Lo recordaré siempre. Veintidós años después de cerrarse la casa a cal y canto, se abrió de nuevo aquel soleado jueves.
Una chica de pelo negro y recogido en una trenza, entró la primera. Con ojos curiosos echó una mirada a la casa y al jardín, si bien, algo decepcionada por el estado del lugar, le llamó la atención el limonero.
—¡Vaya, Pepe! Parece que has tenido unos okupas que se han encargado de hacer limonada— dijo ella riendo.
—La verdad es que es extraño que este árbol se mantenga en pie, pero no creo que nadie se haya encargado de él porque, ya de paso, podría haber arreglado la casa —contestó Pepe mientras dejaba sobre el suelo su pesada mochila.
Pepe… ¡Qué cambiado estaba! Ya no era el chico de antes. Aunque seguía siendo muy guapo, sus canas salpicaban su pelo y se le marcaban las líneas de la frente. Yo le conocía demasiado, y pese a querer aparentar que todo iba bien, Pepe tendía a fruncir el ceño. Por lo demás, parecía en forma y, aunque nunca fui buena en matemáticas, tendría ya la friolera edad de cuarenta y dos… La última vez que le miré a los ojos, él tenía veinte años y yo diecinueve.
Los padres de Lucía entraron los últimos. Rosa y Mauricio. Habían sido amigos míos.
—¡Esta casa necesita muchos arreglos! —exclamó Rosa a Lucía. —¿Seguro que podrás ayudar a Pepe con las obras?
—No te preocupes, mamá. Papá y tú arreglad lo de Madrid, mientras que yo me quedo aquí en Mallorca pasando las vacaciones.
—Bueno, bueno, que sólo va a ser una semana.
—¡Osti! ¡Que no les he dicho nada a mis amigas!
Lucía sacó su móvil y se hizo una foto al lado del limonero tras colocar su trenza sobre su hombro, ladear la cabeza mientras sonreía y sacaba la lengua haciendo el signo de la victoria.
—Ya decía yo que era extraño que no estuviera con el teléfono —exclamó su padre.
Después de dejar las maletas de Pepe y Lucía, de descansar y refrescarse un poco, los padres de ella salieron hacia el aeropuerto para no perder el vuelo a Madrid.
Por fin podemos estar juntos…, dijo Pepe acercándose a Lucía y rodeándola con sus brazos mientras la besaba por el cuello.
Aquello también me lo hacía a mí. Recordé sus besos y sus grandes manos abrazándome. También recordé cuando empezó a no valorar cualquier cosa que yo hiciera o anhelara hacer. Y a mi etérea mente volvió el recuerdo de mi último día con vida, cuando aquellas manos apretaron mi cuello hasta dejarme sin aliento.
Yo estaba allí, junto al limonero que tanto cuidé desde que me mudé junto a Pepe. Fallecí un año después, pero me aseguré de que el limonero jamás muriera o dejara de dar limones.
—Llamaré a mi madre antes de cenar para ver si ya han llegado.
—¿Para qué? Son adultos que pueden cuidarse solitos. Y eso tienes que hacer tú. Ser una adulta y dejar el móvil de una puta vez.
—Pero, ¿de qué vas, tío?
Pepe la miró con furia y, antes de que la discusión fuera demasiado lejos, hice que la ventana del comedor se abriera de golpe y pronuncié el nombre de ella.
Lucía salió al jardín y se sentó junto al limonero. Un pequeño torbellino empezó a levantarse gracias a mí, dejando al descubierto fotos y papeles atados con una cinta. Le susurré que lo cogiera y se lo guardara. Su cara reflejaba estupor mezclado con algo de miedo pero, hizo caso a mis palabras y volvió a la casa.
—¿Ya se te ha pasado el cabreo, chiquitina? —preguntó Pepe como si no pasara nada.
—Sí. Estoy muy cansada. Voy a darme un baño y a dormir. Mañana será otro día.
—Vale. Yo me quedaré viendo la tele.
Lucía subió las escaleras de dos en dos, entró en el baño, echó el pestillo y dejó que la bañera se llenara mientras examinaba los papeles. Miró la foto en la que yo sonreía feliz a la cámara. Una joven alemana enamorada de su novio español. Al darle la vuelta vio la dedicatoria:
«Für Pepe von Astrid.
❤️
Para Pepe de Astrid.»
Lucía pasó media hora leyendo los papeles, hojas sueltas que eran lo más parecido a un diario personal de mis últimos días de vida. Escritos en mi desastroso español.
El vaho del baño facilitó el poder aparecerme frente a la chica. Le señalé el espejo:
«Cuidado. Yo. Astrid. Muerta. Árbol. Pepe. Asesino.»
Me sorprendió lo inteligente que fue Lucía y lo bien que actuó durante aquella semana. Le hacía creer a Pepe que él llevaba la batuta en la relación. Él era el hombre y el más mayor, el que sabía de la vida y lo que sería lo mejor para ella. Él había previsto que ella se mudara pronto con él ya que, siempre según él, sabría cómo convencer a los padres de ella… Pero Pepe no contaba con que al matarme, yo no pudiera descansar en paz.
