espansiveness,
we point to the planets we know,
we pin quick wishes on stars.
From earth, we read the sky
as if it is an unerring book of the universe,
expert and evident.
Still, there are mysteries below our sky:
the whale song, the songbird singing
its call in the bough of a wind-shaken tree.
We are creatures of constant awe,
curious and beauty, at leaf and blossom,
at grief and pleasure, sun and shadow.
And it is not darkness that unites us,
not the cold distance of space,
but the offering of water,
each drop of rain, each rivulet,
each pulse, each vein.
O second moon, we too, are made of water,
of vast and beckoning seas.
We too, are made of wonders of great an ordinary loves,
of small invisible worlds,
of a need to call out through the dark.

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Elogio del misterio:
Un poema para Europa

Arqueado bajo el cielo nocturno, teñido en la inmensa oscuridad,
señalamos a los planetas que conocemos,
enviamos nuestros deseos a las estrellas.
Desde la tierra leemos el cielo
como si ti fuera un libro infalible del universo,
conocido y evidente.
Sin embargo, hay misterios ocultos bajo nuestro cielo:
la llamada de la ballena, el canto del pájaro
su trino en la rama de un árbol agitado por el viento.
Somos criaturas en continuo asombro,
curiosos ante el latido, la hoja y la flor,
ante el dolor y el placer, el sol y la sombra.
Y no es la oscuridad la que nos une,
ni la fría distancia del espacio,
sino la ofrenda de agua,
cada gota de lluvia, cada arroyo,
cada pulso, cada vena.
Oh segunda luna, también nosotros, somos de agua, de vastos y atractivos mares.
También nosotros, estamos hechos de las maravillas de amores grandiosos y cotidianos,
de pequeños mundos invisibles,
de una necesidad de llamar a través de la oscuridad.

08/10/2024

Eterna Lola

 
CONCURSO DE RELATOS 43ª Ed.
El camino de Miguel Delibes
Blog: El Tintero de Oro


Lola, como buena cordobesa, abandonó el lavadero con la ropa limpia en el cesto, apoyado sobre su cadera, moviéndose con esa naturalidad de quien apenas ha cumplido los diecinueve. En la casa, la madre la esperaba pelando patatas y judías verdes para la cena, con la plancha reposando sobre las brasas, lista para quitarle las arrugas a las sábanas. Las calles empedradas de Puente Genil, con sus casas encaladas y sus ventanas coronadas de geranios rojos, guardaban en su silencio los rumores y secretos que, como el aire, corrían entre los vecinos.


Antonio, un hombre que ya sabía de la vida y tenía veinte años más que ella, había llegado de Sevilla un mes atrás, a cuenta de unas tierras. Forastero, sí, pero en poco tiempo se ganó la confianza de todos con su hablar suave y su manera discreta de estar en el mundo, como si fuera uno más del pueblo. Sin embargo, lo que nadie imaginaba era el secreto que arrastraba consigo, oscuro y profundo, de esos que dicen, si no se ven, no se sienten.


La joven Lola, con sus ojos oscuros y su piel tostada por el sol, llenaba de luz el lugar con su risa fresca, y Antonio, sin decir palabra de su vida en la capital, comenzó a pasear por el pueblo con más frecuencia, buscando, casi sin quererlo, esos encuentros casuales con la muchacha. Al principio fueron solo miradas rápidas, pero pronto se hicieron largas, profundas. Antonio se llevaba la mano al sombrero en un saludo tímido, mientras Lola se colocaba el cabello detrás de la oreja, sintiendo el calor encendiéndole las mejillas.


Entre paseos y charlas junto al río, bajo la sombra del puente de los Ahorcados, que pese a su nombre lúgubre les ofrecía las mejores vistas del Genil, se fueron descubriendo el uno al otro. Las palabras dulces de Antonio, envueltas en dulces promesas, fueron calando en el corazón ingenuo de Lola. Y en las tardes sofocantes de julio, cuando el cielo se teñía de un naranja que casi dolía, y el tañido de las campanas de la iglesia de Santiago flotaba en el aire, sus encuentros se hicieron cada vez más íntimos. Lola creía que aquel amor sería para siempre.


Pero la verdad, como el agua del río, siempre encuentra su cauce. Fue en una tarde cualquiera, cuando Antonio marchó a Córdoba por asuntos, que un hombre llegado desde Sevilla, preguntó por él. Vino a buscarle con urgencia: su mujer, Carmela, le mandaba llamar, pues su hijo pequeño, enfermo de fiebres, no levantaba cabeza. Así fue como Lola descubrió lo que nunca debió saber: Antonio tenía esposa e hijos en Sevilla, una familia que había dejado atrás como si no existiera.


Deshecha por la traición, Lola no pudo contenerse cuando Antonio volvió al pueblo. Se citaron en la plaza del Romeral, bajo los olivos. El aire parecía pesado, inmóvil, mientras la muchacha le arrojaba la verdad a la cara. Antonio no dijo nada, no hizo ademán de negarlo. Y ella, con el alma rota, se alejó. Las lágrimas surcaban su rostro, mojando su cuello, mientras se dirigía a la estación, esa estación donde tantas veces había soñado una nueva vida junto a él. Pero ya no había tren que la llevase a aquel futuro.


Antonio, por su parte, se quedó quieto en la plaza, mirando cómo se desmoronaba todo lo que creía tener. Perdió a Lola, su juventud, su inocencia, y al regresar a Sevilla, supo que también perdería a Carmela, su hogar, el calor de su casa, pues su mentira quedó al descubierto. Y desde entonces, el peso de su traición le acompañó como la sombra de los olivos en las tardes largas del Genil. Incluso cuando Carmela, echando de menos a su marido, le perdonó y permitió que regresara al hogar. Sus hijos, aún pequeños, seguían correteando por los pasillos, pero él ya no sentía el mismo calor en sus risas.


Carmela, con la resignación que sólo otorgan los años, continuó a su lado para volver a las rutinas de siempre. Comían en silencio y las noches evidenciaban aún más una distancia insalvable que les separaba. La sombra de aquella muchacha de Puente Genil, siempre estaba presente como un rumor en el viento, como una herida que no cerraba.


Cuando Antonio se hallaba solo en la penumbra, los recuerdos de Lola volvían a su mente. La veía caminando por el empedrado balanceándose con el cesto de ropa limpia, su cabello al viento, y su risa que, aún resonaba en sus oídos, viva y fresca como el primer día.


No había noche en la que, antes de cerrar los ojos, no se preguntara si ella habría encontrado consuelo en otros brazos o si su corazón aún le guardaba rencor. Nunca lo sabría. Pero lo que sí sabía, con esa certeza amarga que sólo traen los años, era que Lola, jamás saldría de su pensamiento.


Así fue como Antonio se acostumbró a vivir con dos sombras a su esplada: la de su traición, y la de aquella muchacha que una vez le hizo sentir lo que nunca volvería a sentir. Y en los momentos de mayor silencio, cuando Carmela dormía y el murmullo de Sevilla quedaba pagado, era a Lola a quien dirigía sus pensamientos, consciente de que su recuerdo, como las aguas del Genil, seguiría fluyendo en su interior, inmutable y eterno.



894 palabras


9º con 28,89 ptos. ETERNA LOLA, de  DE LA FLOR RUIZ.
Ha sido votado por 7 participantes que le han dado un total de 27 votos distribuidos de la siguiente manera:
7 ptos. (1)
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