12/12/2025

Un n谩ufrago en una isla

 


Damien llevaba cuatro meses varado en aquella isla perdida del Oc茅ano 脥ndico, cuando el avi贸n donde viajaba de Perth a Roma se estrell贸 en el mar. No pod铆a creer que hubiera sobrevivido a aquel terrible accidente donde ninguno de los otros diecinueve pasajeros y sus seis tripulantes. 脡l no ten铆a un bal贸n como Tom Hanks en “N谩ufrago” pero, lleg贸 un momento en el que le hablaba a los cangrejos que iba a comerse un poco despu茅s y hasta se hizo amigo de un coco al que le pint贸 una carita sonriente con las ascuas de la hoguera. Lo llam贸 Cocolette. Al principio era nada m谩s que una broma desesperada para no volverse loco, pero con el tiempo, Damien empez贸 a confiarle sus pensamientos, sus temores y hasta sus plantes. As铆 no se sent铆a tan solo, aunque fuera una ilusi贸n.

La isla ten铆a apenas tres kil贸metros de largo por uno y medio de ancho, un frondoso bosque en el medio y una playa de arena blanca rodeada de acantilados bajos. Por suerte para 茅l no hab铆a grandes depredadores, pero s铆 tormentas traicioneras, un sol implacable y una humedad que le amargaba las noches. Ahora su piel estaba bronceada a la fuerza y se escamaba, y 茅l que siempre iba afeitado, ten铆a bigote y una barba como un matorral oscuro. Su pelo tambi茅n hab铆a crecido y su cuerpo hab铆a adelgazado tanto, que se le notaban casi todos los huesos.

Cada ma帽ana, Damien sub铆a al punto m谩s alto de la isla con la esperanza de ver pasar un barco o un avi贸n. Aunque a煤n no hab铆a tenido suerte, nunca dejaba de mirar. Se hab铆a construido un refugio con ramas y hojas de palma, y gracias a un mechero que milagrosamente segu铆a funcionando, pod铆a hacer fuego. Ya hab铆a aprendido a pescar, a coger y partir cocos y a no comer algo que no le diera confianza. Su vida en la isla era siempre igual, hasta que una noche, en medio de una tormenta el茅ctrica, todo cambi贸.

El viento rug铆a con tal fuerza que sacud铆a la choza como si de papel se tratara. Cocolette cay贸 de su rinc贸n habitual, rod贸 hasta la entrada y choc贸 contra una piedra. Damien, temblando por el fr铆o y la lluvia, se lanz贸 a por el coco como si fuera un tesoro. Y entonces vio un barco en el horizonte.

Damien corri贸 descalzo por la arena mojada, gritando a pleno pulm贸n y agitando los brazos como un loco. Tropez贸 y cay贸 varias veces, pero segu铆a adelante, siempre sin dejar de sostener a Cocolette.

Y entonces, desde detr谩s de una cortina de lluvia, una figura humana apareci贸 en la cubierta de aquel barco que se acercaba a su isla. Damien dej贸 de correr. La embarcaci贸n se acercaba demasiado deprisa, como si no tuviera intenci贸n de aminorar o atracar.

Todo pas贸 muy r谩pido. Un crujido. Un chirrido de metal desgarr谩ndose, seguido de un brutal golpe seco. Aunque Damien se hab铆a alejado de la playa y acuclillado en su choza tap谩ndose la cabeza por instinto, el coraz贸n le lat铆a en los o铆dos. Cuando todo par贸, vio iluminada por la luna la enorme silueta del barco, escorado peligrosamente sobre un costado. ¿D贸nde estar铆a el hombre que crey贸 ver antes?

Damien cogi贸 su palo afilado como lanza improvisada y descendi贸 por la orilla, con los pies hundi茅ndose en la arena mojada. A medida que se acercaba, el hedor lo golpe贸. Olor a carne podredumbre y descomposici贸n. El nombre del barco a煤n pod铆a leerse bajo la pintura desconchada : ”Ocean Queen”. Damien trag贸 saliva. Le sonaba el nombre porque era uno de los barcos tur铆sticos que part铆an como 茅l, de Perth.

Entonces, la figura que hab铆a visto se lanz贸 por la borda y cay贸 pesadamente al suelo, de una forma que ning煤n ser humano deber铆a caer. Damien retrocedi贸 al ver que la figura se alzaba con lentitud mientras sus huesos cruj铆an. Una parte del rostro le colgaba, como un velo arrancado, dejando ver parte de su mand铆bula y dientes. Damien se qued贸 quieto como una roca, con el palo temblando en sus manos.

Detr谩s de esa figura, otras m谩s comenzaron a caer. Docenas. Cuerpos ennegrecidos por la sal y la putrefacci贸n. Algunos llevaban los uniformes de la tripulaci贸n, o camareros. Otros, simples pasajeros. Todos llevaban su ropa cubierta por sangre seca. Una mujer arrastraba una pierna rota; un ni帽o sin mand铆bula abr铆a y cerraba la garganta como si intentara hablar.

Damien dio un paso atr谩s y comprendi贸 que el mundo hab铆a cambiado. Mientras 茅l hablaba con un coco y pescaba cangrejos esperando ayuda, el mundo se hab铆a ido al carajo.

—No... —susurr贸—. No puede ser…

Los zombis olieron su aliento. Gimieron al verle y fueron a por 茅l. Damien ech贸 a correr selva adentro, dejando atr谩s la playa y a Cocolette mientras en los m谩s profundo de su pecho, algo se romp铆a. Ya no estaba solo… y ojal谩 lo hubiera seguido estando. Sab铆a que no aguantar铆a demasiado hasta que esas criaturas lo devoraran o lo convirtieran en uno de ellos. Vaya mal final para Damien que de pasar a ser como el protagonista de “N谩ufrago" pas贸 a vivir su particular “Noche de los muertos vivientes”.

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