
CONCURSO DE RELATOS 48ª Ed.
Caperucita en Manhattan
Blog: El Tintero de Oro
Bajo el nombre de *Red Riding Hood se ocultaba el verdadero, Daenerys. Sí. Mi madre es fan de Juego de Tronos. El caso es que mis amigas de Vallecas flipaban cuando les conté mis planes. “Tía, ahí vas a sacar una pasta, con lo guapa que eres y el pelazo que tienes”. Y yo qué sé, si ellas lo decían, pues algo de razón tendrían, ¿no?
El caso es que mi amiga Vanesa vivía en Nueva York y me invitó a descubrir sus maravillas, donde podría ganar pasta gansa. Que influencers y chavalas como nosotras iban allí, se juntaban con gente con pasta gansa, y ala, bolsos, ropa, perfumes, viajes, todo de lujo… y yo, que soy un poco ingenua, pues me vi saliendo de un cochazo, con unas grandes gafas de sol, posando en la quinta avenida. Y claro, me tentó. Así que llené mis maletas y con el móvil bien cargado, cogí un vuelo.
Al principio parecía estar soñando. El hotel tenía unas vistas de la leche, y yo pensaba: “Toma ya, Daenerys, de Vallecas al paraíso”. Mis historias de Instagram echaban humo, y la gente flipaba al ver la vida que llevaba.
La cosa es que ya allí fui a mi primera fiesta. Según Vanesa: “Era privada, muy top, con tíos millonarios, y si les caes bien te regalan de todo”. Yo, con mi vestido rojo —Red Riding Hood forever—, entré flipando: música alta, champán que parecía agua, luces de neón. Y ellos, los ricachones: trajeados, relojes que costaban lo mismo que un edificio entero en Vallecas.
Dos hombres que no llegaban a la treintena se nos acercaron ofreciéndonos 20.000 dólares a cada una por pasar la noche con ellos. Vanesa dijo que nadie tenía que saber lo que íbamos a hacer, que estábamos muy lejos de casa, y lo que pasaba en Manhattan moría en Manhattan. Pero yo me quedé fría. Era demasiado dinero.
Y justo entonces sentí a alguien acercándose por detrás. Un señor muy atractivo, canoso, rubicundo y alto. Tenía cara de haber viajado media vida pero sentirse como pez fuera del agua en aquella fiesta. Me miró con atención y me di cuenta de que para nada encajaba con los demás hombres.
—No aceptes —me susurró al oído—. Y, por favor, no sonrías demasiado, no todos aquí quieren verte brillar de verdad.
Parpadeé incrédula. Él me miraba con esa mezcla de seriedad y preocupación que te atraviesa el pecho. Fue entonces cuando me dijo que le recordaba a su hija y me dio su tarjeta donde decía ser John Patrick O’Toole, un periodista irlandés.
—Es la primera vez que vengo a una de estas fiestas —me confesó en voz baja—. Sin idea de lo que se cocía. Y ahora lo veo… —Se puso a observar a los invitados, todo risas, copas y diversión—. Tienes que andar con cuidado, darling. No es oro todo lo que reluce. ¿Española por el acento, verdad? ¿Qué edad tienes? ¿Veinte? Demasiado joven e ingenua para esos tipos. Todo lo que regalan se lo cobran después.
El trajeado me miró extrañado cuando fui hacia Vanesa para decirle que nos largáramos de allí. La agarré del brazo pero se soltó. Ella iba a aceptar la oferta de aquel broker, hijo de familia millonaria. Yo me fié del señor irlandés, el cazador del lobo de mi propio cuento. Al salir, el tráfico y las luces me devolvieron a la realidad.
Ya en el hotel me salió la vena vallecana al acordarme de mi abuela que siempre decía: “Cuando veas que algo huele mal, no vayas a comprobarlo, sal por patas”. Pues eso hice. Largarme esa misma noche sin Vanesa y pillar el primer vuelo.
De vuelta en Madrid, quedé con mis amigas para contarles mi historia, pero me decían que quizás estaba exagerando. Pero fue precisamente sentada en la terraza de aquel bar cuando vibró mi móvil. Era Vanesa llorando como una magdalena. Se había pasado dos días vegetando en su habitación. Me contó que aquella noche, el *broker de Wall Street y otros cuatro *nepo babies abusaron de ella. Se sentía humillada, degradada y arrepentida por haber aceptado aquel dinero. Que también se volvía a casa.
Entonces me acordé de la tarjeta y llamé al señor O’Toole.
—¡Hola, Daenerys! Sí… por supuesto. Yo estoy de vuelta en Dublín. Pude averiguar que no invitan a simples escorts. Prefieren influencers y chicas con contenido en OnlyFans. Estas fiestas son clones de las Porta Potty de Dubái. Literalmente “baño portátil”. Algunas prácticas sexuales a las que someten a las chicas, son verdaderas torturas. Nadie se merece eso ni por todo el dinero del mundo.
El señor O’Toole había viajado a Nueva York para investigar sobre aquellas fiestas. Dado su nivel de vida pudo infiltrarse y ver como hombre adinerado lo que realmente se cocía en tierras de la Estatua de la Libertad.
Por el momento yo he decidido pausar la cuenta de OnlyFans y centrarme en los estudios. Aprendí de todo aquello que lo importante no es beber champán en una limusina con desconocidos. Lo importante es saber dónde estás y con quién. Yo elijo mi ciudad y mi barrio, y visitar a mi abuela más a menudo. No os dejéis tentar por el lobo como mi amiga Vanesa, la Vane.
Palabras: 879
Broker: Quien compra y vende acciones, bonos u otros valores en la Bolsa de Nueva York.
Nepo Baby: Abreviación de Nepotism Baby (hijo del nepotismo). Expresión muy común en redes sociales para señalar a hijas/os de famosos que logran oportunidades o fama por ser quienes son.