de Libros.com
Estoy parada ante la puerta de la cafetería, él ya ha llegado y, al fin dimos el paso de quedar tras dos meses de mensajes, llamadas y algún vídeo. ¿Qué le digo? ¿Qué me callo? Tengo miedo a que me haga daño. Tengo miedo a hacérselo yo. Es mucho más guapo en persona. ¿Le cuento solo lo bueno sobre mí y que descubra poco a poco lo menos bueno? ¿O empiezo por lo malo y le digo: esto es lo que hay?
Temo a la soledad y sin embargo temo a no soportar la compañía del otro. Me aterra tener que revivir después de un maravilloso inicio los reproches que vendrán después por ambas partes. Lo que dije, lo que no dijo, lo que hizo, lo que no hice. Si no llego o si me paso, si no está cuando lo necesite o si yo no sé si me está llamando con la mirada y no lo capto. ¿Entro? ¿No entro?
Tengo miedo a enamorarme de nuevo porque, a lo que más temo es a desamorarme otea vez. A la mochila de depresión que arrastro por no sentirme a la altura, por no ser cómo se supone que debo ser. A levantarme y no reconocer al que duerme a mi lado, a no tener más besos que ofrecerle y brazos con los que rodearle.
Estoy ante la puerta de la cafetería, apoyo la mano y la empujo. Nerviosa como un flan pongo mi mejor sonrisa.
—Hola... ¿Hace mucho que estás esperando?
Mejor intentarlo que quedarse con la duda.
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EliminarTe digo lo mismo que Cabrónidas, mejor intentarlo, la duda te persigue si no lo intentas. Si lo intentas y fracasas no pasa nada, la vida no se acaba por ello. El miedo no sirve para nada. Saludos.
ResponderEliminar☺️👍
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