Durante veintidós años, mi espíritu ha estado en esta casa, siempre cerca de mi corrompido cuerpo bajo el árbol donde está enterrado. Todos creyeron que yo había abandonado a Pepe y vuelto a Alemania. Pero gracias a Lucía y a mi espera sobrenatural, se destapó finalmente al monstruo que siempre fue Pepe.
893 palabras
¡Qué rápida has sido con tu estupenda participación DE LA FLOR! Y además, tú con el número de palabras has estado al borde del precipicio ( de las 900) como Lucía en su relación con este PEPE siniestro de tu historia, que afortunadamente no tiene nada que ver con nuestro PEPE de aquí, que parece un cielo (digo parece, porque a penas lo conozco, seguro que lo es ; ) No se me da nada bien el terror, así que por esta vez os disfrutaré encantada desde la platea : ) Enhorabuena! Un abrazo y.. que el limonero se te llene de azahar y de éxitos : )
ResponderEliminarJa, ja, ja 😊
EliminarHola, María. Nooooo. Lo de Pepe era por ponerle un nombre bien español para el ligón de chiquillas.
Sí. Justito de palabras, espero que se entienda bien la historia.
Hola Noelia, ¡vaya! El limonero tenía una sorpresa, por suerte, la nueva chica no acabaría en la trampa de Pepe.
ResponderEliminarMuchas gracias por participar en el concurso del Tintero.
Un abrazo. :)
Gracias, Merche 😊🌷
EliminarQuién puede saber lo que ocultan los demás, incluso los más allegados. El tal Pepe era un monstruo de armas tomar y nadie lo sospechaba. Menos mal que Astrid regresó del más allá...
ResponderEliminarMuy buena aportación, De la Flor. Enhorabuena.
Saludos.
Pues sí. Toda la razón 💐
EliminarMuchas gracias, Marcos!!
Muy bueno, felicitaciones!
ResponderEliminarMuchas gracias y bienvenido a mis historias, Ruben 🎉
EliminarExcelente historia, realmente me alegra que al fin se descubriera la verdad y que por fin ella pueda descansar en paz, me gustó mucho.
ResponderEliminarSaludos.
PATRICIA F.
Muchas gracias, Patricia ❤️
EliminarHola Noelia, vaya con Pepe. El regalo estaba en el limonero y al final la pobre logró que se descubriera. Me gustó mucho que la propia muerta contara la historia. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Nuria 🌻
EliminarAdemás quería que fuese un fantasma bueno.
Menuda historia, Noelia. Me ha gustado mucho ese espíritu benéfico, muy en la línea de Isabel Allende, tratando de advertir a los vivos y evitar nuevos males. Estupendo tu relato.
ResponderEliminarGracias, Marta.
EliminarNo me gusta que los fantasmas sean malos con gente inocente 🤗
Hola, Noelia, una historia trepidante que atrapa al lector. Me ha gustado mucho ese tándem que forman Astrid y Lucía. Cómo una ayuda a la otra y entre medias la metáfora del limonero, el único que se mantiene vivo en esa casa decrépita.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Muchísimas gracias, María Pilar 💐
EliminarHola Noelia. Como en toda buena historia, finalmente todo sale a la luz y la muerte de Astrid no quedará en el olvido. O por lo menos, eso espero porque no creo que Lucía se quede sin hacer nada. ¡Buen relato!
ResponderEliminarUn abrazo.
Marlen
Hola 😅
EliminarEl final de la historia dice que se descubre finalmente a Pepe. Así que sí. Astrid puede descansar en paz 🕊️
Espero que Pepe reciba su merecido. Muy bien.
ResponderEliminarYo también 😅👍
EliminarEse limonero vigilante durante años, esperando el momento para que su huésped bajo tierra disfrutara de su particular venganza! Un abrazote y suerte en el concurso!
ResponderEliminarMuchas gracias, Marifelita 🍋
EliminarEspero que tras denunciar a Pepe como su asesino, Astrid pueda descansar en paz. Abrazos.
ResponderEliminarClaro que sí, Federico 💐
Eliminar¡Qué buen relato! Me has tenido pegadita a la pantalla. Narrado a la perfección desde la óptica del espíritu, haciéndonos cómplices de la víctima mientras se van revelando sus planes. El detalle del limonero es fantástico, tiene todo el morbo que merecía la historia.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Un abrazo
Muchas gracias, Maite.
EliminarMe alegra mucho que te haya gustado 🤗💐
Esa solidaridad fraternal aun después de la muerte...Qué bueno. Me ha gustado mucho. Merecía más palabras para desarrollar más la historia. Ojalá lo hagas fuera de concurso. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Juana.
EliminarA ver qué puedo hacer más adelante, pero sí, debería mejorarla.🌻
Astrid logró permanecer en un estado fantasmal y poder comunicarse con Lucía. Le advirtió del peligro de estar en pareja con Pepe. Lo que se probó con el descubrimiento del cuerpo de Astrid.
ResponderEliminarHubo una clase de solidaridad entre las dos mujeres.
Besos.
