14/10/2024

Lanzamiento de Europa Clipper

La poetisa Ada Limón en la NASA y su poema
«In Praise of Miystery: A Poem for Europa»
Video del LANZAMIENTO de Europa Clipper

La NASA lanza la nave espacial Europa Clipper para explorar Europa, una luna helada de Júpiter. Esta la mayor nave jamás grande construida por la NASA para una misión planetaria. Se lanza en un cohete SpaceX Falcon Heavy desde el Complejo de Lanzamiento 39A del Centro Espacial Kennedy de la NASA en Florida, el lunes 14 de octubre de 2024, y está previsto que llegue a su destino, en junio de 2030.

Europa es uno de los lugares más prometedores de nuestro sistema solar para encontrar un entorno adecuado para la vida más allá de la Tierra. Las evidencias sugieren que el océano bajo la superficie helada de Europa podría contener los ingredientes para la vida: agua, los elementos químicos adecuados y energía. Aunque Europa Clipper no es una misión de detección de vida, responderá a preguntas clave sobre la habitabilidad potencial de esta luna de Júpiter.

El agua conecta a la Tierra y a la luna joviana Europa, los dos mundos oceánicos entre los que  viaja la Europa Clipper. La existencia de un vasto océano en una luna de Júpiter, es lo que hace de Europa un lugar tan prometedor para comprender mejor el potencial astro biológico de los mundos habitable más allá de la Tierra.

La campaña "Mensaje en una botella" de la NASA invitó a gente de todo el mundo a firmar con sus nombres un poema escrito por Ada Limón, una laurea da poetisa estadounidense de ascendencia mexicana. El poema conecta los dos mundos acuáticos: la Tierra, que anhela acercarse y comprender lo que hace que un mundo sea habitable, y Europa, que espera con secretos aún por explorar. La campaña, que aúna el arte y la ciencia, es una colaboración especial de la NASA, el programa Poeta Laureado de Estados Unidos y la Biblioteca del Congreso de dicho país.

Mensaje en una botella: A bordo de la nave Europa Clipper

Mi nombre va a bordo de
la Europa Clipper

La laureada poeta estadounidense Ada Limón es la autora del oiginal poema dedicado a la misión Europa Clipper de la NASA a la luna Europa de Júpiter, que se cree que alberga un océano debajo de su superficie helada.
Narrado por la propia Ada, el poema titulado "Elogio del misterio: un poema para Europa", conecta dos mundos: la Tierra, que anhela alcanzar comprender qué hace a un mundo habitable, y Europa, que espera con secretos aún por descubrir. 
El poema va grabado en una placa, a bordo de la nave espacial Europa Clipper.
El trabajo encargado se publicó el 1 de junio de 2023 para la campaña "Mensaje en una botella" de la NASA, que invitó a personas de todo el mundo, donde me incluyo, a firmar con su nombre este poema. Los nombres de los participantes viajarán 2.890 millones de kilómetros a bordo de la nave espacial Europa Clipper hacia Júpiter y sus lunas. 
La misión se lanzará desde el Centro Espacial Kennedy de la NASA en octubre de 2024 y alcanzará la órbita alrededor de Júpiter en 2030. Durante varios años, realizará múltiples sobrevuelos de Europa, recopilando mediciones detalladas para determinar si la luna tiene condiciones adecuadas para la vida. 


In Praise of Mystery:
A Poem for Europa

Arching under the night sky,
inky with black espansiveness,
we point to the planets we know,
we pin quick wishes on stars. 
From earth, we read the sky
as if it is an unerring book of the universe,
expert and evident. 
Still, there are mysteries below our sky:
the whale song, the songbird singing
its call in the bough of a wind-shaken tree.
We are creatures of constant awe,
curious and beauty, at leaf and blossom,
at grief and pleasure, sun and shadow.
And it is not darkness that unites us,
not the cold distance of space,
but the offering of water,
each drop of rain, each rivulet,
each pulse, each vein. 
O second moon, we too, are made of water,
of vast and beckoning seas.
We too, are made of wonders of great an ordinary loves,
of small invisible worlds,
of a need to call out through the dark.

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Elogio del misterio:
Un poema para Europa

Arqueado bajo el cielo nocturno, teñido en la inmensa oscuridad,
señalamos a los planetas que conocemos,
enviamos nuestros deseos a las estrellas.
Desde la tierra leemos el cielo
como si ti fuera un libro infalible del universo,
conocido y evidente.
Sin embargo, hay misterios ocultos bajo nuestro cielo:
la llamada de la ballena, el canto del pájaro
su trino en la rama de un árbol agitado por el viento.
Somos criaturas en continuo asombro,
curiosos ante el latido, la hoja y la flor,
ante el dolor y el placer, el sol y la sombra.
Y no es la oscuridad la que nos une,
ni la fría distancia del espacio,
sino la ofrenda de agua,
cada gota de lluvia, cada arroyo,
cada pulso, cada vena.
Oh segunda luna, también nosotros, somos de agua, de vastos y atractivos mares.
También nosotros, estamos hechos de las maravillas de amores grandiosos y cotidianos,
de pequeños mundos invisibles,
de una necesidad de llamar a través de la oscuridad.

