Popi vio que la puerta no estaba cerrada porque Leire no la había encajado bien. Metió el pico por el hueco, luego la cabeza, y después el cuerpo y dio un saltito a la mesa del balcón. El cielo despejado y luminoso estaba provocando a sus instintos, y echó a volar. Llegó hasta el otro lado de la calle. No podía resistirse al trozo de pan que se acababa de caer del bocadillo de un niño. ¡Qué rico! Estaba untado con tomate y aceite. De repente tuvo que alzar el vuelo de nuevo, pero esta vez con su pequeño corazón latiendo muy fuerte. Un gato de sucio pelaje salió de un solar abandonado, quería que el pequeño Popi fuese su almuerzo.
Aquella fiera había logrado rozarle, y aunque no le hirió, le dejó tocado. El pajarillo verde había caído en el reguero de agua sucia que alguien había tirado en la acera trás fregar el portal de un edificio.
Un niño y su padre vieron al pobre pájaro que estaba acechando aquel gato de un solo ojo.
—¡Papá! Mira que pájaro verde más bonito ¿nos lo quedamos?
El padre azuzó al gato para que se fuera y cogió a Popi del suelo. El animalillo empezó a piar nervioso y el hombre aflojó sus manos. Entonces Popi se sacudió el agua de su verde plumaje y voló asustado de vuelta al balcón que tanto conocía. Se metió en su jaula y empezó a piar como loco.
—Popi... ¿Qué pasa? ¿No tienes comida?
La chica salió a la terraza a medio arreglar antes de salir a trabajar, y vio al loro con las plumas ahuecadas y comiendo como si no hubiera un mañana. La puerta de la jaula estaba abierta. No entendía nada. Leire nunca supo de la pequeña escapada de Popi.
Es una historia que a mí me entristece. La veo cada día. Esas criaturas, creadas para volar y criadas en cautividad, echando de menos su prisión cuando salen de ella porque no conocen otra cosa.
ResponderEliminarGracias. Has hecho una muy buena lectura.
Eliminar¡Hola, delaFlor! Un relato con un fondo mucho más profundo de lo que una primera lectura podría hacernos pensar. Una historia que nos lleva a reflexionar sobre ese binomio Libertad-seguridad. Y es que la primera nos lleva al azar, a lo imprevisible, al riesgo.. Si primamos lo segundo, la seguridad, sin duda viviremos más cómodos, pero renunciamos a gran parte de lo que significa estar vivo. La jaula o el riesgo, casi te diría que prefiero lo segundo, aún con el riesgo de que me coma un gato, ja, ja, ja... Un abrazo!
ResponderEliminarPues sí David. Pero la vida es así, no twnwmos dos o más vidas paralelas como esos libros de "elige tu historia" en la que hay varios finales. No nos queda otra que apechugar con lo que se escoge, e intentar cambiarlo si no es lo que esperábamos.
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