Sí. Gracias, Demiurgo 👍
EliminarHola Delaflor un relato muy bien escrito y con fantasma incluido. Me encanto el detalle de la sororidad. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Ainhoa 🤗
EliminarParece ser que una muerte violenta o un acto salvaje en donde alguien muere, como que termina generando esos espiritus en pena. Estoy de acuerdo en que cierta interaccion entre esos fantasmas y nuestro mundo es permitida
ResponderEliminarHola, José. Y si no es verdad, pornlo menos, nos permite crear historias como esta, qie no siempre tienen que ser de terror. 🌻
EliminarUn relato que cuenta la historia de un crimen, sin ser este crimen el protagonista, pero dándole la importancia del protagonismo. Has estado muy aguda en la forma del relato.
ResponderEliminarSAludos.
Gracias, Manuela.
EliminarPues sí, el espíritu al fin tuvo una oportunidad y una aliada para hacer justicia, pero no de forma vengativa 💐
Una historia de lo más espeluznante. Desafortunadamente, existen monstruos así. Lo peor de todo es que andan sueltos, cometiendo lo que les dicta el cuerpo: matar. Un magnífico relato, me ha enganchado desde el minuto uno. ¡Suerte!
ResponderEliminar¡Te mando un abrazo!
Muchísimas gracias, Rosana 🤗💐
EliminarHola Noelia: el espíritu de Astrid le ayudó a descubrir la verdadera personalidad de Pepe que era un monstruo y en el limonero se esconden las cenizas de ese espíritu que está vigilante.
ResponderEliminarUn abrazo
Puri
Hola!!
EliminarMuchas gracias, Puri 🤗
He echado en falta la escénica del descubrimiento, pero bueno... habría que extenderse bastante más y con 900... tendremos que imaginarla.
ResponderEliminarAbrazooo y suerte en el concurso
Hola, Gabiliante... Esto... Imagina que encuentran los restos (huesos) de la malograda Astrid.
EliminarInquietante. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias!! 👍
EliminarMe gusta sobre todo el giro que has dejado a mitad de la historia, cuando te das cuenta de que ese narrador en primera persona que parecía ser parte de la escena es, en realidad, la chica que está enterrada bajo el limonero. A partir de ahí, la historia ya es otra. Buen recurso!
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Isra!!
EliminarSi los muertos pudieran hablar en algunos casos, se resolverían sus muertes.
Muy buena historia, Noelia, me ha gustado mucho como el espíritu consigue alertar a Lucía y lograr que ella no sufriera el mismo destino. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Lola 😊
EliminarHola, Noelia. Una historia sorprendente. Me encanta cómo a mitad de la narración se nos descubre que el punto de vista es el de alguien que ya no está entre nosotros. Muy buen giro. Suerte en el concurso. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias e igualmente, Enrique 🌻
EliminarA veces los verdaderos monstruos no son los fastasmas... Muy original, Noelia. Un abrazo y mucha suerte!!
ResponderEliminarMuchas gracias, David 🌻
EliminarToda la razón.
No esperaba una historia así. Incluso el título me ha despistado. Encantada de leerte. ¡Suerte en el reto! Un abrazo.
ResponderEliminarPues me alegra haberte despistado 🤗
EliminarGracias, Rebeca.
Hola, Noelia. Nos has engañado bien, haciéndonos creer en una historia romántica y luego le das ese giro macabro. Muy bueno. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Mirna 🤗
EliminarMe gusta jugar al despiste.
Hola, Noelia. Vaya con los Pepes, que nos carga el diablo, jejej. Muy buen giro el del narrador, un personaje más que se mete en la historia cuando menos lo esperaba dando así otro toque al relato cuando ya pensaba que el fantasma iba a aparecer en el selfie que se hace Lucía en el limonero. Y luego el devenir del Pepe como asesinillo y la venganza de Astrid por fin consumada.
ResponderEliminarMuy bien aporte.
Un abrazo!
Gracias, Pepe 😅
EliminarBuscaba un nombre sencillo y bien español y me sonaba mejor Pepe que Paco. Simplemente eso.
¡¡Nada en contra de los "Pepe"!!
Hola, de la Flor, un relato de misterio con fantasma y como dice el dicho, la venganza se sirve fría. Al final, aquel limonero le daría el merecido premio al asesino.
ResponderEliminarSaludos y suerte
Muchas gracias, Vanjav.
EliminarSí. Los fantasmas tienen la eternidad para esperar 🤗
Enhorabuena, Noelia.
ResponderEliminarUna historia intensa, intrigante y lleno de un espíritu inteligente, paciente y resolutivo. 😉
Me gustó mucho como se fue descubriendo quién era el narrador en primera persona. También desde la muerte se pueden contar historias. Felicidades. Un reto muy bueno.
Un abrazo.
Disculpa, Noelia.
EliminarHice el comentario desde el móvil y el mushasho me ha querido poner en el anonimato. No, soy el majarón del Acervo. 😜🙋🏻♂️
Abraaazooo
No pasa nada, amigo José Antonio, el acervolense. Aclarado queda.
EliminarMuchas gracias por tu reconfortante opinión sobre este relato sobre fantasmas pacientes y no vengativos de malas maneras. Un espíritu educado 😊