08/10/2024

Eterna Lola

 
CONCURSO DE RELATOS 43ª Ed.
El camino de Miguel Delibes
Blog: El Tintero de Oro


Lola, como buena cordobesa, abandonó el lavadero con la ropa limpia en el cesto, apoyado sobre su cadera, moviéndose con esa naturalidad de quien apenas ha cumplido los diecinueve. En la casa, la madre la esperaba pelando patatas y judías verdes para la cena, con la plancha reposando sobre las brasas, lista para quitarle las arrugas a las sábanas. Las calles empedradas de Puente Genil, con sus casas encaladas y sus ventanas coronadas de geranios rojos, guardaban en su silencio los rumores y secretos que, como el aire, corrían entre los vecinos.


Antonio, un hombre que ya sabía de la vida y tenía veinte años más que ella, había llegado de Sevilla un mes atrás, a cuenta de unas tierras. Forastero, sí, pero en poco tiempo se ganó la confianza de todos con su hablar suave y su manera discreta de estar en el mundo, como si fuera uno más del pueblo. Sin embargo, lo que nadie imaginaba era el secreto que arrastraba consigo, oscuro y profundo, de esos que dicen, si no se ven, no se sienten.


La joven Lola, con sus ojos oscuros y su piel tostada por el sol, llenaba de luz el lugar con su risa fresca, y Antonio, sin decir palabra de su vida en la capital, comenzó a pasear por el pueblo con más frecuencia, buscando, casi sin quererlo, esos encuentros casuales con la muchacha. Al principio fueron solo miradas rápidas, pero pronto se hicieron largas, profundas. Antonio se llevaba la mano al sombrero en un saludo tímido, mientras Lola se colocaba el cabello detrás de la oreja, sintiendo el calor encendiéndole las mejillas.


Entre paseos y charlas junto al río, bajo la sombra del puente de los Ahorcados, que pese a su nombre lúgubre les ofrecía las mejores vistas del Genil, se fueron descubriendo el uno al otro. Las palabras dulces de Antonio, envueltas en dulces promesas, fueron calando en el corazón ingenuo de Lola. Y en las tardes sofocantes de julio, cuando el cielo se teñía de un naranja que casi dolía, y el tañido de las campanas de la iglesia de Santiago flotaba en el aire, sus encuentros se hicieron cada vez más íntimos. Lola creía que aquel amor sería para siempre.


Pero la verdad, como el agua del río, siempre encuentra su cauce. Fue en una tarde cualquiera, cuando Antonio marchó a Córdoba por asuntos, que un hombre llegado desde Sevilla, preguntó por él. Vino a buscarle con urgencia: su mujer, Carmela, le mandaba llamar, pues su hijo pequeño, enfermo de fiebres, no levantaba cabeza. Así fue como Lola descubrió lo que nunca debió saber: Antonio tenía esposa e hijos en Sevilla, una familia que había dejado atrás como si no existiera.


Deshecha por la traición, Lola no pudo contenerse cuando Antonio volvió al pueblo. Se citaron en la plaza del Romeral, bajo los olivos. El aire parecía pesado, inmóvil, mientras la muchacha le arrojaba la verdad a la cara. Antonio no dijo nada, no hizo ademán de negarlo. Y ella, con el alma rota, se alejó. Las lágrimas surcaban su rostro, mojando su cuello, mientras se dirigía a la estación, esa estación donde tantas veces había soñado una nueva vida junto a él. Pero ya no había tren que la llevase a aquel futuro.


Antonio, por su parte, se quedó quieto en la plaza, mirando cómo se desmoronaba todo lo que creía tener. Perdió a Lola, su juventud, su inocencia, y al regresar a Sevilla, supo que también perdería a Carmela, su hogar, el calor de su casa, pues su mentira quedó al descubierto. Y desde entonces, el peso de su traición le acompañó como la sombra de los olivos en las tardes largas del Genil. Incluso cuando Carmela, echando de menos a su marido, le perdonó y permitió que regresara al hogar. Sus hijos, aún pequeños, seguían correteando por los pasillos, pero él ya no sentía el mismo calor en sus risas.


Carmela, con la resignación que sólo otorgan los años, continuó a su lado para volver a las rutinas de siempre. Comían en silencio y las noches evidenciaban aún más una distancia insalvable que les separaba. La sombra de aquella muchacha de Puente Genil, siempre estaba presente como un rumor en el viento, como una herida que no cerraba.


Cuando Antonio se hallaba solo en la penumbra, los recuerdos de Lola volvían a su mente. La veía caminando por el empedrado balanceándose con el cesto de ropa limpia, su cabello al viento, y su risa que, aún resonaba en sus oídos, viva y fresca como el primer día.


No había noche en la que, antes de cerrar los ojos, no se preguntara si ella habría encontrado consuelo en otros brazos o si su corazón aún le guardaba rencor. Nunca lo sabría. Pero lo que sí sabía, con esa certeza amarga que sólo traen los años, era que Lola, jamás saldría de su pensamiento.


Así fue como Antonio se acostumbró a vivir con dos sombras a su esplada: la de su traición, y la de aquella muchacha que una vez le hizo sentir lo que nunca volvería a sentir. Y en los momentos de mayor silencio, cuando Carmela dormía y el murmullo de Sevilla quedaba pagado, era a Lola a quien dirigía sus pensamientos, consciente de que su recuerdo, como las aguas del Genil, seguiría fluyendo en su interior, inmutable y eterno.



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